OPINION
Una semana sin revoluciones
Por Miguel Bonasso |
El
juicio oral por el Caso Cabezas concluyó su primera semana sin grandes sorpresas ni
cambios copernicanos en relación con la etapa de instrucción, conducida por el juez
José Luis Macchi, con el apoyo no muy científico del comisario Víctor Fogelman y los
detectives del bunker de Castelli. Aunque Fogelman fue desplazado de la Policía
Bonaerense veinticuatro horas antes de que comenzara el juicio, los lineamientos generales
de su controvertida pesquisa siguen en pie en la nueva etapa: hay un arma homicida que
pertenece a un ex acusado que la cámara dejó en libertad (el uruguayo
Martínez Maidana); una cámara de José Luis Cabezas que apareció oportunamente cuando
era necesaria una prueba material para sustentar las contradictorias confesiones de Los
Horneros y una causa que se basa, fundamentalmente, en el relato contradictorio de los
cuatro ladrones de La Plata. Y es precisamente esa sensación de algo previsible, de
sentencia ya preparada en la computadora, (como definió acertadamente el acusado Gustavo
Prellezo), la que está generando en algunas de las partes la convicción de que puede
hacer falta un nuevo juicio. Un Cabezas II, que rompa el corsé de la instrucción, como
ocurrió en el proceso por el crimen de María Soledad Morales. Y que investigue el
posible delito de encubrimiento en que se podría haber caído durante varios tramos de la
investigación. A eso apuntó claramente Gladys Cabezas, la hermana del fotógrafo
asesinado, con algún matiz diferente, el abogado de sus padres, Alejandro Vecchi. Gladys
puso el acento en que se investigaran todas las pistas, lo cual quiere decir
también la llamada pista policial, que fue prolijamente eludida por Fogelman
y Macchi. Vecchi, en cambio, hizo hincapié en la necesidad de investigar la estructura de
seguridad e inteligencia del finado Alfredo Yabrán, que el tribunal de Dolores no piensa
escrutar por considerarlo un tema ajeno a la causa. Como era de esperar también, las
declaraciones más fuertes se dieron fuera del debate que conducen los jueces Raúl Begué
(presidente), Susana Darling Yaltone y Jorge Dupuy, en diálogos más o menos fugaces e
informales con los periodistas. La bomba, en este sentido, fue la entrevista
telefónica que el periodista Raúl Kollmann de Página/12 le hizo a Prellezo el
miércoles pasado, donde el ex oficial de la Bonaerense denunció como asesinos de Cabezas
a los altos mandos de la Policía. Aunque la sinceridad del acusado fue puesta
en entredicho por el propio Kollmann, la hermana de José Luis y el abogado de Noticias
Oscar Pellicori, y aunque es evidente que Prellezo sabe mucho más de lo que dice, algunas
de sus afirmaciones suenan verosímiles: la irritación que le provocaban las fotos de
Cabezas como móvil para que Yabrán instigara el crimen no se lo cree ni un pibe de
cinco años; el abogado de Los Horneros, Fernando Burlando, siempre trabajó
para la policía; el asesinato del fotógrafo no fue producto de la casualidad ni de
que todo estaba mal armado como sostuvieron los barrabravas de Los Hornos y el
crimen que era un mensaje fue perfectamente organizado.El jueves,
en los pasillos de la Cámara de Dolores, en los bares vecinos como La Ley, donde se dan
cita abogados y enviados especiales, corrió una versión que agitó los ánimos bastante
entumecidos por horas y horas de soportar la voz monocorde de la secretaria del tribunal
María Lucrecia Angulo, leyendo los centenares de fojas que componen la prueba.
Aparentemente Los Horneros estaban dispuestos a hablar. Estos desdichados, ex
militantes de la Liga Federal de Alberto Pierri, que llegaron a Duhalde de la mano del
actual subsecretario de Justicia de la provincia, el ex senador pierrista Carlos
Martínez, habrían comprendido por fin que no los iban a soltar en dos años y que la
maquinaria judicial podía mandarlos a esa forma de tumba que es la reclusión perpetua.
Pero era una falsa esperanza. Su abogado, Fernando Burlando, una cruza de yuppie con
marine, cuyos abultados honorarios no se sabe quién los paga, salió contemporáneamente
a recordarles a las autoridades de La Plata que había ciertos compromisos (con o sin ley
del arrepentido) para recortarlas penas a los que hablan. Desde la poltrona de gobernador,
Carlos Ruckauf dio a entender que respetaría los compromisos asumidos por su antecesor,
Eduardo Duhalde, siempre y cuando no supusieran solapar a ningún asesino. Pero la salida
de Burlando y la ambigua respuesta de La Plata bastaron para frenar a Los Horneros si es
que éstos, como se dijo, se aprestaban a cambiar una vez más su variopinta versión de
los hechos.La supuesta confesión se redujo a un comentario de Horacio Braga, calificando
como trucha a la supuesta arma homicida: la que los hombres de Fogelman
encontraron en la casa del pepito Martínez Maidana.Tampoco
Gregorio Ríos aportó mucho más que un inesperado brote de optimismo en torno de su
propia suerte, cuando les dijo a los periodistas que después del juicio pensaba
irse de vacaciones. Tal vez sobrevaloró la indudable capacidad técnica de su
abogado Jorge Sandro que, desde el primer día del debate, pidió la absolución lisa y
llana de su pupilo, porque la acusación se había hecho al bulto, de manera
dialéctica y abstracta sin precisar sus circunstancias, lo que
presuponía limitaciones para ejercer el derecho a la defensa. El tribunal rechazó el
planteo de Sandro, pero no alcanzó a disipar el efecto que generó en la sala. Si Ríos
resultara finalmente sobreseído del cargo de instigador, se derrumbaría la fantasmal
acusación que pesa sobre su antiguo jefe Alfredo Yabrán: que él ordenó el crimen
molesto por la persecución fotográfica de José Luis Cabezas. Tesis que podría
robustecerse mañana lunes, cuando declare el periodista de Noticias Gabriel Michi,
compañero de cobertura de Cabezas en Pinamar que pudo correr su trágica suerte. Michi
figura en la primera tanda de testigos, en una agitada sesión que comenzará a las 9.30
con el puestero Pedro Hilario Guevara, el hombre que encontró el cadáver de José Luis
Cabezas en la Cava. Con las casi 500 declaraciones testimoniales que se irán dado de
aquí a la segunda quincena de enero, comienza la etapa sustancial del juicio. Ojalá tan
frondoso debate desborde lo previsible y permita que la sociedad se acerque a la verdad
encubierta. |
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