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El País Por Maite Rico Estos acuerdos, suscritos por el actual presidente, Alvaro Arzú, y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), pusieron fin a una guerra civil de 36 años, cuyas heridas siguen abiertas. El FRG, aseguró Portillo, se montará "en el tren de la paz". Con una participación del 41 por ciento, el triunfo de Portillo ha sido arrollador. Los casi 1,2 millón de votos logrados son una cantidad inédita en la historia de la reciente democracia guatemalteca. El control del gobierno, del Congreso y de la mayoría de los ayuntamientos ha convertido al FRG, en palabras de Ríos Montt, en una aplanadora "en manos del pueblo". Acompañado por su esposa, Evelyn, y por varios miembros de su equipo, Portillo mostró un tono conciliador en su primera comparecencia como presidente electo, en la medianoche del domingo. Reiteró que se desmarcará de los "grupos de poder" y prometió "sorpresas" a partir del 14 de enero, fecha en que tomará posesión. Al mismo tiempo, quiso lanzar un mensaje tranquilizador a los sectores que ven con prevención la llegada al poder del FRG, tanto por el discurso confrontativo de Portillo, que ha resucitado "la lucha de clases", como por la presencia en este partido de todo un sector militar (que encabeza el propio Ríos Montt) vinculado a los años más negros de la represión durante la guerra. A la misma hora, atrincherados en su cuartel general, los miembros del PAN lloraban su derrota. Quien no ocultó un ápice de su amargura fue el presidente, Alvaro Arzú, frustrado por la "incomprensión" de sus conciudadanos. "En donde construimos más obras, en los lugares más recónditos del país, fue donde menos votos sacamos", decía. "Vamos a ser como la salud, que la gente no se da cuenta de que la tenía hasta que la ve perdida." Después lanzó sus baterías contra el FRG. "Dejamos una Guatemala mejor a la que encontramos, a pesar de la crítica artera de muchos canallas." Identificado como "el partido de la burguesía", el PAN, dicen los expertos, no fue capaz de comunicar sus logros ni de frenar el resentimiento social que ha ido haciendo mella en una sociedad castigada por la exclusión y la pobreza, en la que el populismo portillista ha prendido con fuerza. Otros analistas ven como una tragedia el triunfo del FRG, al que el director del diario Siglo XXI, Lionel Toriello, calificaba de "coalición de rufianes, oportunistas y resentidos".
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