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Por Felipe Yapur El ambiente en la sede de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) estaba pesado. Las duras imágenes de la represión que llegaban desde Corrientes y el listado de muertos, heridos y detenidos llevaron a que su secretario general, Víctor De Gennaro, convocara para el próximo lunes un paro por 24 horas. "Repudiamos el brutal ataque sufrido por los trabajadores estatales de esa provincia y exigimos el inmediato cese de la represión, el retiro de las fuerzas de la Gendarmería y la liberación de los detenidos", indicó el dirigente, quien además buscó sumar a la CGT y al MTA a la medida de fuerza. Hasta el momento no tuvo éxito. Anoche, las otras organizaciones emitieron su repudio a través de un comunicado y luego se reunieron con el ministro del Interior, Federico Storani, quien les confirmó el envío de dinero para saldar los meses adeudados a los trabajadores correntinos. La CTA fue la más dura de las tres centrales. Conscientes de que se convierten en la organización obrera que convocan al primer paro general al novel gobierno de Fernando de la Rúa, reclamó una "investigación a fondo de los responsables materiales de los asesinatos de nuestro compañeros y de los responsables políticos de esta brutal represión". Indicó que las organizaciones en todo el país van a establecer cuál será la modalidad del paro. El dirigente sindical buscó ahondar en las causas de la provincia mesopotámica para justificar la determinación que tomó la CTA: "El conflicto institucional de Corrientes no es aislado, es un conflicto que viven dramáticamente las mayoría de las provincias del país. Todo lo que hoy vivimos es producto de mantener el enriquecimiento de grupos económicos que han aprovechado para llenarse los bolsillos de dinero", concluyó. De Gennaro, conocedor de que una medida de fuerza de este tipo necesita de la participación de la mayor cantidad de gremios posibles, lanzó un llamado a la Confederación General del Trabajo que lidera Rodolfo Daer y al Movimiento de Trabajadores Argentinos de Hugo Moyano para que se sumen a la medida de fuerza. "Aspiramos a que todos los sectores sindicales establezcan mecanismos que expresen y canalicen el repudio generalizado de todo el pueblo argentino, y estamos dispuestos a charlar con los compañeros de otras organizaciones gremiales para acordar la mejor manera de expresar nuestro repudio", dijo. Pero tanto la CGT como el MTA prefirieron el repudio a través de un comunicado de prensa a una medida de acción directa. Daer hizo público su enfrentamiento a "la actitud de las autoridades nacionales ante el justo reclamo del pueblo correntino" y reclamaron "soluciones y no garrotes". El MTA, en tanto, fue más duro contra el Gobierno nacional al sostener que "el impuestazo, la presión sobre las provincias y la designación de Ramón Mestre como interventor son signos de alarma porque indicarían la continuidad de las políticas más regresivas sufridas en los últimos años". Aunque estas duras frases no impidieron que anoche Daer junto a Juan José Zanola (bancarios), Oscar Lescano (Luz y Fuerza) y los líderes del MTA, Moyano y Juan Manuel Palacios, se reunieran con el ministro del Interior, Federico Storani. A su finalización, la CGT confirmó que la intervención lleva el dinero para el pago de sueldos, pero aclararon que "la solución es con el reconocimiento de los salarios caídos. Y basta de represión". TESTIMONIO DE UN GREMIALISTA QUE ESTABA EN EL
PUENTE Por Laura Vales --¿Quiénes estaban en el puente? --Los gremios docentes, empleados públicos, desocupados y también integrantes del Cabildo Abierto, donde están representados distintos sectores sociales y partidos de izquierda. Pero a la madrugada había unos 40 docentes y otras 50 personas del Cabildo Abierto. A las cuatro la Gendarmería voló un generador sobre la costanera; alcanzamos a ver las llamas y después todo quedó a oscuras. Entonces, como no se veía nada, bajamos del puente; arriba sólo quedó un grupo de seguridad. Media hora más tarde llegaron los gendarmes tirando gases lacrimógenos; fue un caos que terminó en una represión que podría haberse evitado. --El Gobierno sostiene que allí actuaron grupos alimentados desde afuera. --Hablan de activistas y desconocen que el lunes pasado, cuando la Gendarmería avanzó por primera vez sobre el puente, más de 25 mil personas fueron para defenderlo. Yo no voy a negar la posibilidad de que hayan venido personas de otras provincias para sumarse al corte, pero los sectores más duros siempre estuvieron contenidos por la organización de la toma. Nadie que estuviera armado podía ingresar y siempre hubo acuerdo en que se acataba la decisión de la mayoría. Se pone el acento sobre la participación de sectores de izquierda en el conflicto cuando en realidad la toma representó a todos los correntinos. --¿Hubo alguna advertencia previa para que desalojaran el lugar? --No; directamente avanzaron. Fue todo muy confuso por la oscuridad, así que cuando llegaron tirando gases se produjo la dispersión. Al amanecer la gente se fue aglutinando y volvimos a la zona porque por la radio decían que la gente no se retiraba. Entonces, a eso de las nueve de la mañana fue cuando mataron a Ricardo Cáceres, un muchacho de 18 años. --¿Dónde estaba? --A trescientos metros del puente, en una calle llena de gente donde había corridas, idas y venidas con la Gendarmería, parada en una esquina, que tiraba gases. Yo prácticamente lo vi caer a mis pies con un balazo en el pecho. Muy cerca de él había mujeres con sus hijos de la mano. --¿Vio quién le disparó? --No, pero es claro que fueron francotiradores, porque yo estaba frente a los gendarmes y desde allí no le apuntaron. --¿Por qué dice que la represión se hubiera podido evitar? --Es que los docentes, junto con la mayoría, teníamos la postura de replegarnos, desalojar el lugar si aparecía Gendarmería. No queríamos alimentar la represión. Pero ellos actuaron por asalto. --¿Hubo en la semana negociaciones con el Gobierno? --El provincial se borró; sí hubo conversaciones con el Ministerio del Interior de la Nación, por intermediación de la Iglesia Católica. Pero el diálogo fue muy difícil y nos encasillaron como un movimiento de activistas con los que no valía la pena conversar. --¿Cuándo hablaron con el Gobierno por última vez? --El jueves, con Carlos Becerra. Quedaron en volver a llamar y nunca lo hicieron.
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