Nunca
un conflicto regional estuvo tan cerca de una guerra nuclear como los enfrentamientos
fronterizos indo-pakistaníes por Kashmir, el único estado de la India con mayoría
musulmana. Desde el éxito de las bombas subterráneas que India y Pakistán explotaron en
mayo de 1998, Estados Unidos fue la voz cantante en un coro mundial de angustia por que el
conflicto de Kashmir encendiera uno más amplio, en el que las dos potencias atómicas
recién estrenadas hicieran un uso menos experimental, menos recreativo de las armas que
ahora son su orgullo. Y desde hace cuatro días, el temor global de fin de milenio por
atentados fundamentalistas se reveló verdadero precisamente en conexión con este
conflicto fronterizo: el secuestro de un avión indio por guerrilleros islámicos que
buscan la anexión de Kashmir a Pakistán fue el atentado más espectacular y mejor
cubierto en unas Navidades que todos preveían fértiles en víctimas.
Rusia pidió una reunión del Consejo de
Seguridad; la ONU habló con los secuestradores; el ministro de Relaciones Exteriores
indio Jaswant Singh (hasta ahora) rehusó negociar. Las ansiedades occidentales por el
secuestro tienen una historia que va mucho más allá, hacia el pasado y el futuro, que el
destino de los occidentales entre los secuestrados. Por un lado, los gobiernos que se han
dotado de programas nucleares antagónicos son fundamentalismos, con grupos
fundamentalismos aún más radicalizados en su interior a los que no saben cómo
subordinar. En la India triunfó el fundamentalismo hindú, que dejó atrás las décadas
de laicismo iniciadas en 1947 con la independencia del Imperio Británico de la que hoy es
la mayor democracia de la tierra. Lo mismo vale para la República Islámica de Pakistán,
que no es laica ni de nombre. A su vez, ni Estados Unidos ni la Unión Europea saben
tratar con el fundamentalismo.
Integristas o no, los gobiernos de estos
vecinos enemigos tienen aliados exteriores más pragmáticos, que a su vez están
enemistados entre ellos. El amigo indio tradicional es Rusia y el pakistaní, China.
Kashmir es el escenario anual de enfrentamientos armados. Desde 1947, los dos países se
enfrentaron en tres guerras. En este año que termina, ya se esbozó una cuarta, que
obligó a guerrilleros pakistaníes (entrenados en connivencia con los talibanes afganos)
a abandonar las posiciones que habían ganado en India. No es difícil anticipar qué
sentimientos gatillarían los islamistas si explotaran hoy, como amenazaron, el avión de
Air India. |