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PATRICIA BULLRICH EXPLICA COMO INTENTA EVITAR NUEVOS MOTINES
“Necesitamos que esto no
empiece con un conflicto”

De la Rúa le anunció que habrá motines y le encomendó que los evitara. Aquí, la nueva secretaria de Política Criminal detalla los planes de gobierno para “humanizar” la vida en las cárceles.

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Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes)  En su escritorio casi no hay marcas personales, excepto los informes sobre la situación penitenciaria que empiezan a acumularse en medio de lo que llama “un clima de fin de año”. Fue el propio presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, quien se lo advirtió antes de nombrarla secretaria de Políticas Criminales y Asuntos Penitenciarios, un área estratégica del Ministerio de Justicia. “Siempre que hay un cambio de gobierno hay problemas en las cárceles. Tratá de evitarlos”, fue el mensaje. Patricia Bullrich, la mujer que más veredas políticas ha cruzado en los últimos tiempos, hace tres días que pisa una con riesgos de convulsionarse. Este diario ya había anunciado en una investigación hace más de un mes versiones del interior de los penales y del propio Servicio Penitenciario sobre una ola de motines hacia fin de año. Para disipar los fantasmas, con paños congelados en las manos, Bullrich anuncia una reforma a fondo del sistema. Desde el cierre de Caseros y Devoto, al combate de la corrupción y los excesos en el uso del garrote carcelario.
–Usted ha trabajado en temas de seguridad, pero no sobre la problemática carcelaria. ¿Cómo piensa enfrentar la función en esa área?

–Lo que pasa es que me dediqué a trabajar sobre las organizaciones de seguridad, Policía, Gendarmería y Prefectura, y en ese sentido los estudios de organización, de modernización, de escalafón, de tipo de carreras sirven totalmente. De todas maneras, acá el concepto es totalmente distinto, porque el Servicio Penitenciario no debe ser una fuerza de seguridad.
–Pero funciona con esa lógica.
–Con la nueva ley orgánica el Servicio Penitenciario está planteado como un aporte integral de la política social y no como una parte de la política de seguridad. Por eso contamos con la participación de las ONGs.
–La Procuración Penitenciaria en su último informe describe condiciones infrahumanas para los presos. ¿Por dónde comenzarán?
–El primer tema grave y de emergencia son las viejas cárceles, que no sólo son viejas sino que reproducen un modo de convivencia y de una cultura. El primer objetivo es apresurar el fin de Devoto y Caseros. Desde el 1º de enero del 2000 ya no entran más presos a ninguno de los dos penales. Van a quedar como ejemplos de lo que fue, como un dinosaurio del sistema. Vamos hacia un modelo distinto donde lo moderno no es solamente un edificio sino el cambio en las relaciones. Entre presos y guardiacárceles hay una convivencia que no es la lógica. Tiene que haber una frontera muy clara entre el delincuente y el que tiene la autoridad del Estado para cuidarlo; si esa frontera es lábil, se generan problemas.
–¿Existe la posibilidad de que las nuevas unidades sean privatizadas como ocurre en Estados Unidos?
–Las cárceles van a seguir siendo manejadas y sustentadas por el Estado. Tenemos bastantes unidades en marcha. Hay una en Salta, otra en Santa Fe, en Mercedes, en Santa Rosa, La Pampa y dos en Ezeiza. Una de ellas la entregan ahora. Tiene todo un sistema inteligente de puertas, eso cambia casi totalmente el concepto porque casi no hay más guardias.
–¿Cuál es el clima que se vive en las cárceles hoy?
–Hay un clima de fin de año. A mí me lo anunció antes de asumir el presidente (Fernando) De la Rúa. Me dijo: “Siempre que hay un cambio de gobierno hay problemas en las cárceles. Tratá de evitarlos, de mandar un mensaje claro de que se van a hacer las cosas de otra manera”. Hay un petitorio de los presos donde está el dos por uno y por mejores condiciones. La semana próxima vamos a anunciar algunos cambios.
–Ya les transmitieron la existencia de la tensión desde adentro.
–Sabíamos que ayer (por el jueves) había una asamblea en Devoto a la que fue un asesor y se presentó. Les dijimos que la gestión recién empieza, que vinimos a humanizar todo el sistema y necesitamos que esto no comience con un conflicto. Sabíamos que había una huelga de hambre en lospisos superiores de Caseros, y una en Neuquén: hicimos lo necesario para tranquilizarlos. Creemos que no va a haber motines.
–¿Hasta dónde llegan las respuestas que pueden dar a los presos?
–El objetivo es que las personas presas estén en las mejores condiciones posibles para que puedan después reinsertarse. Nosotros no somos quienes ponemos las condenas: esto tiene que quedar claro, sino en la convivencia con las cárceles se puede confundir esta realidad.
–¿Cómo piensa modificar la idiosincrasia del SPF y eliminar las complicidades que existen entre los “porongas” que dirigen motines y sectores corruptos dentro del servicio?
–A la seguridad necesaria le vamos a sumar la formación de personas del servicio que estén dedicadas al tratamiento y la reintegración social. O sea guardias con capacidad. El primer cambio será la formación. Queremos una sola carrera en el SPF porque uno de los problemas es la vieja lógica que divide todo entre oficiales y suboficiales.
–En estos momentos la tutela del poder dentro de las cárceles no está dada exclusiva y directamente por el cargo que ostente el uniformado.
–Yo no digo que unos u otros ejerzan mal el poder. Pero en la primera reunión con ellos se les dijo que acá la cosa es clara. Nosotros vamos a ser flexibles en todo, en el diálogo, en las reivindicaciones de cada uno, pero en lo que vamos a ser absolutamente inflexibles es en que no se va a aceptar un ápice de corrupción y un ápice de exceso de poder.
–¿Cómo se interviene en un lugar tan cerrado como un penal, una institución que goza del beneficio de los muros?
–El cambio está en que nunca el poder político se ocupó verdaderamente de la cuestión penitenciaria. Los gobiernos siempre miraron para otro lado. Acá ha habido una falta de compromiso de la política con lo penitenciario tal como en seguridad. Para este gobierno está claro que es el Estado el encargado de cuidar la seguridad en las cárceles y de generar el proceso de reinserción social real.
–¿Cómo lo van a hacer?
–Les vamos a proponer a la ciudad de Buenos Aires, y a ciudades más chicas como Gualeguyachú, planes pilotos para poner en práctica esta política criminal: sumar participación comunitaria, justicia cercana, participación activa de la policía con una modalidad de policía vecina y un sistema de reintegración social clara para los que delinquieron.
–¿Cómo se puede conseguir la “reinserción social”, cuando siempre ha sido una entelequia más que una realidad?
–Nuestra idea es que todos los que no tienen primario o secundario los terminen. Y generalizar el acceso a la Universidad en la cárcel. Por otro lado, queremos convenir con Trabajo que parte de los planes de capacitación se den a las personas que estén en los regímenes de progresividad. Son las personas que en un año o año y medio de acuerdo a la conducta, salen en libertad. También vamos a pedir planes de empleo.
–Algunos funcionarios cuestionan en off the record la “conveniencia” de que sea una mujer quien maneja una área “dura” como la Penitenciaría.
–El hecho de que una mujer se encargue del área es también una señal, si es que la concepción de que las mujeres somos más suaves es lo que los anima. Parto de que por supuesto ser mujer no es ser débil. Al revés. En todo casi, si molesta se llevarán una sorpresa: vamos a demostrar que no hay áreas cerradas para nosotras. Como mujeres sabemos aplicar el rigor y poner límites, muchas veces más que los hombres.

 

 

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