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Página/12 Por Laura Términe La crisis, formalmente abierta anteayer cuando el primer ministro habló durante 40 minutos en la Cámara de Diputados, explotó hace una semana en un congreso socialista --partido que integra la alianza de gobierno--, desde cuyas tribunas los herederos de Bettino Craxi pidieron la renuncia del primer ministro. Durante la agitada semana, el ex presidente Francesco Cossiga, que se integró al gobierno del Olivo en octubre de 1998 cuando otra crisis provocó la salida de Romano Prodi, anunció que abandonaba el barco, después de que salieran a la luz las denuncias que acusaban a miembros del gobierno de encabezar una campaña de compra de votos. En un episodio que aún no fue aclarado, el legislador de la opositora Liga del Norte, Paolo Bampo, reveló que un ex miembro de su partido, Luca Bagliani, que hoy milita en las filas de la coalición de centroizquierda, le ofreció 200 millones de liras (un poco más de 100.000 dólares) para entrar en un partido que integra la alianza de gobierno. Otro diputado de Forza Italia, la agrupación del ex premier Silvio Berlusconi, aseguró que conocía otros dos casos de intento de corrupción hacia legisladores de la oposición. Bagliani desmintió a su ex compañero de banca y D'Alema condenó la eventual práctica prebendaria, mientras en la coalición quedó flotando la sospecha de que el escándalo había sido preparado. El presidente de la Cámara de Diputados decidió abrir un "jurado de honor", una especie de comisión que deberá investigar y presentar sus conclusiones sobre el caso. En ese clima enrarecido, el primer ministro leyó anteayer su discurso ante los diputados dando señales de tranquilidad a los partidos que lo sostienen en el gobierno. Expresó la necesidad de relanzar el Olivo, la coalición que llevó a la centroizquierda al poder en 1996, se definió a favor de un sistema electoral mayoritario reforzado, apuntando a terminar con las constantes crisis políticas provocadas por los pequeños partidos con escasa performance electoral, y se tomó el tiempo para defender el accionar de su gobierno detallando las mejoras económicas y sociales logradas durante los últimos años, incluyendo el ingreso de Italia en la Unión Europea y el desempeño del país durante la guerra del Kosovo. Después de tantos elogios, un diputado de la oposición le lanzó: "D'Alema parece Alicia, vive en el país de las maravillas". Los hombres del gobierno son optimistas y creen que se llegará al "D'Alema bis". El saliente primer ministro cuenta con el apoyo y los votos para su eventual retorno al Palacio Chigy de su partido, los Democráticos de Izquierda (ex comunista), del grupo creado por Prodi, Democráticos, del Partido Popular Italiano, los Verdes, una fracción del Partido Comunista y otras agrupaciones de centro, que le darían la mayoría que necesita en el Parlamento. Los socialistas que desencadenaron el terremoto político aún no decidieron si se abstendrán de dar apoyo al nuevo gobierno o se sumarán a los sufragios de la oposición de centroderecha. Los diputados de Cossiga y los republicanos --que junto a los socialistas conforman un grupo denominado "Tres hojas"-- ya adelantaron que votarán contra D'Alema.
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