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The Guardian Por John Gittings Para festejar la retrocesión de Macao, unos 30.000 funcionarios y ciudadanos cuidadosamente seleccionados se reunieron en la plaza Tiananmen de Pekín en una celebración solemne, con danzas, cantos, fuegos artificiales, címbalos y tambores. En Macao, los presidentes chino y portugués bebieron juntos y brindaron con vino portugués en una cena de gala antes de la ceremonia de entrega. Hubo música clásica a la luz de las velas, pero la fuerza del viento canceló el despliegue de los fuegos de artificio. Sampaio dijo que la retrocesión era un "momento esencial y único en la historia de Macao", y que el acuerdo con China era sensato y pacífico. Pero el éxito total de la ceremonia de ayer fue empañado por la secta religiosa Falun Gong, prohibida en China continental. Más de 30 integrantes del culto aparecieron por la mañana, frente al casino Lisboa --el mayor símbolo de Macao--, para practicar esos ejercicios respiratorios y de meditación que Jiang dice que representan una amenaza mortal para la nación china. La policía de Macao, desesperada porque Jiang podía llegar a ver desde su comitiva a estos adoradores silenciosos, los arrancó del lugar. Del otro lado de la frontera, en la ciudad china de Zhuhai, más de 500 soldados estaban preparados para cruzar a Macao hoy a mediodía. Aunque el despliegue de tropas chinas no es un punto contemplado en el acuerdo sino-portugués, la mayor parte de la población de Macao está a favor. Es que tienen toda su esperanza puesta en que el Ejército Popular de Liberación los ayudará a combatir la violencia de la mafia china. En el atardecer de ayer, las multitudes se congregaron para observar
cómo el último gobernador Aunque no se notara un marcado regocijo general por la entrega, Macao manifestó en su conjunto una disposición de aceptación. Los portugueses no eran muy populares. Y para la mayoría de los chinos de Macao --muchos de los cuales emigraron de China continental--, la entrega de ayer era un hecho consumado. La manifestación reprimida de la secta Falun Gong tenía enfrente el Hotel Casino Lisboa, el centro del monopolio de juegos de azar propiedad del enigmático Dr. Stanley Ho, de 78 años. Las salas de juegos en este territorio dominado por la manía y la compulsión de apostar estaban ayer sólo apenas menos atestadas que de costumbre. Es que China había impuesto una veda temporaria al ingreso de turistas desde el continente. Pero la última potencia comunista de la tierra, China, enemiga declarada de casinos y juegos de azar, anunció que Macao continuará siendo el paraíso para jugadores que es. Hoy mismo podrá decir, "Hagan sus apuestas".
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Cuando China
recuperó ayer a medianoche el pequeño enclave de Macao --el equivalente portuario
portugués de la vecina Hong Kong--, disparó todas sus armas contra un mismo enemigo:
Taiwan. Acompañado por su colega portugués Jorge Sampaio, el presidente chino Jiang
Zemin, que en las últimas horas vio cómo 442 años de dominio de Portugal llegaban a su
fin, proclamó que "el gobierno y el pueblo chino tienen la confianza y la capacidad
de resolver el problema taiwanés y de realizar la reunificación completa de China".
Jiang dijo que la implementación por China de la fórmula "un país, dos
sistemas", usada para el retorno de Hong Kong de manos británicas en 1997 y ahora de
Macao, serviría para resolver la cuestión de Taiwan. 
portugués, Rocha Vieira, presidía por
última vez cómo arriaban la bandera de su país. A medianoche, ya flameaba la bandera
roja de China comunista. El nuevo Ejecutivo de Macao tiene a su frente a Edmund Ho, un
respetado empresario. Con la ventaja adicional de que su padre, Ho Yin, era el hombre de
Pekín en Macao en la década de 1960. La multitud reunida aplaudió con benevolencia
cuando Vieira salió y abandonó para siempre el pórtico de columnas corintias de la Casa
de Gobierno. "Estamos aquí para convencernos de que no es una ilusión y está
ocurriendo realmente", comentó con buen humor un residente de Macao. "Puede que
la diferencia no sea tan grande, pero es un hecho", dijo otro.