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Los fiscales manifestaron su desacuerdo pero, en la sala de audiencias, casi se tocaba el alivio que produjo la resolución de la Cámara de Dolores: acortar la lectura de las pruebas que se agregan a la causa por el asesinato de José Luis Cabezas. Finalmente, después de cuatro jornadas tan cálidas como prolongadas, ayer a las 20.30 terminó la incorporación de las pruebas. El lunes comenzará el desfile de testigos (en definitiva, serán 522) y tal vez los acusados pidan ampliar sus indagatorias. Ayer, lo más interesante ocurrió fuera de la audiencia. Dos de los procesados, Horacio Braga --acusado como "coautor" del crimen-- y Gustavo Prellezo --presunto autor material del asesinato de Cabezas--, hablaron a la prensa. Braga, miembro de la banda de Los Hornos, profundizó las sospechas sobre el arma secuestrada en la investigación. "Es trucha", fulminó. Prellezo intentó despegarse de Alfredo Yabrán, considerado por los fiscales como "instigador del instigador" del crimen, e insinuó que nuevos testigos podrían llegar a presentarse a declarar desde el lunes. "Todos saben que Yabrán odiaba a los periodistas, pero eso no significa que haya mandado a matar a Cabezas", afirmó Gustavo Prellezo en la improvisada declaración que realizó a los periodistas en la sala de audiencias, durante un receso en el juicio oral. Con el rostro pálido, la mirada fija y después de sufrir un bajón de presión por el calor reinante en la sala --sin aire acondicionado por un desperfecto mecánico--, el ex policía insistió en que "a la sentencia sólo falta ponerle la fecha". --¿Va a haber testigos sorpresa en el juicio? --Puede ser. Pero la gente tiene miedo. Aunque favorece que se hayan ido (Víctor) Fogelman y (Eduardo) Duhalde --respondió enigmático. "Es duro estar preso", se quejó ante los periodistas el ex oficial de la Bonaerense, que durante el transcurso del juicio oral y público permanecerá detenido en la Unidad Penal Nº 6 de Dolores. "Yo estaba organizando un negocio que era factible en Pinamar --los sistemas de alarmas-- y por eso me comuniqué varias veces con Yabrán. Pero siempre en horario de oficina." Así, volvió a cargar contra la versión oficial del crimen que limita en el reconocido odio del fallecido Cartero por los periodistas. "Ustedes repiten la malintencionada letra que les dan", opinó el principal acusado por el asesinato de José Luis Cabezas, que puede ser condenado a reclusión perpetua por "privación ilegal de la libertad y homicidio doblemente calificado por alevosía", según la acusación de los fiscales Felipe Defelitto, Eduardo Campos y Claudia Castro. "El arma secuestrada es trucha. No es ni el revólver que yo llevaba ni el que utilizó Prellezo", afirmó ayer el hornero Horacio Braga sobre el Colt 32.20 que se incautó en la casa del pepito Luis Martínez Maidana. "Nosotros no sabemos dónde están las dos armas. Prellezo se las llevó y no sabemos qué destino les dio", dijo Braga, que cree que nada lo salvará de una condena. "De acá, yo sé que no nos vamos a ir absueltos." En el cuarto día de lectura de indagatorias, listados de llamados telefónicos y testimonios, el juicio ganó en velocidad. Pese a la oposición de los fiscales, se aceptó mencionar sólo el título y las conclusiones de las pruebas, y no leerlas en su totalidad, salvo expreso pedido de los abogados y de las partes. No hubo muchos que hicieron uso de ese derecho. Pareció haber más interés en abreviar la etapa que en entrar en detalles. Lo que más les interesó fue escuchar, al fin y al cabo, la voz de un muerto. Todos los letrados pidieron la lectura de cabo a rabo de la declaración indagatoria del suicidado empresario postal Alfredo Yabrán. El Tribunal hizo lugar, la declaración se leyó completa durante una hora larga. Y fue el único momento del día en que no se oyó el vuelo de una mosca.
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