The Guardian de Gran Bretaña
Por Suzanne Goldenberg Desde Nueva Delhi Los piratas que
tienen secuestrados a 160 pasajeros en un fétido avión indio desde hace una semana
redujeron ayer el precio de su libertad al dar un paso atrás en sus demandas, que
amenazaban con romper el frágil equilibrio de las trabadas negociaciones. Gracias a la
presión de la milicia talibán, que gobierna de facto el 80 por ciento de Afganistán y
que actúa como el disgustado anfitrión en el drama de la ciudad sureña de Kandahar, los
islamistas armados aceptaron ceder dos de sus reclamos para liberar a los rehenes. El
argumento que funcionó como la llave para destrabar el conflicto fue simple: los
talibanes lograron convencerlos de que pedir efectivo por las cabezas de sus rehenes era
una actitud antiislámica. Los soldados talibanes que fueron autorizados a
ingresar en el avión para retirar los desechos y limpiar los baños aseguraron que los
pasajeros ya no tienen los ojos vendados y que estaban manejando bastante bien su
encierro, a pesar de que se veían pálidos, cansados y exhaustos. Un militar
comentó que escuchó a uno de los pasajeros cautivos hablando y riendo. Y agregó que vio
a otros jugando a las cartas, al ajedrez y a juegos de mesa, mientras otros leían diarios
y revistas. Parecían relajados, agregó. El ministro indio de Relaciones
Exteriores, Jaswant Singh, describió la situación de los rehenes como confortable,
a pesar de las malas condiciones y del encierro largo y forzado. Tienen a su disposición
medicinas y cuidado médico. Ha sido provista la máxima atención posible para mantener
las condiciones de higiene y sanidad en la aeronave. Un funcionario indio que llegó
hasta Kandahar junto al equipo negociador enviado por el gobierno de Nueva Delhi
describió que un ingeniero indio fue autorizado a entrar en la cabina del piloto el
martes para realizar trabajos de reparación y mantenimiento. Pero dos de los
secuestradores le apuntaron todo el tiempo a la cabeza y al pecho, y el técnico no tuvo
permiso para abandonar la cabina ni ver a los pasajeros, precisó.Informaciones anteriores
habían señalado que los aeropiratas cuya organización ya secuestró a dos
británicos y a otros tres turistas occidentales en 1995 liberarían a sus 160
prisioneros a cambio de que el líder paquistaní actualmente preso en una cárcel india,
Mohammed Massoud Azhar, fuese puesto en libertad. En la noche del martes, los captores
habían exigido a los negociadores indios 200 millones de dólares, la exhumación y
entrega del cadáver de Sajjad Afghani, fundador de la organización Harkat-ul-Mojahedin,
y la liberación de otros 35 militantes encarcelados.En un comienzo pareció que la puja
en las demandas pondría un freno para que las negociaciones dieran resultado. Pero
entonces los talibanes se plantaron como mediadores a pedido de Nueva Delhi, después de
un prolongado encuentro entre líderes religiosos (shura). El encargado talibán de
Asuntos Exteriores, Abdul Wakil Mutawakil, confirmó que el régimen persuadió a los
secuestradores de que no sería una acción acorde a los principios islámicos reclamar un
rescate en dinero por los pasajeros secuestrados ni pedir la exhumación del cuerpo de
Afghani, que fue asesinado en junio durante un incidente sospechoso al que el gobierno
indio calificó como un motín en la cárcel en la que estaba detenido. Los captores
declaman su militancia islámica: pertenecen a la agrupación Harkat, enfrentada con el
gobierno de Nueva Delhi por el estado indio de Kashmir, el único de mayoría musulmana y
que pretenden anexar a Pakistán.Esta concesión parece haber abierto la puerta para que
las negociaciones continúen. Pero el desenlace de la crisis no parece lo
suficientementerápido para los talibanes. La milicia islámica está cada vez más
preocupada por la dramática situación y teme ser acusada como responsable si todo
termina en un final sangriento. El ministro talibán Mutawakil lo sintetizó
ayer en pocas palabras: Si los indios no encuentran una solución para este
problema, nuestra próxima medida será pedirles a los secuestradores que se retiren
inmediatamente. Si no, los forzaremos.
IRANIES VENDEN SUS ORGANOS PARA ASESINAR A
RUSHDIE
Riñones para matar al hereje
Más de
500 iraníes se han comprometido a vender sus riñones a fin de reunir fondos para
cumplimentar cuanto antes el asesinato ritual de Salman Rushdie, acorde con la sentencia
de muerte emitida contra el autor británico de origen indio hace diez años. Se asegura
que este bizarro proyecto de recolección de fondos fue ideado por milicias islámicas en
la ciudad santa iraní de Mashhad, donde obtuvieron el respaldo de funcionarios de la
fuerza de élite de la Guardia Revolucionaria. Detalles del plan fueron difundidos por el
diario Kayhan, que representa a la corriente fundamentalista islámica. El diario informó
que 508 personas, incluyendo a seis musulmanes que no eran iraníes, habían prometido
vender uno de sus riñones. La ley islámica les permite a sus fieles ofrecer sus órganos
a la venta al mejor postor. Un banco de órganos del Estado supervisa ese proceso. Kayhan
dijo que se publicarían por Internet mayores detalles del proyecto de venta de riñones,
en un intento de atraer apoyo internacional. En 1989, el difunto Ayatollah Khomeini
emitió una fatwa instando a que Rushdie fuera asesinado en castigo por la supuesta
blasfemia que había cometido en su extensa novela Los versos satánicos. El año pasado,
el gobierno iraní declaró que ya no buscaba lastimar al escritor, lo que le permitió a
Rushdie salir a la superficie y comenzar algo parecido a una vida normal luego de pasar
una década oculto. La noticia de ayer fue un desagradable recordatorio de que la fatwa es
un decreto religioso, emitido al margen de la autoridad de un gobierno secular que es
incapaz de derogarlo, por lo que para muchos musulmanes se mantiene siempre vigente. El
distanciamiento con respecto a la fatwa del gobierno iraní fue visto como un esfuerzo
genuino de lograr contactos con Europa, que abrirían la posibilidad de mayor comercio e
inversiones. Pero la contienda entre el presidente iraní Mohammed Khatami y los
fundamentalistas islámicos que intentan mantener viva la visión de un estado coránico
de estricta observancia continúa con toda su fuerza, y el destino de Rushdie
perdonarle la vida o ajusticiarlo permanece imbricado con la batalla
ideológica interna. Poco después de que el gobierno del presidente Mohammed Jatami se
apartara de la fatwa, una fundación islámica conservadora, Khordad-15, ofreció una
recompensa de 2 millones y medio de dólares por la cabeza del escritor, suma que aumentó
después a 3 millones. La fundación declaró repetidas veces que la fatwa seguía en pie.
La asociación de Estudiantes del Hezbollah en la universidad de Teherán ofreció por su
parte una recompensa, menor, de 300 mil dólares. El año pasado, Kayhan había informado
de otra recompensa: una pequeña aldea en la costa del mar Caspio había ofrecido parcelas
de tierra, un huerto grande, una casa y diez alfombras para cualquiera que matara al
escritor. En febrero, el Ayatollah Hassan Saneii, el líder de Khordad-15, emitió una
declaración en la que afirmaba que la idea de la aniquilación de Rushdie sigue
estando muy vigente, y sólo espera el momento apropiado para ejecutarse.
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