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Fernando de la Rúa pidió ayer comprensión al pueblo argentino por la reforma tributaria que dispuso la Alianza. A nadie le gusta promover nuevos impuestos, pero el país no puede funcionar con un agujero fiscal y con una situación de crisis, continuó el jefe de Estado, al asumir personalmente la tarea de justificar la aplicación del paquete impositivo. Pero al mismo tiempo, De la Rúa se esforzó en remarcar que la responsabilidad final por esa medida es del gobierno anterior. Les pido no pensar tanto en los impuestos, sino en el déficit que nos dejaron, señaló. La Alianza utilizó ese argumento durante la discusión de la ley en el Congreso, buscando descargar el costo político en el menemismo. El Gobierno presentó ante la opinión pública la decisión de aumentar los impuestos como la única alternativa posible para reordenar la economía. Y ante las críticas por incluir en el paquete incrementos tributarios a productos de consumo masivo, como los cigarrillos, las gaseosas, el agua mineral y la cerveza, el Presidente destacó que sólo el 9 por ciento de los aumentos recaen sobre los sectores populares. Yo dije que el ajuste lo haría la política, y estamos haciendo un recorte de gastos nunca visto. Lo estamos promoviendo en los sueldos de los funcionarios de todo el país, por dar un ejemplo, subrayó De la Rúa. En línea con las expresiones del primer mandatario, Horacio Pernasetti, jefe del subloque radical de la Cámara de Diputados, enfatizó ayer que no somos responsables de la herencia. Si no hacíamos esto (por el aumento de impuestos), estábamos engañando a la gente. Nos eligieron para gobernar con responsabilidad, y no podemos hacer demagogia. Tenemos que bajar el déficit, aseguró. El diputado también se hizo eco del discurso habitual de economistas ortodoxos para explicar la necesidad de elevar los ingresos tributarios. Necesitamos estos recursos, porque si no bajamos el déficit, no baja el riesgo país, ni las tasas de interés, y no habrá reactivación, consideró. Lo mismo sostuvo Roque Fernández en las dos oportunidades que envió al Congreso proyectos de ley de reforma impositiva. Hubiera sido muy malo que el paquete impositivo no pasara por el Congreso, porque habría puesto en riesgo el modelo, evaluó Manuel Solanet, economista que integra el consejo directivo de la ultraliberal consultora FIEL. De todos modos, reconoció que subir impuestos reduce la capacidad de consumo, y por ese lado la medida es recesiva. Pero por el otro consolida la confianza de los inversores, lo que tiene un impacto reactivante. Idéntica lectura realizó el ex viceministro de Economía Orlando Ferreres, quien ocupó el cargo cuando Menem le ofreció la conducción del Ministerio de Economía al grupo Bunge & Born. No se puede festejar la suba de impuestos, pero esto ordenará las cuentas públicas, expresó. Su conclusión es que el gobierno priorizó la cuestión del riesgo país, y eso es correcto. En cambio, el tributarista Horacio Casabé, quien trabajó antes de las elecciones en el Instituto Programático de la Alianza, cuestionó que el esfuerzo de esta reforma está focalizado en los sectores medios, y que todavía no se hizo nada en las rentas del sector financiero, en las rentas del capital y en los dividendos girados al extranjero. No sé exactamente qué está pasando con el equipo económico continuó, pero me da la impresión de que se han estrechado los márgenes en la política argentina para avanzar sobre sectores que se enriquecieron muchísimo en la última década, especialmente las que trabajan en mercados monopólicos. Finalmente, De la Rúa prometió que ahora se avanzará con los planes sociales y los programas para las pequeñas y medianas empresas.
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