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Por Felipe Yapur "Disculpe, el jefe quiere hablar con usted", dijo uno de los hombres jóvenes de civil mientras le ponía la mano en el hombro al premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Los jóvenes eran, obviamente, policías de civil, y el jefe el comisario de la seccional 6ta. adonde lo trasladaron en un auto no identificado a raíz de una denuncia por desobediencia. La presentó la fiscal contravencional Giocco luego de que el díscolo Nobel mediara, unos minutos antes, entre ella y el grupo de jubilados que todos los miércoles manifiestan frente al Congreso por un incremento del haber mínimo, y que habían interrumpido el tránsito por Rivadavia. Pérez Esquivel, titular de la entidad defensora de los derechos humanos Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), participaba ayer de la tradicional manifestación de jubilados para brindar por el año que termina con agua y pan, pero todo se modificó cuando los dirigentes de la clase pasiva se enteraron de que el Parlamento estaba votando el presupuesto 2000. Inmediatamente cruzaron y cortaron la avenida. Todo indica que esta decisión fue lo que molestó a la fiscal, quien ordenó que habilitaran el tránsito. Fue en ese momento que Esquivel intervino "para evitar la violencia. Le expliqué que eran unos minutos y los jubilados volvían a su camioneta. Además le indiqué que la presencia ya de la policía era una provocación". Y efectivamente eso fue lo que ocurrió. Pérez Esquivel brindó con agua, comió el pan, habló de la necesidad de que se dé respuestas a los reclamos de los jubilados y explicó que muchos de estos problemas surgen a causa de la deuda externa que los gobiernos continúan pagando. Una vez terminado, el premio Nobel se dirigió a la Carpa Blanca de los docentes, pero no llegó porque en la esquina con Callao, donde funcionó la tradicional Confitería del Molino, se le acercaron los policías de civil para comunicarle la novedad. Esquivel aseguró a Página/12 que la decisión de la fiscal de ordenar su detención se debió obviamente a "una falta del sentido común", y agregó que "intenté que el problema que se generó entre la policía y los jubilados por el corte de la calle no terminara en violencia. Pero ella confundió lo legal con lo justo". Calificó además como una actitud "intempestiva" su detención por parte de la Policía Federal, aunque reconoció que los efectivos "obedecían las órdenes de la fiscal". Una vez en la seccional, Pérez Esquivel fue informado de que un médico forense lo iba a revisar porque estaba detenido. "No voy a negar que lo que pasaba en la comisaría me provocó más gracia que bronca", indicó el presidente del SERPAJ. Mientras esperaban la llegada del médico, una comunicación telefónica incomodó a los efectivos de la seccional, era el ministro del Interior, Federico Storani, quien quería hablar con el desobediente Nobel, para considerar poco después el hecho como "un lamentable incidente". Luego llegó otra llamada, esta vez fue el ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra. "Por favor, señor Esquivel, entienda. Nosotros no tenemos problemas con usted, sólo cumplimos con las órdenes de la fiscal", se confesó uno de los oficiales de la Federal, al tiempo que le extendía un mate como buscando amenizar la espera. Pérez Esquivel salió en libertad pocos minutos después y se fue a su casa de San Isidro. Pero a la sede del SERPAJ llegaron dos policías para preguntar, como ocurre cuando se inicia una causa por desobediencia, si el Nobel bebía alcohol, se drogaba o era proclive a los desórdenes. Los militantes del SERPAJ dijeron que "por lo general es bastante pacífico".
ASCENDIERON MILITARES IMPUGNADOS POR EL CELS Entre los más de cien militares cuyos ascensos fueron avalados por el Senado, hay dos efectivos que fueron cuestionados por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Los legisladores aprobaron sus promociones al confirmar, por unanimidad, las designaciones de la cúpula de las Fuerzas Armadas realizadas por el gobierno nacional. El teniente coronel Pedro Plou, responsable de la Base de Apoyo Logístico de Paraná, fue impugnado por el CELS porque "mantuvo un férreo silencio acerca del caso del soldado voluntario Maximiliano Aguirre, golpeado en setiembre de 1998 por un suboficial, al punto de que debió ser internado en el Hospital Militar, padeciendo una hematuria". El teniente coronel Guillermo César Viola está mencionado como represor en el listado "Como los nazis, como Vietnam, los campos de concentración en la Argentina", escrito por el periodista Alipio Paoletti. Viola aparece en el capítulo XI: "La multinacional de la represión. La siniestra coordinación de las tiranías latinoamericanas". En los casos de Plou y Viola, los senadores no se hicieron eco de las impugnaciones del CELS. En cambio, la Comisión de Acuerdos postergó la resolución de otros ascensos que también habían sido cuestionados por el organismo de derechos humanos. Se trata de los tenientes coroneles Rafael Braga, Rodolfo Mugica, Alejandro Duret y Alejandro Richetta, y el capitán de fragata Pedro Florido. Tal como publicó Página/12 Braga, Mugica, Duret y Richetta están mencionados como represores en los legajos de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) y Florido ordenó a un detenido-desaparecido del centro clandestino de la Escuela de Mecánica de la Armada la confección del pasaporte argentino falso con el que fue detenido en Francia Licio Gelli, de la Logia Propaganda 2. Además, según denunció el CELS, Florido tuvo un "nefasto desempeño" en la Universidad del Sur, en 1976; a partir de 1977 fue asesor legal del Grupo de Tareas que funcionó en la ESMA. Actualmente, Florido es quien arregla los problemas judiciales de los marinos que investigan más de lo que la Armada considera conveniente. En la cúpula de las Fuerzas Armadas quedaron aprobadas las designaciones de los generales de división Ricardo Brinzoni como jefe del Ejército y Juan Carlos Mugnolo como jefe del Estado Mayor Conjunto. Lo mismo ocurrió con los flamantes jefes de la Armada, vicealmirante Joaquín Stella, y de la Fuerza Aérea, brigadier mayor Walter Domingo Barbero. Entre los ascensos a oficiales aprobados en el Senado se encuentran los generales de brigada Eusebio Jurczyszyn, Rodolfo Cáceres, Alejandro Carullo, Pacífico Britos y José Uceda; los brigadieres César Magnano, Horacio Rodríguez y Héctor Pergolini; y los contraalmirantes Alvaro Vásquez y Héctor Alvarez.
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