Sólo
faltó Maradona", repiten en la Carpa Blanca. Es verdad. La convocatoria de los
maestros consiguió un consenso social impensado para el grupo que apostó al ayuno.
Fueron las imágenes de los "prestigiosos" y "famosos" reflejadas en
los medios nacionales e internacionales las que obligaron al menemismo a negociar con ese
gremio que había aprendido a disputarle en un terreno al que el entonces oficialismo era
tan afecto. El propio Menem osciló de la (des)calificación de "subversivos" a
la promesa, en una solicitada, de mejorarles los salarios. Eso sucedió en los primeros
cinco meses de esa carpa que visitaban Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Osvaldo Bayer,
Ernesto Sabato, Mercedes Sosa, Quino, Joan Manuel Serrat, Imanol Arias, Alfredo Alcón,
Julio Bocca, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, entre cientos de anónimos.
La tradición de educación pública en un
país forjado a partir de esa herramienta integradora fluyó como una reacción en medio
de la ola privatizadora que transformó --no implica una connotación positiva-- al país.
Los maestros se sintieron jerarquizados desde la solidaridad. Los millones de pesos
invertidos en infraestructura y equipamiento para las escuelas se precipitaron en un vaso
donde lo único visible pasó a ser la postergación salarial de esos trabajadores.
La persistencia de esa lucha pacífica
--reforzada por 12 paros generales y seis movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo--
obligó a idear alguna respuesta oficial. Una lucha que comprometió el cuerpo de miles de
militantes docentes. El gremio mostró una capacidad de organización difícil --casi
imposible-- de parangonar en un contexto de desmovilización sindical extrema. La CTERA se
posicionó en la secretaría adjunta de la Central de Trabajadores Argentinos.
Con Marta Maffei a la cabeza, desarrollaron
un discurso que trascendió lo reivindicativo salarial. Ahora, cuando el levantamiento de
la Carpa Blanca parece un objetivo deseado por todos empieza otra etapa. La reformulación
de las condiciones laborales docentes y la capacitación son los desafíos inmediatos para
los actores en pugna. El gremio dice estar dispuesto a la discusión. Los gobiernos
también, aunque los objetivos no siempre son coincidentes.
De uno y otro lado se encuentran con un país
donde el contraste socioeconómico entre las distintas provincias y dentro, inclusive, de
las mismas ciudades, amenaza con cristalizar la existencia de --al menos-- dos países. El
Fondo de Incentivo Salarial Docente es apenas un instrumento acotado pero refleja una
lógica que contraría al modelo: apuesta a nacionalizar la discusión sobre la política
salarial. Una apuesta que divide aguas mucho más allá de peronistas y aliancistas.
La Carpa Blanca fue una medida creativa, extrema, para
contrarrestar una política también extrema. Con el levantamiento, el gremio le da, de
hecho, un voto de confianza al nuevo gobierno. Y, espera, como contrapartida, el diálogo
con un ministro, Juan José Llach, al que nunca imaginó en ese lugar. El segundo de
Cavallo tampoco se imaginó teniendo que priorizar a ese actor por sobre sus convicciones.
Empieza una relación complicada, pero ineludible. |