Hoy
en Rusia existe una nueva clase política. Es cierto que la mayoría de sus integrantes
perteneció al Comité Central del Partido Comunista, al Politburó, a los Konsomols. Pero
es una élite nueva. Y en diez años cambió, política y psicológicamente. El problema
es que se formó en el contexto de la Rusia postsoviética. Y es un desastre. Nos
enfrentamos a una clase política irresponsable, parasitaria e incompetente. Sólo tiene
dos criterios para avanzar: las relaciones --personales e informales-- y el carrerismo. Es
una clase política mucho peor que la de la era soviética. En el sistema comunista,
había una cierta ética burocrática: los funcionarios debían ser burócratas
profesionales. Hemos perdido la burocracia, pero no la reemplazamos por criterios
democráticos. Los partidos políticos sólo
agrupan a "clientelas". Los políticos cambian fácilmente de partido.
Encontramos ex comunistas en Patria Toda Rusia (presidido por el ex premier Primakov),
antiguos colaboradores del ultranacionalista Zhirinovski están en el PC, tránsfugas de
Nuestra Casa Rusia (el anterior partido del Kremlin) entre los liberales de derecha. La
ideología cuenta muy poco y, si tuvieran una, los actores políticos preferirían no
hablar de ella. Ninguno tiene un programa aceptable para la mayoría de la población. Ni
siquiera los comunistas, que no predican una redistribución de la propiedad --es decir,
la revisión completa de las "privatizaciones"--. Los comunistas hablan de
evaluar "caso por caso", aunque las encuestas insisten en que el 70 por ciento
de los rusos quiere que se revisen las privatizaciones, que consideran corruptas.
Los políticos rusos no son ya más los funcionarios de un
Estado totalitario. En este sentido, son demócratas. En todo lo demás, carecen del menor
respeto por la voluntad del pueblo o el derecho de la ciudadanía. El pluralismo político
sí existe en Rusia, pero no la sociedad civil. De los 450 diputados de la Duma (Cámara
baja del parlamento), no todos son corruptos. Pero el fenómeno de la corrupción toca a
todos los partidos. La Comisión de Educación es la más limpia, porque en ese sector no
hay dinero, mientras que la de Finanzas es la más sucia. En marzo de 1998, en la
votación de investidura del premier Serguei Kiriyenko, el voto se pagaba 30.000 dólares.
Desde entonces, para escrutinios menos importantes, el voto vale apenas 2000 o 3000. Los
compradores de votos o de servicios están acreditados en la Duma, a veces incluso como
periodistas, pero en realidad trabajan para grandes bancos o empresas, y vienen cargados
de billetes.
La Duma no tiene poder. Para hacer pasar una moción de
desconfianza, hacen falta tres votaciones sucesivas en el mismo sentido, y así, de hecho,
los diputados están desprovistos de medios para derribar un gobierno. Un diputado
idealista pronto advierte que puede hacer muy poco, salvo enriquecerse. Todo el sistema
actual es un resultado del golpe de 1993, en el que Yeltsin envió los tanques al asalto
de la Duma. Después, hizo votar un sistema de poder muy personal. Hoy la
"familia" de la mafia presidencial es el más poderoso de entre los grupos de
poder. Pero también están el grupo de Luzhkov (el alcalde de Moscú), el PC, los
gobernadores "rojos", los gobernadores "blancos" (no comunistas).
* Politólogo ruso, investigador del Centro de Estudios Políticos Comparativos.
Publicado en Libération |