Por Claudio Zlotnik
El gigante dormido se despertó de su larga siesta, abrió los ojos y a medida que se despereza va volteando los objetos que encuentra a su paso. La pelea ahora es por limitar sus movimientos a una superficie acotada. Para lograrlo le acercan la comida a sus pies, para evitar que vaya en su búsqueda y continúe con los destrozos. Pero todos saben que los alimentos son limitados y que, en algún momento cercano, el gigante irá por más. De hasta dónde llegue dependerán los daños que produzca. Sin más fronteras que sus propios deseos, la gran incógnita pasa por saber si existe el arma necesaria para liquidar a la bestia antes de que sus garras filosas destruyan a todo el vecindario.
Por ahora, en Brasil no encontraron el antídoto que aplaque la crisis. Una semana atrás, cuando el gobierno de Fernando Henrique Cardoso apostó a dejar flotar libremente el real para enfrentar las turbulencias y el mercado respondió positivamente, algunos en la city creyeron que el camino hacia la salida había empezado a dibujarse. Pero no. Enseguida quedó claro que, una vez desatada la corrida, es difícil saciar el apetito de los especuladores. Con escasas reservas, el Banco Central de Brasil está intentando llenar ese vacío vendiendo los dólares que le reclaman. Pero la reacción instintiva no alcanza. La sensación de hambre no se atenúa. Y el gigante amenaza con desbocarse y romper en mil pedazos el corralito en el cual intentan tenerlo dominado.
Todo lo contrario, los brokers sacan cuentas del nivel que podría alcanzar el dólar esta semana en Brasil: entre 1,90 y 2,50 reales es la banda más repetida en la city. En cambio, nadie puede arriesgar si es a alguno de esos valores que el real encontrará su equilibrio definitivo. Es en este contexto que los financistas suponen que al país vecino le queda una sola alternativa: reestructurar la multimillonaria deuda compulsivamente. Si no -analizan- en Brasil habrá hiperinflación. Lo que está claro es que el esquema implementado la semana pasada se está agotando, a pesar de que el Congreso brasileño se decidió a aprobar el ajuste fiscal.
Como no había ocurrido desde el tequila, en la city resurgieron las especulaciones sobre una posible corrida contra el peso. Sin que Cardoso y su equipo económico den con la llave que abra las puertas a la solución a su crisis, los financistas suponen que la convertibilidad podría ser desafiada por un ataque especulativo. La idea de Carlos Menem de redoblar la apuesta y atar un acuerdo monetario con los Estados Unidos para cerrarle las puertas definitivamente al fantasma de la devaluación pasó inadvertida entre los corredores. Con toda la atención puesta en cada movimiento que se produce en el país vecino, en la city descreen de una solución de ese tipo para los urgentes tiempos que corren. Si el real sigue perdiendo terreno frente al dólar, la ola especulativa no tardará demasiado en arribar a estas playas, razonan en el microcentro. Mientras tanto, los mercados viven el día a día si- guiendo el valor del real. Y de su cotización dependen los distintos humores. Pero, en el fondo, los financistas saben que será complicado aplacar al gigante. La crisis amenaza con hacer trizas todo lo que encuentre a su paso.