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Por Patricia Chaina La decisión de volver con América Noticias en su edición del mediodía es una de las novedades con las que América recibe el 2000: para su conducción fue elegida Rosario Lufrano, ex Telefé Noticias. Alejada de la TV de aire desde el 31 de diciembre de 1998 cuando Telefé concretó un despido masivo en sus noticieros, Lufrano mantuvo durante el 99 un programa periodístico en el cable en Plus Satelital y un ciclo en Radio Continental. Pero desde el 17 de enero a las 12 volverá al juego que más le gusta, acompañada en este caso por Claudio Pérez, del servicio de noticias de América TV. Ese informativo abrirá la programación del canal que además mantendrá el espacio de noticias a 19, con Néstor Ibarra y Mónica Gutiérrez y el de las 20, con Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana. El comienzo de este año se define por su antítesis con 1999, que arrancó dejando sin aire a muchos noticieros. ¿El resurgimiento de ese formato tiene que ver con el nuevo mapa político del país?Creo que la movida de sacar duró poco, aunque hay canales donde ya no hay noticieros porque se transformaron en programas con alguna información periodística. Por eso es necesario que vuelva a haber informativos y programas periodísticos, sobre todo por una necesidad de la gente. Y ojo que la gente es muy exigente, no quiere cualquier cosa. No comparto la teoría de que la TV da lo que la gente quiere y justifica productos malos aduciendo que a la gente le gusta. La gente pide calidad y, cuando se la das, te eligen. ¿Qué elementos deberían estructurar un noticiero?La información. Prefiero que no caiga en el golpe bajo para tener un poco más de rating. Un noticiero trabaja con la realidad y a veces alguna realidad da más rating que otra. Por lo general las desgracias son lo que más rating tiene. Y como a veces se compite con ficciones, hay que tener cuidado en qué se hace para levantar el rating, porque una ficción puede embarazar a la protagonista o dejarla ciega. No podemos especular con la realidad ni distorsionarla. Hay que mostrar lo que pasa y de manera interesante. Creo que no es necesaria la catástrofe ni la mala noticia para llamar la atención de la gente.Este año el periodismo abusó de la catástrofe policial, incorporando el hecho de ser interlocutores preferenciales...El problema es la falta de seguridad que se dramatiza cuando hay, por ejemplo, una toma de rehenes. Los informes se vuelven lo más parecido a una película, y no puede ser. Un diálogo con delincuentes, en caso de que se decida llevarlo a cabo, tiene que ser encarado por profesionales. No es trabajo del periodista. Pero en la Argentina el vacío de poder es importante, y el periodismo tomó un lugar que no le corresponde. Pero si alguien golpea a la puerta del Ejecutivo y no contestan, va al Legislativo o al Judicial y tampoco, entonces llama a los medios, y los convierten en algo que no son. Hay que mostrar el problema, no interferir en él. Ni dar soluciones, porque no las tenemos. Alguien tiene que empezar a poner límites. Lo ideal sería que lo hagan los poderes facultados para eso. ¿Qué características personales cree que se tuvieron en cuenta para convocarla?Creo que eligieron mi estilo. Un conductor no arma un noticiero, eso lo hace la gerencia de noticias y el editor. Pero el perfil, la seriedad o el prestigio lo pone el conductor. Tengo claro que no soy la vedette de la pantalla porque lo importante es la noticia. Y tengo un vocabulario sencillo, trato de llegar a la gente. Creo que por estar tan expuestos, nuestro capital es la credibilidad. Que la gente confíe en que lo que uno dice es cierto. Y tanto en radio como en TV, la gente me ha seguido siempre.
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