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Por Mariano Blejman A Mario Pergolini siempre le gustó el rock and roll. El martes a la noche, el Guasón de ojos azules se dio un gusto pendiente, el de parecerse a una estrella de rock y saludar a una multitud enfervorizada. Unas 3.500 personas gritaron, aplaudieron y se desternillaron de risa en el último programa de Caiga Quien Caiga, que intentó resumir sus cinco años de vida desde el Teatro Gran Rex. En el último corte, antes de despedirse públicamente, la risa sarcástica de Pergolini desapareció cuando cerró un pacto de confianza con la gente que asistió al teatro. Sepan que esto no es más que una hora y media de televisión. La televisión no es tan importante como todos creen, pasan otras cosas en este país que son más importantes. Lamentablemente este país nos dio mucho material para que nos divirtiéramos, y si bien muchas cosas van a seguir siendo iguales, si cada uno grita cuando tiene ganas de gritar, o ayuda cuando tiene que ayudar, no creo que mucha gente nos pueda pasar por encima, sentenció. En el comienzo, el Gran Rex tenía un aire de euforia similar al de un recital. Pergolini y sus secuaces también se veían entusiasmados, y no era para menos: muchos de los que asistieron al último show mediático del producto de Cuatro Cabezas crecieron viendo y escuchando a Pergolini. De ellos, nadie quería perderse la oportunidad de presenciar aquel acontecimiento. De alguna manera, muchos de los allí presentes sentían que aquel momento iba a quedar grabado en la memoria de por vida... o hasta que alguna vez decidan volver. Esa sensación de estar participando en una fiesta única quedaba plasmada en cada uno de los cortes, cuando aparecían en la pantalla gigante retratos de la historia de este país.En el primer corte, cuando la fiebre del inicio se había detenido, un Bill Clinton trucado enviaba una dedicatoria al equipo de CQC, y aparecía en pantalla Daniel Tognetti diciéndole al camarógrafo Vení, corramos como si fuera importante en el casamiento de Valeria Mazza. Tognetti regalaba calculadoras y ceniceros para que llegaran a las manos del dúo Mazza/Gravier en aquel famoso casamiento canje. Diego Armando Maradona fue ovacionado en cada oportunidad que su cara se vio en el aire, mientras que el tristemente célebre ex general Bussi y el ex carapintada Rico, cada vez que mostraban su cara, eran abucheados a tal punto que no podían escucharse las palabras. Durante el segundo corte, se vio en pantalla gigante a Juan Di Natale entrevistando a un vigilante de civil en operativo que intentaba, sin éxito, mostrarle a la gente la verdadera forma de cruzar las sendas peatonales. Un cuadro genial dejaba el remate de la nota, cuando Di Natale y el oficial terminaban comiendo medialunas de un transeúnte que había obviado las instrucciones del oficial.Sin lugar a dudas, el momento absolutamente inesperado fue cuando Pergolini recordando que en ese mismo teatro actuaban las Chiquititas de Telefé, decidió interpretar por su cuenta los pasos de baile e intempestivamente aparecieron a su alrededor un puñado de verdaderas Chiquititas, que lo acompañaron en un espectáculo que lindaba con el grotesco. Mario aprovechó la ocasión para utilizar su mejor defensa: reírse un poco de sí mismo. En otro de los cortes se vio a Roberto Giordano hablando un italiano patético, explicando que en Argentina son muy comunes los casamientos al estilo de Valeria Mazza y al incisivo Di Natale cuando salía a la calle y reinventaba el slogan La tenga larga o la tenga corta, vote siempre por La Porta. En los asientos del Gran Rex cientos de adolescentes festejaban cada ocurrencia del tandem del piso, que esta vez no era un estudio sino un teatro. Eduardo de la Puente, Di Natale y Pergolini ensayaban una puesta en escena deslumbrante, como si hicieran los arreglos de una orquesta que llegaba a su fin. También aparecieron en los entretiempos clips con imágenes de Woody Allen hablando sobre el programa y Adrián Suar, quiendijo soy admirador del programa. Los vi siempre hasta que este año apareció este programa... Campeones. Creo que han marcado un sello en la televisión. Fiel a su costumbre cáustica, Pergolini anunciaba a los televidentes que en los cortes iban a perderse unas cosas divertidísimas que estamos viendo acá en el teatro, incluso anunciando una actuación especial de los Rolling Stones que no se vería al aire.Un contrato es un contrato. Y Nacho Goano, cronista de deportes, se bancó el contrato que le significó aguantarse durante meses los insultos de la hinchada de River... siendo de River. Sacó su camiseta en público y festejó el reciente campeonato del equipo de Núñez. Ah dijo Pergolini así que era de River... no sabía..., ante la mirada cómplice de sus muchachos. Sobre el final hubo lugar para el discurso de despedida del líder de la banda, pero la gente en las plateas y el pullman pedía un bis, mientras retomaba otra vez la atmósfera de recital para gritar a voz en cuello que Caiga no se va. Bajo las luces, el staff completo, con sus trajes negros y camisas blancas, saludaba doblando la cintura, dándole a la última escena un aire innegablemente emotivo. El año que viene, todos estarán poniendo las caras en nuevos proyectos. Salvo el Guasón mayor, que ahora estará detrás de las cámaras y detrás de su nuevo proyecto en Internet, 4kstore.com. Hasta que llegue el momento de una nueva carcajada en público.
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