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“Cuanto más me odien, respeten o
teman, mejor estaremos trabajando”

El constitucionalista Rafael Bielsa, titular de la Sigen, quiere reformar este organismo de control, pide apoyo político y presagia una dura pelea con la AGN de Rodolfo Barra.

Bielsa dice que “normas de auditación hay, pero había clima de falta de control”

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Por Irina Hauser

t.gif (862 bytes)  "Cuanto más me teman, me respeten o me odien en la administración pública, mejor estaremos trabajando." Así se presenta Rafael Bielsa, a pocos días de asumir como titular de la Sindicatura General de la Nación (Sigen), el organismo encargado del monitoreo interno de las cuentas y el funcionamiento de todas las áreas que dependen del Poder Ejecutivo. Desde este lugar poco conocido, pero clave para el control de la corrupción, el constitucionalista rosarino prevé reformas que, dice, le darán autonomía. Y no descarta conflictos con la Auditoría General de la Nación (AGN), que comanda Rodolfo Barra. "Si la idea de restaurar el criterio de control no prospera, yo me voy a ir", asegura.

--¿Por qué la Sigen es tan poco conocida?

--Ese desconocimiento es la cosecha de diez años de menemismo, que se encargó de deconstruir todos los mecanismos de control. La cultura del control ha sido esmerilada con mecanismos como poner a cargo de los organismos a personas disciplinadas, o directamente liquidando esas áreas de control, como sucedió con el Tribunal de Cuentas, o logrando que no se acaten las recomendaciones de los órganos.

--Ahora puede aprovechar para explicar qué es la Sigen.

--Es un órgano de control interno del Poder Ejecutivo Nacional, de sus jurisdicciones y organismos descentralizados, de empresas y sociedades del Estado, métodos de procedimiento de trabajo, normas orientativas y estructura orgánica. También fija precios testigo para contrataciones del Estado e interviene en la consolidación de la deuda pública.

--¿Cómo se lleva el control a la práctica?

--Hay mecanismos constantes de fiscalización (y otros eventuales) que operan a través de Unidades de Auditoría Interna (UAI), que están en todos los ministerios y que vigilan la legalidad, la oportunidad, la razonabilidad de las operaciones patrimoniales. Pero los exámenes son posteriores a la realización de las operaciones. La Sigen señala las irregularidades, las comunica al Presidente, quien a su vez puede trasladarlas a la Oficina Anticorrupción o al Ministerio Público, o instruir a algún funcionario para que sea querellante.

--¿Cuál es la diferencia entre la Sigen y la AGN?

--La Sigen envía informes y sugerencias a los organismos donde se detectan apartamientos de las normas. La AGN ejerce un control externo e informa al Congreso. El accionar de ambas es parecido y puede coincidir.

--¿La Sigen y la AGN están destinadas a litigar?

--Parecería inevitable en función de los protagonistas. Yo no soy de temperamento fácil, ni lo es Rodolfo Barra. La ley nos obliga a coordinar tareas. Pero tenemos diferencias. Hubo un proyecto suyo que por ahora no prosperó para sacar a todos los gerentes. Mi criterio es opuesto: tiendo a proteger a los funcionarios de carrera. El año pasado, él, que también fue titular del ente regulador de los aeropuertos, publicó un artículo titulado "Entes reguladores: cuanto menos limiten, mejor". Es paradójico.

--¿Es obligatorio que el síndico eleve sus informes?

--Según un viejo dictamen, depende de su voluntad. Si el síndico es poco independiente, podría evitar elevar un tema de alto voltaje. Por otro lado, aunque no acatar las recomendaciones de la Sigen sea una falta grave, hasta ahora no se ha hecho un seguimiento de ese acatamiento.

--¿Va a proponer cambios en la normativa para que eso cambie?

--Sí, claro, hay que modificar la ley 24.156. Un problema serio es que las UAI dependen jerárquicamente del ministro de Justicia, o sea, controlan a sus superiores y esto resta independencia de acción. Esto hay que reformarlo. Y para que se acaten las sugerencias de la Sigen hace falta recuperar la cultura organizacional del control, coordinando y nivelando todos los órganos que lo ejercen. Tampoco se trata de que la Sindicatura sea la nave insignia. Normas de auditación hay, lo que ha faltado es decisión política, había un clima de falta de control.

--¿Qué otras reformas se harán?

--A la manera del pool de Milán de mani pulite, mi idea es que el jefe de cada grupo de trabajo no tiene que ser el de mayor categoría sino el que sabe más sobre el tema a investigar. Para eso se reformará totalmente el reglamento. Otra modificación normativa a plantear es que el dinero por servicios de auditoría externa que presta la Sigen (a pedido de empresas o terceros países) ya no vaya a Economía sino que quede para la Sindicatura. Esto ayudará a generar más recursos propios sin tener que incrementar el Presupuesto actual, de 26 millones de pesos.

--¿Qué le tocará fiscalizar de la gestión de Menem?

--Muchísimas cosas. Por ejemplo, el funcionamiento de los ministerios en el último año en cuanto a dinero, aplicación de reglamentos, de todo.

--¿Cuáles son sus objetivos en este nuevo cargo?

--Ahora a la Sigen hay que dotarla de herramientas, cambios normativos y organizacionales. Y tendría que haber una verdadera decisión del Presidente, que es a quien yo reporto, para que ante irregularidades detectadas se cumplan las recomendaciones de la Sigen. Si esto no es así, y la idea de restaurar el criterio de control no prospera, yo me voy a ir. Vine aquí para que este órgano controle las políticas públicas derivadas de los planes de reforma que maneja la Secretaría de la Presidencia.

--¿Cuáles ve como mayores desafíos en su función?

--Este lugar lleva a pelearse con mucha gente, no para ser amado. Cada ministro a quien se le haga una observación podría pensar que le están obstaculizando su tarea. Me gustaría que éste sea un órgano expeditivo, moderno, que la administración pública le tema y respete. Cuanto más me teman, me respeten o me odien, mejor estaremos trabajando.

--¿Cómo piensa lidiar con eso y asegurar su propia independencia?

--Se trata de manejarse en función de tener razón, de ser sólido jurídicamente, de tener convicción, poder de comunicación, de tratar de que la gente sepa cómo son las cosas, de tener apoyo político.

--La lucha contra la corrupción es eje de los discursos del Gobierno. ¿El proceso perfilado es comparable al de otro país? ¿Habrá cambios rápidos?

--No. El mani pulite en Italia, por ejemplo, sólo pudo ser por la presencia de un Poder Judicial que se había legitimado. En la Argentina esto no pasa, no hay actores fuertemente legitimados. El proceso será matizado.

--¿Qué tema le preocupa en lo inmediato?

--Además del PAMI, donde estamos trabajando, me preocupa un estudio que hizo la Sigen para la conversión de sistemas para el año 2000 en algunas áreas. A mi juicio, hay posibilidades de que problemas ligados a la falta de compatibilidad informática traigan inconvenientes que redunden en apagones. Le pedí una reunión a Héctor Rodríguez y Jorge de la Rúa con la idea de formar un comité de crisis, definir áreas estratégicas y aclarar responsabilidades.

 

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