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Un arquitecto
Por Enrique Medina

 

t.gif (862 bytes) El arquitecto, amigo de un amigo de otro amigo de un pariente de la buena señora, comienza a echarle una ojeada al departamento. La buena señora ha ido en busca de socorro porque el arquitecto anterior, o maestro mayor de obras o lo que sea, un tal Jorge Guardia, luego de convencerla de los beneficios de actualizar la cocina le pasó un presupuesto de aquellos, en los que la palabra robar apenas si es un liliputiense detalle. La buena señora creyó en él porque hablaba bien, tenía canas, anteojos, buen porte y la trataba con cortesía. La cifra era tres veces abultada, pero la señora, aunque ya le habían aconsejado que pidiera otrona24fo01.jpg (7187 bytes) presupuesto, apostó a su intuición creyendo que el trabajo sería de primera. Al principio pareció que todo iba sobre rieles. La vieja cocina se transformó en escombros. No terminaron a los quince días sino a los dos meses, porque el arquitecto estaba haciendo varios trabajos a la vez y venía de vez en cuando a verificar lo que los obreros realizaban. De todas formas los azulejos nuevos se fueron pegando y la buena señora se allanó a los adelantos extras que el arquitecto le iba solicitando porque el trabajo se complicaba, pero iba a salir bien; que por el caño de desagüe había que oblar más porque el tramo era más largo, que por la mesita debajo de la piletita del baño no habían hablado y eso, claro, era un trabajo aparte. La buena señora a todo se sometió sin chistar; pagó la última cuota y el trabajo no estaba terminado. Y se fueron con señales y santas, y ella empezó a comprobar que lo hecho dejaba mucho que desear. Y se cayó el cerramiento de vidrio y la puerta del mueble del baño. Y llamó al arquitecto. Este dijo que iría. No vino jamás. Y por esto el nuevo arquitecto está verificando fallas de su precedente colega. Y dice:

--... La verdad, la verdad, ese tipo era un chanta, vea, le puso una cocina de lo peor, usted tenía que haber comprobado la marca y el modelo que quería usted, él le puso lo más barato. Vea este calefón, no tiene tiraje, por eso usted no puede bañarse con agua caliente, porque no hay tiraje. Se le apaga el piloto porque a esta altura sopla fuerte el viento; él tenía que haberle puesto una salida en "T" y no lo que puso. Y vea qué mesada... por Dios, de la peor calidad, apoya un saquito de té usado y le queda la mancha, ya verá, esta mesada en dos meses es un desastre. ¿Ya le cierra con dificultad esta canilla? Este mueble es un desastre, vea los cajones, sin línea, desprolijos. Acá le hizo un falso techo porque se equivocó en las medidas del cerramiento. ¿Y esta continuación del parqué? Es una cargada. Le puso una madera terciada. ¿Y este cable de qué es? Ah, el teléfono: y se lo dejó acá, sobresaliendo, se le rompe de nada. Veamos los caños, ¿quiénes trabajaron, los presos...? Este vidrio se le cayó con la primera tormenta porque tenía que estar atornillado; ¿cómo lo va a pegar?, y encima sin raspar la pared. Por lo menos le hubiera puesto una grampa para apoyarlo. Lo pegó a la pintura. La pintura no sostiene nada. ¡Qué chanta, por Dios! El era alto ¿no? Se ve. Puso la alacena a la altura de él. Por eso usted tiene que subirse al banco para llegar. Y tenga cuidado de caerse. Lo que le faltaría. Y este mueble de vidrio es una caga... una porquería. Le hizo todo en vidrio porque el vidrio es más barato, y peligroso, si se le rompe, se corta. Veamos el balcón; el armario todo de vidrio, es para meterlo preso, no se puede creer. Además, mire, mire el estante de arriba, está desfasado, ni se preocupó en mantener la línea de la puerta, queda feo. Y estas tapas, por favor, y le mezquinó luces, era un miserable, peor que gitano, vea. Perdóneme, señora, pero ese tipo se lo recomendó el enemigo, ni la más mínima idea de la estética tiene. Hay de todo en este mundo. Por eso el país está como está. Además tenía que haberle puesto tomas en todas las tapas, y no que usted tenga que andar con prolongadores. Usted cometió un error al eliminar el lavadero y hacer la cocina corrida, perdió espacio. ¿Ve lo que le digo? No tiene espacio para el lavarropa. El le dijo que ganaba espacio... No. Lo perdió porque es mala la disposición de la mesada y la cocina que es una lata, la va a tener que cambiar por una buena; era más fácil para él el trabajo. Y el calefón, mire, le chorrea, lo instalaron mal. No eran profesionales. Mire estas puertas de vidrio, les falta las trabas de goma. Por eso le entra un frío que la mata. Y como no le dejó espacio para las cortinas, se va a tener que aguantar el resplandor del día. No se ve si la hornalla está prendida o apagada. Huelo pérdida de gas. Tenga cuidado. No vaya a ser que un día se vuele el edificio. Trate de salir antes... Bueno, acá hay mucho que arreglar. No hay nada peor que arreglar algo ya hecho. Siempre lo mejor es tirar todo abajo y hacer todo de nuevo. Mire, los marcos de aluminio de los ventanales no los lijaron; hay que sacar estas puertas y ponerles ruedas nuevas para que se deslicen como la gente... ¿Y le puso dos luces por ambiente, nada más? Perdóneme, pero éste es el más chanta de los miserables. Le colocó lo más barato y ahorró hasta en lamparitas. No se puede creer. Hay cada uno...

Para acelerar, la buena señora le pregunta cuánto tendría que pagar por los nuevos arreglos. El nuevo arquitecto se rasca la barbilla, revolea los ojos, piensa, y responde:

--Y... qué le puedo cobrar...

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