Víspera de
Nochebuena. Estados Unidos en alerta máxima. Las fronteras, los aeropuertos y
los pasajeros sometidos a un control casi impúdico. Las cartas y envíos
provenientes de Frankfurt inspeccionados a través de un sistema digno del próximo
milenio. Todos los paquetes eran sospechosos. Todos los extranjeros también.
Especialmente los de países islámicos: es que el multimillonario saudí y
fundamentalista Osama Bin Laden, oculto en su refugio talibán y considerado por
Washington el ideólogo de todos los atentados posibles en los próximos días, era el
sospechoso número uno. Pero ni una carta-bomba ni una explosión. Nada. Hasta
que el avión Airbus A-300 de Indian Airlines y sus 189 pasajeros fueron secuestrados en
pleno trayecto Nepal-Nueva Delhi. Con europeos, norteamericanos y un argentino
nacionalizado español, Carlos Falccione Rodríguez, a bordo. Durante las primeras 30
horas, los piratas-aéreos no reclamaron nada. Hasta que aterrizaron en Kabul,
la capital afgana y bastión talibán, y reclamaron la liberación del líder islámico
pakistaní Maulana Masood Azhar, que inmediatamente fue vinculado a Bin Laden. Los
secuestradores exigieron la libertad de Azhar y sus colegas, que están pudriéndose en
una cárcel india, para liberar a los pasajeros de la aeronave, confirmó un
comunicado de la Agencia Afgana de Prensa citando al encargado talibán de Asuntos
Exteriores, Wakil Ahmed Mutawakil. Recién cuando el avión fue autorizado a bajar en la
ciudad afgana de Kandahar se conocieron esos reclamos. Pero los pilotos de la aeronave ya
estaban peligrosamente cansados. No habían dormido durante las últimas 50
horas. El motivo: los secuestradores los obligaron a hacer escala en la ciudad india de
Amritsar, en la localidad pakistaní de Lahore y en Dubai, la capital de Emiratos Arabes
Unidos. En esa última parada, más de 30 mujeres y niños fueron intercambiados por
combustible. Y por motivos humanitarios las autoridades entregaron medicinas y
alimentos a los secuestradores. El toque sangriento fue el cadáver que bajaron del
avión: aparentemente sería un indio de 25 años. Y aún está en duda si realmente otros
cuatro pasajeros fueron apuñalados por los piratas sijs, de turbante y con
pistolas, granadas de mano y cuchillos, según el relato de uno de los ex rehenes. Pero el
conflicto no termina ahí. No sólo más de 150 pasajeros siguen encerrados en el avión y
rodeados por las milicias talibanes. La situación se agrava desde el momento en que la
India pidió a las autoridades afganas de facto que tomen parte en el asunto, cuando en
realidad Nueva Delhi no reconoce al régimen de Kabul. El ministro indio del Interior,
L.K. Advani, ya se había adelantado a esa situación al admitir que si el avión
aterriza en Kabul se crearía un espinoso problema, ya que la India no tiene embajada en
esa capital. Y efectivamente hubo un problema: los talibanes se negaron a mediar
entre los secuestradores y Nueva Delhi. Tal vez por temor a perder el apoyo de Pakistán
al régimen. El gobierno indio insiste en que salvemos a los pasajeros. Pero
pensamos que es muy arriesgado justificó ayer el ministro talibán
Ahmed Mutawakil; creo que debemos dejar que el avión se vaya. Aunque aún no
es claro si el secuestro excede los límites del conflicto regional entre la India y
Pakistán, el elemento que terminó de poner en alerta al gobierno estadounidense,
sumergido en plena psicosis de fin de milenio, es la supuesta relación del reclamado
Maulana Masud Azhar con Bin Laden, el hombre detrás de las explosiones de las embajadas
norteamericanas de Kenia y Tanzania en 1995 y ahora protegido por Kabul. Azhar es un
líder paquistaní que impulsa la anexión de la zona india de Kashmir a Pakistán y su
hermano Ibrahim sería uno de los cinco piratas que tomó el avión. Pero el dato que
avivó definitivamente el fantasma islámico en Washington es que Azhar es uno
de los líderes de Harkat Ul-Muyahidin, incluida desde 1997 en la lista de organizaciones
terroristas del Departamento de Estado norteamericano. En los últimos días, el
presidente Bill Clinton pidió a los ciudadanos estadounidenses que presten
atención a cualquier persona sospechosa. Ypuso como ejemplo de lugares
particularmente peligrosos a Jordania, Pakistán y Afganistán. Como si fuera poco, los
dos argelinos detenidos el domingo pasado en Seattle y Vermont, acusados de transportar
explosivos, siguen bajo sospecha de estar relacionados con organizaciones terroristas
financiadas por los billetes de Bin Laden. Para el régimen de Kabul, el alerta
norteamericano es un aviso de que si los intereses estadounidenses son atacados, los
talibanes serán los responsables y Estados Unidos reaccionará adecuadamente. Así
lo publicó ayer el diario árabe Al Hayat, citando una advertencia de
Washington según la cual cualquier acción terrorista cometida por los seguidores de Bin
Laden será considerada como un ataque auspiciado por Afganistán. ¿Se viene la
Operación Zorro Talibán?
MURIO JOAO FIGUEIREDO, ULTIMO DICTADOR DE
BRASIL
El fin de un dicto-demócrata
Quiero que me olviden. Considerando la respuesta a su muerte el viernes, el
deseo del general Joao Baptista de Oliveira Figueiredo, el último presidente de facto de
Brasil, parece todavía lejos de realizarse. Figueiredo fue recordado ayer por la clase
política brasileña como quien, además de concluir en 1985 el proceso de
democratización, ya en 1979 había firmado la histórica Ley de Amnistía, que permitió
el retorno de 4.500 personas exiladas por la dictadura. Por otra parte, su mano
dura en el gobierno (1979-85) significó que la reacción ante su muerte no fuera
universalmente de tristeza. Siguiendo una cautelosa vía media, el presidente Fernando
Henrique Cardoso afirmó el viernes que lamentó su muerte y declaró tres
días de luto, pero a la vez rehusó asistir ayer a su funeral. Es cierto que, como uno de
los artífices de la democracia brasileña, Figueiredo siempre fue una figura
incómodamente ambigua. Prefiero el olor a caballo que el olor a pueblo, fue
una de sus declaraciones más notorias. El líder del Partido de los Trabajadores (PT)
Luiz Inácio Lula da Silva destacó ayer su violenta represión a
los sindicatos y afirmó que mis recuerdos sobre él no son los mejores; no tengo
comentarios. En 1993, Figueiredo había confesado que estoy convencido de que
fui una bestia. Siempre pareció reflejar en su persona las contradicciones de un
cuerpo de oficiales profundamente dividido respecto al proceso de apertura
democrática. Su designación como sucesor del general Geisel (quien había iniciado este
proceso) fue opuesta por sectores reaccionarios en el Ejército. Como presidente sólo
confirmó los temores de estos últimos. Además de la Ley de Amnistía, reintrodujo el
multipartidismo al disolver el bipartidismo proscriptivo de la dictadura. Enfrentado
después a una campaña terrorista desde la derecha del Ejército, afirmó que iba a
encarcelar y reventar a quienes se opusieran a la transición democrática. A
mediados de los 80 la crisis económica (con una inflación anual de 250 por ciento) y la
falta de progreso en la democratización lenta pero segura le hicieron
enfrentarse con un enemigo nuevo para la dictadura: las protestas populares. En 1985 el
candidato presidencial opositor Tancredo Neves (Tancredo Never, se había
mofado Figueiredo) logró una victoria aplastante, para luego enfermarse fatalmente antes
del traspaso de poder el 15 de marzo. Ese día, Figueiredo se rehusó a entregarle la
banda presidencial al vicepresidente José Sarney y se retiró por la puerta trasera del
palacio. Sobre su escritorio, dejó la nota que se transformaría en su único testamento
político: Olvídense de mí.
LOS MILITARES DIERON UN GOLPE EL 24 POR LA
NOCHE
Navidad bomba en Costa de Marfil
Un grupo
de militares, al mando del ex jefe de la Junta de Defensa, el general Robert Guei, derrocó
en plena Nochebuena al presidente de Costa de Marfil Henry Konan Bedié. El ahora ex
mandatario está en el aeropuerto de la capital Abidján custodiado por tropas francesas.
El general Guei anunció en su primer discurso la creación de un Comité de Salvación
Nacional, que por lo visto tendrá mucho que salvar: el golpe fue caótico y los soldados
aprovecharon la ocasión para saquear prácticamente todos los negocios del centro de
Abidján.Todo había comenzado con un motín militar declarado el jueves en reclamo del
cobro de pagos atrasados y primas por intervenciones en contingentes internacionales de
paz. Como no llegaron a un acuerdo con las autoridades, los amotinados decidieron avanzar
hasta derrocar al gobierno. Es un golpe grotesco y retrógrado y hay que
resistirlo, había declarado el depuesto Bedié desde la embajada francesa en Costa
de Marfil. El gobierno de Bedié había subido el clima de tensión política en Costa de
Marfil al perseguir judicialmente al líder opositor Alasane Uatara. De hecho, en una de
sus primeras decisiones, las nuevas autoridades militares ordenaron la liberación de más
de una veintena de partidarios de Uatara. Hay que señalar un elemento fundamental,
y es que la democracia, las reglas de la democracia serán respetadas, declaró el
general Guei. Este es el primer golpe de Estado que ocurre en Costa de Marfil desde su
nacimiento como nación en 1960. Hasta ahora, había sido uno de los países más estables
política y económicamente de la convulsionada Africa.
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