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David Cufré

“Hay una manera de mirar el cambio: será por agregación. No habrá un giro de 180 grados. Eso no existe más en la Argentina. Es un cambio por acumulación de pequeños cambios.” La máxima pertenece a Pablo Gerchunoff, alfil de José Luis Machinea, y dice más de lo que parece. Ya sea que en diciembre se coloque la banda presidencial Fernando de la Rúa o Eduardo Duhalde, la definición de Gerchunoff marca los límites y las intenciones de los equipos económicos que los acompañan. Jorge Remes Lenicov, número puesto para la titularidad del Palacio de Hacienda en caso de triunfo del justicialismo en las elecciones de octubre, define lo mismo como “trabajo de sintonía fina”.

Los economistas de la Alianza y del duhaldismo coinciden en los diagnósticos y en la mayor parte de las propuestas, que en rigor son casi idénticas. Le dicen vade retro a la devaluación y hablan de mejorar la distribución del ingreso. Apertura comercial sí pero Aduana “Mister Magoo” no, enfatizan. Remarcan su adhesión al mercado y, a la vez, cuestionan los monopolios y la carencia de competencia. Lo que viene es el modelo prolijo de la era menemista. “Si vamos a hacer funcionar el sistema capitalista, que funcione de verdad”, acota Gerchunoff.

Pero aún restan siete meses para el desembarco. Los equipos y quienes los encabezan se preparan para ese momento, pero no descuidan el hoy. El último jueves Machinea, referente económico de la Alianza y quien cuenta con mayores chances para convertirse en ministro de Economía de De la Rúa, se llegó hasta el despacho de Roque Fernández para analizar los temas coyunturales.

Machinea pidió precisiones sobre la evolución de las cuentas públicas, quiso saber la proyección oficial sobre la recaudación de impuestos y le reclamó a Roque que no tome decisiones que comprometan su gestión. Al ministro le sirvió esa presencia para presentarla como un respaldo al ajuste fiscal de 1000 millones, que lo tuvo a mal traer la última semana. Dijo que él también quiere una transición ordenada. Pero al día siguiente efectuó una operación de canje de deuda que, en los hechos, implica la transferencia de vencimientos al próximo gobierno. Ese tipo de maniobras son las que inquietan a Machinea y a Remes Lenicov. Este último, había estado hace dos lunes charlando con Roque sobre los mismos temas.

El presidente del Banco Central, Pedro Pou, también es un problema para la Alianza. Por ley tiene asegurada su permanencia en el cargo por los próximos cuatro años. En el bunker de Machinea dicen que no lo van a sacar, pero apuestan a que el Congreso lo haga. A Remes Lenicov también le gustaría tener un hombre de su riñón en ese sillón estratégico, pero cuenta a su favor con que uno de los actuales directores del Central, Aldo Pignalelli, forma parte de su equipo más cercano.

Todas las semanas los colaboradores de Remes Lenicov se reúnen en la cómoda oficina que Alejandro Mayoral tiene en plena city porteña. Participan, además de Mayoral (se encarga de los temas de comercio exterior), Ricardo Gutiérrez (ex secretario de Hacienda de Cavallo, ahora analiza temas impositivos y de presupuesto), Jorge Sarghini (actual ministro de Economía de Duhalde, quien mantendría el cargo de ganar Carlos Ruckauf en la provincia), Jorge Todesca (política laboral), Carlos Sánchez (ex viceministro de Cavallo, en el equipo que coordina Todesca), Ignacio Chojo Ortiz (sigue los temas de producción), Eugenio Díaz Bonilla (economía internacional), José Barbero (inversión pública), Marcelo Kohan, Juan Carlos Pessoa (ambos en el estudio de las economías regionales), Eduardo Ratti y Oscar Really (ambos en políticas regulatorias).

Una idea que baraja Duhalde pero que a Remes no le convence es crear el Ministerio de la Producción, tal como ocurre en la provincia de Buenos Aires. Para ese eventual puesto se menciona al actual gobernador de Mendoza, Arturo Lafalla. También tendrían chances otros mandatarios provinciales: Jorge Busti (Entre Ríos) y Jorge Obeid (Santa Fe). “Creo que en este momento se requiere mayor unidad de gestión”, comentó Remes a Cash, quitándole posibilidades a esa opción. En la Alianza también se analizó en algún momento dividir el Ministerio de Economía. Por un lado quedaría la parte de Hacienda, a cargo de Adalberto Rodríguez Giavarini y, por la otra, el Ministerio de la Producción, con Machinea a la cabeza. Sin embargo, Raúl Alfonsín y Chacho Alvarez, los principales respaldos de Machinea, prefieren que el ex presidente del Banco Central tenga a su cargo toda el área económica. Rodríguez Giavarini todavía apuesta a ocupar el lugar que hoy ostenta Roque, pero pone mayor cantidad de fichas a la jefatura de la Cancillería. El equipo de Machinea lo integran Gerchunoff, Roberto Frenkel (analiza política macroeconómica), Guillermo Rozenwurcel (finanzas), José María Fanelli, Aldolfo Canitrot, Alfredo Fólica (coordinan un equipo de estudio de la política tributaria y de gasto público), Susana Lumi, Eduardo Sguiglia (ambos en política social) y Oscar Cetrángolo (políticas educativas). También reciben aportes en temas presupuestarios de Daniel Montamat, economista aportado por Rodolfo Terragno. En materia laboral asesora Marcelo Bustos Fierro, también abogado de la CTA.

Duhalde le confió la cuestión económica a Remes, pero tiene como hombres de consulta a Miguel Angel Broda y Guillermo Calvo. De la Rúa, por su parte, cuenta con los equipos que coordinan Machinea y Rodríguez Giavarini, pero le presta atención a los consejos de Fernando de Santibañes, ex presidente del Banco Crédito Argentino. Para uno y otro, esos gurúes les aseguran una mejor llegada al establishment que, por su parte, no ven con malos ojos a Remes, Machinea y Rodríguez Giavarini. No obstante, al sector económico más poderoso le seduce que los candidatos a presidente le presten una oreja a las recomendaciones de Broda, Calvo y De Santibañes.

Para quien asuma como ministro de Economía en diciembre, todo se tratará de mantener un delicado equilibrio. Nadie quiere sacar los pies del plato.


Jorge Remes Lenicov, el hombre para Economía de Duhalde
“Defender a la empresa nacional”

Eduardo Duhalde dice tener resuelto quién será su ministro de Economía si se impone en las elecciones de octubre: Jorge Remes Lenicov. En su casa de La Plata, el economista recibió a Cash para transmitir cuáles son las ideas que baraja para su eventual gestión en el Palacio de Hacienda. También arrojó definiciones sobre la caliente coyuntura económica.

-¿Cuáles son los problemas más serios que tendrá que afrontar si se convierte en ministro de Economía?

-En términos genéricos, la economía tiene tres problemas centrales. Uno es el de la falta de competitividad, que se agravó por las devaluaciones de Brasil, Chile y Japón, y por la apreciación del dólar en el mundo. En la medida que aumenta la competitividad, los países crecen más y mejoran su nivel de vida. El segundo problema es la distribución del ingreso, tanto a nivel de salarios de bolsillo, como en lo que hace al desempleo y a las dificultades que tienen las pymes y las economías regionales. El tercer problema, más allá de ser de origen social, es la cuestión de la educación. Lo incluyo como tema económico porque si no tenemos buena educación, se pierden posibilidades de generar empleos y de mejorar la competitividad y la distribución del ingreso.

-¿Cómo piensan resolver en el corto plazo esas cuestiones que son estructurales?

-Los tres problemas se plasman en lo que está pasando actualmente. Vamos a terminar el año con un déficit en la cuenta corriente importante, algo más de 4 puntos del PBI (más de 12 mil millones de dólares), con un déficit fiscal del orden del 2 por ciento (6 mil millones), y con un desempleo superior al 12,4 por ciento de la última medición. Para dar respuesta a estos problemas se requiere, por un lado, tener un marco macroeconómico equilibrado. En ese sentido, seguimos pensando en que hay que sostener la convertibilidad, lo que se hizo en privatizaciones y continuar con la independencia del Banco Central. Pero dentro de lo macroeconómico hay que hacer algunas consideraciones adicionales. Estoy pensando en la Ley de Convertibilidad fiscal, para poner un límite a la presión tributaria y bajar impuestos, y un límite al gasto público para ir hacia el equilibrio fiscal. También hay que exigirle al Estado que aumente su productividad y gaste eficientemente.

-¿Habrá una nueva reforma del Estado?

-La macro ordenada es una condición necesaria, pero no suficiente para mejorar los puntos conflictivos de la competitividad. Lo que hace falta es cambiar la concepción que tenemos del Estado. Hoy existen todos los nombres de secretarías y todos los programas que funcionan en el mundo. Para las pymes hay una multitud de programas específicos. Pero muchos de ellos están vaciados de contenido. Entonces no es una cuestión de nombres ni de crear estructuras. Lo que hay que cambiar es la actitud del Estado.

-¿Se refiere a la adopción de políticas activas?

-Me refiero a un trabajo de sintonía fina y de gestión. La etapa que está por venir es muy distinta de la que transitamos entre 1989 y 1994, que fue muy intensa en legislación. La que viene será una etapa muy intensa en gestión de lo legislado. Cuando digo actitud del Estado me refiero a una presencia activa. Por ejemplo, si una empresa constructora argentina no puede participar en licitaciones en otros países, porque fijan límites u otorgan ventajas a las compañías nacionales, nosotros deberíamos hacer lo mismo. Por qué nosotros vamos a ser menos defensores de las empresas nacionales que los demás.

-¿Usted hubiera aceptado la venta de YPF a Repsol?

-En primer lugar, el Estado no debió haber vendido el 14,9 por ciento de YPF a una sola empresa. Eso habilitó la oferta que ahora hace Repsol. La venta de esas acciones debió haber sido atomizada, para impedir que una compañía se quede con todo YPF. Repsol no es más eficiente que YPF, sino que puede comprarla porque consiguió un crédito a 3,75 por ciento.


Diferencias y coincidencias

El discurso de los economistas de la Alianza y del duhaldismo es tan similar que hasta cuesta encontrar matices que los diferencien. En los temas centrales sobre el funcionamiento de la política económica los acuerdos son tantos que hasta parecen que fueran un solo equipo. Al Banco Nación ambos le asignan un carácter estratégico para desarrollar políticas activas, aseguran que no será privatizado y que el objetivo central es asistir a las pymes. Ninguno quiere fijar regulaciones para el sector financiero que limiten los costos administrativos y las tasas. Pero creen que los intereses son muy elevados y que el Banco Central debe manejar los encajes con mayor flexibilidad e impulsar la competencia.

La Alianza planea una reforma tributaria, aspirando a incrementar de 2,8 a 4,5 puntos del PBI la recaudación de Ganancias, para eliminar aportes patronales y los gravámenes a los sellos y a los Ingresos Brutos. Al equipo de Remes también le interesa suprimir los impuestos al trabajo, pero quiere mantener la actual estructura tributaria, acentuando la fiscalización de la DGI. Machinea explora la idea de separar la Aduana y la DGI, hoy unidas bajo la estructura de la AFIP. En cambio, los duhaldistas prefieren mantener el sistema actual.

En cuanto a revisar las renegociaciones de contratos que hizo el gobierno con las empresas privatizadas y de peaje, unos y otros lo descartan. Sin embargo, quieren que se sancione una ley que dé mayor poder a los entes de control y que su trabajo, al mismo tiempo, sea fiscalizado por el Congreso. Pero se oponen a la creación de un “superente”. Un aspecto que consideran crucial es reformar nuevamente el Estado, para hacerlo más eficiente, a fin de que recaude y gaste mejor.

En el terreno laboral, la Alianza se inclina por mayor descentralización de las negociaciones y podría diseñar un fondo de capitalización que reemplace el actual sistema de indemnizaciones. En líneas generales, el equipo de Remes está de acuerdo, pero prefiere esperar para dar definiciones, atendiendo a que dentro del duhaldismo existen fluidas relaciones con el sector sindical.


Pablo Gerchunoff, mano derecha de José Luis Machinea
“La Alianza no será gobierno para devaluar”

Pablo Gerchunoff es la mano derecha de José Luis Machinea. Es una suerte de ingeniero que interviene en todos los procesos de armado de política económica en la coalición. En este reportaje con Cash, anticipa cuáles serán los ejes principales de una eventual gestión de Machinea en caso de que Fernando de la Rúa sea presidente.

-¿Los persigue la idea de que se piense que la Alianza va a devaluar?

-El problema central que afronta hoy la economía es la falta de competitividad. Eso no se soluciona con una devaluación. Lo hemos dicho cien veces y lo vamos a seguir diciendo todas las veces que sea necesario: la Alianza no será gobierno para devaluar. No lo vamos a hacer porque la convertibilidad presenta costos enormes para salir. Es una economía muy dolarizada en el sistema financiero; la deuda pública está dolarizada y los contratos privados están dolarizados. Por lo tanto, una devaluación rompería la estructura de la economía. La quiebra de credibilidad sería imposible de soportar.

-¿La convertibilidad sigue siendo funcional o se convirtió en una pesada herencia?

-Si fuera una pesada herencia, nos alcanzaría con cambiarla. Estoy diciendo algo más. Si sopeso en una balanza costos y beneficios, mantener la convertibilidad tiene hoy más ventajas que desventajas. Ahora, no resuelve el problema de competitividad. Aquí lo que hace falta es una batería de medidas muy compleja.

-¿Qué incluiría?

-Hay que hacer una inyección de competencia muy fuerte en todos los mercados; un cambio de la estructura tributaria que tienda a eliminar los impuestos al trabajo y los gravámenes distorsivos; hace falta una reforma administrativa del Estado. Cuando hablamos de los precios de los peajes, del gas, del combustible, del funcionamiento de las AFJP, de mercados que no actúan en forma competitiva, estamos hablando de los problemas que debemos resolver para mejorar la competitividad.

-¿Qué hará la Alianza en el mercado laboral?

-Nosotros decimos: ni dolarización, ni reducción de salarios. Ninguna de las dos cosas sirve. La primera es una fuga hacia adelante. La segunda es una medida que afecta a los sectores populares y no resuelve el problema de competitividad en el largo plazo.

-¿Están pensando en introducir mayor flexibilización?

-Estamos totalmente en contra de la idea de una deflación de salarios. También estamos en contra de un régimen de contratación laboral y de negociaciones laborales que no defiende a los trabajadores, y que le da mucho poder a una pequeña casta de sindicalistas. Si uno es antimonopólico en el funcionamiento de las empresas, también debe ser antimonopolista en este otro terreno.

-¿Impulsarán la negociación por empresas?

-Creemos en la flexibilización interna de los mercados de trabajo. No se trata de puro mercado, pero también se trata de que en las empresas pueda haber cierta libertad de negociación.

-¿Habrá una reforma tributaria de la Alianza?

-La estamos estudiando. Va por el lado de la eliminación de los impuestos al trabajo para los productores de bienes transables, en una primera etapa, y después para todos. También queremos suprimir impuestos distorsivos nacionales y provinciales, como a los sellos y a los ingresos brutos. Pero para eso tenemos que bajar la evasión y la elusión, sobre todo en Ganancias. Actualmente ese impuesto recauda el equivalente a 2,8 puntos del PBI. Aspiramos a que al final de nuestro gobierno llegue a 4,5 puntos.

-¿Echarán a Pedro Pou, presidente del Banco Central?

-Vamos a respetar la ley. Si la pregunta es si yo quisiera tener un presidente del Central que no fuera Pedro Pou, la respuesta es sí. Ahora, si me pregunta qué vamos a hacer para lograrlo, la respuesta es nada. Tengo que asumir cosas que no me gustan.