








|
El Buen Inversor
Cuidado con las esquirlas
Brasil es un fantasma que asusta cada tanto. Por ahora sólo
atemorizó a los financistas sin explotar como tantas veces se
anunció. Cardoso se juega a aprobar el paquete fiscal en enero.
Por Alfredo Zaiat
Por Alfredo Zaiat
Es una bomba que siempre está a punto de estallar. Cada tanto en la city todos se refugian en sus trincheras esperando la explosión. Pero hasta ahora la mecha encendida se ha apagado invariablemente en el último tramo. Brasil avanza así, asustando a los inversores más que produciendo daños por su eventual desmoronamiento. Los operadores están acostumbrados a ese juego y especulan con la amenaza de la detonación. En los últimos días, en el recinto de Buenos Aires muchos financistas miraban al cielo aguardando las esquirlas brasileñas, luego de que se difundiera que en el último mes del año el gobierno de Fernando Henrique Cardoso perdió 5000 millones de dólares de reservas.
Poco importó que ése era el monto previsto por las autoridades brasileñas por el cronograma de vencimientos de la deuda. Analistas de los principales bancos de inversión internacionales destacaron, y con razón, que si existiera una fuerte corriente de confianza hacia el Plan Real, el ingreso de capitales hubiese más que compensado la salida de divisas. También es cierto que Cardoso está jugando cartas bravas en su pulseada con los inversores, al decidir reducir cinco puntos la tasa de interés para ubicarla en el todavía altísimo 35 por ciento anual.
Brasil enfrenta la desconfianza general de los inversores y la defensa de su tipo de cambio atrapado en una trampa que es bien conocida por los corredores argentinos, cuando no existía el corsé de la convertibilidad. Esa trampa consiste en pretender contener la fuga de reservas con altas tasas de interés, pero éstas, a la vez, espiralizan la carga de la deuda interna y externa. Cuando se intenta disminuir el veloz crecimiento de la deuda disminuyendo la tasa, los inversores que han aprovechado esas exageradas rentas prefieren realizar las ganancias y reclaman los dólares para depositarlos en playas más tranquilas. Esa pérdida de reservas incrementa la sospecha sobre la perdurabilidad del plan económico, dudas que se intentan despejar con una zanahoria más grande: una tasa de interés más alta. Y así se vuelve al comienzo, con arcas debilitadas y el crédito devaluado.
En el mercado existe consenso de que la única manera que tiene Brasil de recuperar la confianza de los inversores sin tener que subir las tasas es aprobando los capítulos pendientes de la reforma fiscal comprometida con el Fondo Monetario internacional. Un grupo importante de inversores, encabezado por Mark Mobius, rey de los mercados emergentes y hombre que maneja el fondo Templeton, piensa que el mes próximo Cardoso logrará pasar por el Congreso lo que falta de la reforma, fundamentalmente el referido al previsional.
Como la mayoría de los pronósticos que se difunde diariamente en la city, el de Mobius debe ser tomado con pinzas. Nadie en el recinto tiene la bola de cristal para saber lo que sucederá, pero a ciertos personajes se les da más crédito que a otros. Y en la rueda predomina el ánimo de creer cualquier cosa mientras sea positiva para los negocios bursátiles. Como se sabe, a los financistas les gusta correr en manada..
|