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OPINION

Qué hacer en Derechos Humanos

Por Alicia Pierini

Como dice Félix Luna todo es historia; como decía Arturo Jauretche, todo es política; y como dice el Evangelio toda creación es amor.

Por eso se me ocurre pensar qué bueno habría sido si el doctor Federico Polak hubiera reflexionado sobre este entramado de la política, la historia, y el amor para pensar su lugar en el Estado antes de publicar su enojo por prensa.

Entre el campo gubernamental --cuya responsabilidad por los resultados le marca los límites-- y el no gubernamental, cuyas fronteras sólo las pone la imaginación, hay que edificar puentes y equilibrios, no pelear. Lo ideal es que sean puentes de doble mano, pero eso es parte de la construcción política, si la política es de consenso, es decir, de paz.

Estimado doctor Polak: le cuento que cuando yo me hice cargo del área, en febrero del '91, el lugar que acepté era una dirección nacional con pocos empleados sin tarea, y ningún recurso propio. La Subsecretaría construida fue diseñada para desarrollar sólidas políticas públicas, enmarcadas legalmente e institucionalmente encauzadas, cuyo consenso es tan coherente que en las plataformas de los dos grandes partidos que disputaron las últimas elecciones se consigna explícitamente la continuidad de las líneas principales. ¿Se fijó usted en ese detalle?

¿Sabe usted que el área que devalúan sus amigos que le aconsejaron no aceptar porque la estiman de poca jerarquía fue analizada en el exterior y en algún ámbito académico nacional como modelo de política pública en derechos humanos? ¿Tiene usted idea de la enorme deglución de batracios que costó eso, o supone que fue entre flores y aplausos?

Derechos humanos es un área donde conviven conflictos vigentes y pasados, mezclados el dolor y la Historia con los desafíos del futuro, imbricadas política y justicia, razones y sinrazones, gestión de Estado y arte de paz. Además hay profundas divergencias no resueltas e históricos reclamos insatisfechos, errores cometidos por todos y necesidad de rectificar algunos contenidos e incorporar nuevos.

Que los organismos hayan opinado ante su designación es razonable: el lugar les es familiar, ejercen su derecho a expresarse y a peticionar en lo que les concierne y conocen mejor que nadie lo logrado y lo pendiente. Su función es ser críticos, no obsecuentes con el poder de turno. Haberles adjudicado "operaciones corporativas" o extremismos es calificar negativamente al legítimo ejercicio de la participación comunitaria.

También se equivoca usted cuando divide su campo visual entre "Alianza progresista" y "menemismo" en relación con los derechos humanos. No sabe cuán profundas son las raíces transversales que nos conectan a los militantes que tenemos caminos compartidos y somos leales a nuestra memoria aunque hoy votemos diferente. En esas raíces está el germen del acuerdo que permitió reparar heridas del pasado, investigar la verdad, ampliar los archivos documentales, reactivar la Justicia, inscribir en la Constitución los derechos humanos, capacitar a miles de agentes del sistema estatal y hasta brindar asesoramiento a jueces, legisladores y diplomáticos con la cooperación de expertos de todos los signos partidarios.

Queda mucho por hacer y empieza una etapa con nueva impronta, es obvio. Pero no arranca de cero. Por eso --quizás-- el tácito anhelo de que sea alguien que conoce los consensos previos --y los disensos a resolver-- quien tome la posta para hacer frente al nuevo desafío de los cambios necesarios.

* Legisladora porteña y ex subsecretaria de Derechos Humanos.

 

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