Al llegar al bar lo primero que un visitante desprevenido pensaría es que los parroquianos han sido víctimas de un derrumbe. La barra es un muestrario de muletas, bastones, vendas, yesos, cuellos canadienses. Hasta la señorita Nancy lleva un brazo en un coqueto cabestrillo rosa pastel. Lo cierto es que últimamente todos hemos sufrido accidentes de tránsito. Un colectivo que se metió dentro de un negocio, un taxi que se tragó una columna, un subte que perdió el control, un tren que frenó brutalmente. Nos quejamos de la inseguridad del transporte. Esta noche nos visita un hombrecito de gafas, tomador de cerveza, y es el único que está entero: --Estas cosas les ocurren a la gente que no es precavida y anda revoloteando por el mundo como una mariposa a merced de los caprichos del viento. A la larga se liga un ramazo. El que toma los debidos recaudos no sufre accidentes. --Oíme, querubín, ¿vos estás tratando de insinuar que acá somos todos tarados? --le pregunta la señorita Nancy. --Lo único que faltaba es que venga uno de afuera a hacerse el gracioso con la desgracia ajena --dice Espoleta. --Acabamos de conocernos, pero me parece que éste no va a ser el comienzo de una larga amistad --dice el Gallego. --No quise ser ofensivo. Sólo quería transmitirles que yo nunca sufro accidentes de tránsito porque elaboré un método. Cuando terminaron de privatizar los medios de transporte me dije: la avaricia hará que disminuyan los controles de seguridad, acá hay que pensar algo rápido y con criterio científico. Me metí en los archivos computarizados de las compañías de seguros, me ayudé con información policial, recorrí las hemerotecas, estudié matemáticas y ley de probabilidades. Compilé un monumental mapa de accidentes. No quedó nada librado al azar. Mi punto de arranque fue el principio milenario que dice: el rayo nunca cae dos veces sobre el mismo árbol. Si alguna vez jugaron a la ruleta me van a entender fácil. --¿Qué tienen que ver la meteorología y los juegos de azar con los accidentes del transporte de pasajeros? --Todo. Y cuando digo todo les aseguro que es todo. Yo tengo una martingala: esperar que durante siete bolas no salga tercera docena y entonces empezar a jugarle. Con el transporte se aplica exactamente al revés. La línea de ómnibus más segura es la que tuvo un accidente hace cinco minutos. Es altamente improbable que choque de nuevo en el mismo día. Por consiguiente, cuanto más se aleja un transporte del último accidente, más se acerca el momento en que pueda producirse otro. Si me hacen un poco de espacio en el mostrador y el dueño del establecimiento lo permite, voy a proceder a mostrarles mi fixture del día de la fecha. Abre el portafolios y extiende una cartulina con columnas de diferentes colores, números, cruces y flechas. --El lila corresponde a las líneas de colectivos, el marrón a los taxis, el plateado a los aviones, el negro a los subtes, el azul a los trenes. La información madre está en el disco rígido de mi computadora. La alimento permanentemente. Cada mañana, antes de salir a la calle, me tira un reporte actualizado. Rojo para los transportes en peligro, amarillo para los dudosos y verde vía libre. Veamos los borrados de hoy. Las líneas que por el momento no se pueden tomar en esta zona son las 63, 45, 38 y 135. Hace como un año que no chocan. No pongan un pie en el estribo hasta que vuelvan a tener un accidente. --Ingeniero, ¿cómo viene el 57 que es el que tomo yo? --Todavía no se lo aconsejo, espere un par de meses, utilice otra línea aunque tenga que caminar unas cuadras. Excepto el interno 16 que chocó anoche. --¿Y si no tenemos ninguno cerca que nos sirva? --Hagan combinaciones, acá está todo especificado. Sacamos papel y lápiz y cada uno arma su itinerario a partir del gran fixture que está sobre el mostrador. --Para llegar sano y salvo a casa tengo que hacer seis combinaciones, mi mujer me mata --dice uno. --Siempre será menos penoso que lo mate su mujer a que lo haga un colectivo. En eso estamos de acuerdo. --Nunca más accidentes --decimos. --Amigo --dice el Gallego--, lo suyo es impresionante. Desde el pararrayos que no se inventaba algo tan bueno para la protección de las personas. Este establecimiento gustosamente patrocinará una guía si decide publicarla. La casa lo invita una copa. |