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Por Roque Casciero Fue uno más de sus típicos arranques. Se levantó y dijo: Hoy quiero tocar. Y así, sin más publicidad que unas notas radiales que concedió por la mañana y al comenzar la tarde, Charly García concretó un concierto de despedida del año, de la década, del siglo, del milenio en que, además, presentó los temas del compact Charly & Charly en vivo en Olivos. El ámbito fue el Centro Cultural Plaza Defensa, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, que Charly presentó el disco que grabó cuando fue a visitar al ex presidente Carlos Menem en su residencia oficial en una dependencia manejada por el gobierno radical de la ciudad. El show convocó a 500 fans (varios desembolsaron a regañadientes los ¡30 pesos! a los que se vendía el disco de edición limitada) y a unos cuantos curiosos habitantes de San Telmo, que entraban al recinto en ojotas e incluso arrastrando la correa de algún perro asustado.En Plaza Defensa una suerte de gran galpón bien arreglado pero con sonido defectuoso se exhibió hasta ayer la instalación de García titulada La casa de la pasión. Por ese motivo, el músico cayó a tocar varias veces sin previo aviso. El show del miércoles sí había sido anunciado, pero a las 20, la hora del comienzo, Charly todavía no llegaba. Los rostros preocupados de algunos miembros de su banda hacían temer que el músico no se presentaría. Sin embargo, entró como una tromba, con cara de cansancio, vestido con una camisa de impecable blanco y con un resto de pintura roja en su cuello. Enseguida se sentó al piano y tocó la obertura de Pasión (muy parecida a Serú Girán, el tema que le dio nombre a su banda de fines de los 70), la sinfonía que compuso para ser estrenada en el Teatro Colón. Pipo Cipollatti leyó el Manifiesto Satán Claus una especie de poesía gauchesca que provocó muchas risas y luego presentó al grupo Leonor Manson. Esto es, García y sus muchachos: María Gabriela Epumer en guitarra, Diego Murray Dubary en bajo, Mario Serra en batería, Erica Di Salvo en violín, Mariela Chintalo en saxo y Gabriel Said en percusión.De inmediato atronó El chico del fin de semana y El peso, dos de los nuevos temas incluidos en Charly & Charly en vivo en Olivos. Le siguió otro: Poseidón, muy gracioso, con Cipollatti como invitado y el estribillo de Hey, Jude (Beatles) en el final. A eso le enganchó el cover de Con su blanca palidez (cuya grabación permanece inédita) y luego Cuchillos, que dedicó a Mercedes Sosa (seguro que está escuchando por telepatía, comentó Charly). Antes de un obligado intermedio, la banda arremetió con Uno a uno (de El aguante). Para ese entonces casi nadie podía ver a los músicos. Como no había escenario y la gente que estaba adelante se había parado, empezaron los empujones de quienes estaban más atrás. Muchos se resignaron a no ver y dejaron la sudorosa fricción por los primeros lugares: cerca de la puerta del local se podía escuchar y bailar se dedicó a escuchar y bailar con tranquilidad.Cuando volvió la calma, García retornó ataviado de rojo y presentó la parte más fuerte del set: enganchó demoledoras versiones de los clásicos Cerca de la revolución, Promesas sobre el bidet (ambos de Piano bar), Pasajera en trance (Tango), Rezo por vos (Parte de la religión) y Los dinosaurios (Clics modernos). Durante el tercero de los temas se permitió una ironía más en su lucha verbal con Andrés Calamaro: ¿No vieron un bate de béisbol por ahí? Yo no tengo miedo, miedo tenés vos, escupió. Al final de la seguidilla de canciones memorables la gente ardía, pero no hubo bises, pese a los pedidos del público. A decir verdad, no tenían mucha razón de ser: el show fue casi una fiesta privada de la banda a la que, por esas cosas que tiene García, fueron invitados unos cuantos fans.
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