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Por Roberto Navarro

Los bancos rechazaron cheques por un valor total de 7312 millones de pesos el año pasado. Con semejante monto se pueden comprar 562 mil Volkswagen Gol cero kilómetro o 24 millones de televisores de 20 pulgadas o 2400 millones de kilos de asado. Un poco de todo eso se compró, pero no se pagó o, en todo caso, se bicicleteó el desembolso del dinero. El monto en dinero de los cheques rechazados es uno de los secretos mejor guardados por el Banco Central. Ese dato, conseguido en exclusiva por Cash, es un claro indicador de la magnitud de la recesión y de las secuelas que dejaron en las empresas y en los particulares las repetidas crisis financieras que se sucedieron desde el efecto tequila hasta la actualidad. El año pasado hubo 2,3 millones de cheques rechazados, 43 por ciento más que el año anterior y más del doble que en 1995. Este año la situación siguió empeorando: en los primeros cinco meses los bancos cerraron 38.177 cuentas corrientes, 31 por ciento más que en el mismo período de 1998. La proyección del monto de cheques rechazados para 1999, de acuerdo con la presente evolución, alcanza a unos 8500 millones de pesos.

El hecho de que aún en 1996 y 1997, años de fuerte crecimiento económico, la cantidad de cheques rechazados siguiera aumentando, muestra que la restricción del crédito que afecta a la economía desde la crisis mexicana, lejos de ceder, se incrementó. Desde el sistema bancario se relativiza el incremento de los cheques rechazados indicando que no es muy superior al crecimiento de la bancarización. En 1996 los bancos atendían a 1,7 millones de cuentacorrentistas y hoy a 2,9 millones. Pero la cantidad de cheques emitidos se mantiene constante desde 1994 en alrededor de 100 millones anuales. En ese período el monto promedio de los cheques se redujo de 4100 pesos a 2650 pesos. Disminución que indica el ingreso al sistema de clientes que usan la cuenta para uso particular. El monto promedio de los cheques rechazados es más alto: 3272 pesos. Cifra que, según los especialistas, señala una fuerte participación de comerciantes y pequeños productores y empresarios.

Para Daniel Novak, economista y socio de la consultora CEdEI, “la dificultad para acceder al crédito de grandes capas de la sociedad, entre las que se destacan empleados que cobran sus sueldos en negro y pequeños empresarios, es un fenómeno que se profundizó en los últimos años y que afecta el desarrollo del circuito comercial” (ver aparte). El otro factor que los economistas señalan como responsable de la ruptura en la cadena de pago es la volatilidad. En los períodos buenos, los consumidores gastan más y los comerciantes acumulan stocks. Ambos se endeudan. Cuando el ciclo se interrumpe de golpe, no pueden cumplir los compromisos contraídos.

Según un informe de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa, el 58 por ciento de los 145 mil inhabilitados por el Banco Central para operar como cuentacorrentistas son pymes. La estrategia de los bancos en los últimos años fue destinar sus fondos al crédito para grandes compañías y al consumo. A la mayoría de las pymes les quedó, como único medio de financiamiento, un acuerdo de sobregiro en cuenta corriente, que generalmente arreglan de palabra con el gerente de la sucursal. Así realizan las compras con cheques posdatados y, si no llegan a cubrirlos, utilizan el descubierto. Pero en cada una de las recientes crisis financieras los bancos redujeron o directamente eliminaron esos acuerdos, dejando a los empresarios, en medio de una crisis, sin ayuda crediticia.

“Los empresarios, entrenados en convivir con hiperinflaciones, tasas de interés exorbitantes y recesión, encuentran distintas estrategias para seguir operando y evitar que se produzca una ruptura en la cadena de pagos”, señaló a Cash Raúl Lamacchia, titular de la Coordinadora de Actividades Mercantiles. Horacio Roca, director de la Cooperativa Arrocera Domingo Faustino Sarmiento, explicó a Cash que “ante la falta de efectivo y de crédito, los productores correntinos recurren al trueque para hacerse de los insumos, pagando agroquímicos y semillas con granos”. Lo mismo hacen los algodoneros del Chaco: “El 60 por ciento de los productores chaqueños ya perdieron sus cuentas corrientes. Sólo podemos pagar con producto”, señaló a este suplemento Juan Carlos Obejero, presidente de la Cooperativa Toba.

Los mayoristas de comestibles, donde se proveen los almaceneros, todos los días reciben la mala noticia que cheques depositados fueron rechazados por falta de fondos. Eulogio Blanco, secretario de la cámara que agrupa al sector, comentó a Cash que para no recibir cheques, los mayoristas incentivan a los comerciantes a que les paguen con los cupones de tarjetas de crédito y tickets que reciben de los consumidores. “Les descontamos menos que las entidades emisoras y así evitamos el riesgo de los cheques”, afirmó. José Dotro, propietario de Calera San Justo, que provee de materiales de construcción a corralones y empresas, aseguró a Cash que para recibir cheques exige el armado de una carpeta de crédito. “El que no acepta paga en efectivo”, remarcó.

Los problemas financieros no son exclusividad de las pymes. En lo que va del año cinco grandes compañías no cancelaron vencimientos de Obligaciones Negociables (ON) por un valor total de 687 millones de dólares. El efecto es doble porque cuando los grandes no consiguen dinero afuera, se fondean en los bancos con sede en el país, pagando una tasa superior, pero, además, desplazando del mercado de crédito a las empresas más chicas.

La decisión del Banco Central de exigir a los bancos mayores previsiones cuando prestan a tasas superiores a un techo, y la de bajar en forma automática la calificación de una empresa cuando tiene un atraso superior a 60 días fueron aportes que fortalecieron el sistema financiero. Pero significaron otra vuelta de tuerca en el proceso de restricción del crédito. La mejor idea que tuvo hasta ahora el titular del Central, Pedro Pou, para reducir la cantidad de cheques rechazados fue la directiva que dio esta semana luego de verificar que en mayo habían crecido un 42 por ciento con respecto al mismo mes de 1998: “Cuando den el número de rechazados no cuenten los que vienen de vuelta por falta de firma o fecha, así parecerán menos”, ordenó.


Blanqueo para los inhabilitados
El indulto vale mucho

En abril pasado el Poder Ejecutivo decidió un blanqueo para los 145 mil inhabilitados por el Banco Central para operar en cuenta corriente. Las personas y empresas tienen hasta octubre para pagar una multa que va de 1000 a 10.000 pesos y así conseguir la ansiada amnistía. Pero en los dos meses que pasaron desde que rige el jubileo los interesados por conseguir el perdón oficial no llegan al 10 por ciento del total. Las cámaras que agrupan a comerciantes y pymes culpan del fracaso a las elevadas multas para obtener el perdón.

En muchos países la banca central no tiene la potestad de inhabilitar a los cuentacorrentistas. Para Alfredo Vicens, gerente general de la empresa de informes comerciales Veraz, “los bancos son los que más conocen a sus clientes y pueden decidir mejor si deben seguir operando o no. Muchos excelentes empresarios pueden tener un mal momento y no merecen que los pongan en la misma balanza que a los demás”, afirmó a Cash.

En 1995 el Banco Central endureció las normas que rigen las operaciones en cuenta corriente. Hasta ese momento sólo se inhabilitaba a las personas que tenían cinco cheques rechazados en un mismo banco y a las empresas que tenían tres. Con la nueva reglamentación el Central consolida los cheques rechazados que los cuentacorrentistas tienen en distintos bancos. Además, cualquier cliente puede ser inhabilitado por dos años por emitir ocho cheques con errores formales (mal confeccionados).

Esta no es la primera vez que el Gobierno fracasa en su intención de rehabilitar a los cuentacorrentistas que quedaron en el camino. En 1996, para palear las secuelas del efecto tequila, el Ejecutivo decretó un jubileo que sólo reincorporó al 15 por ciento de los inhabilitados.


Miguel Peirano, economista de la UIA
“Se desnaturalizó el uso del cheque”
-Cómo se llegó a más de siete mil millones de pesos de cheques rechazados?

-La principal razón es que en el país se ha desnaturalizado el uso específico que debería tener el cheque, que es sólo una orden de pago. La falta de crédito obligó, principalmente a los pequeños empresarios, a financiarse emitiendo cheques posdatados. En cuanto al monto, que es sorprendentemente grande, es una especie de enorme emisión espuria que se utilizó para adquirir bienes y servicios que en muchos casos no fueron pagados.

-¿Qué se debería hacer para modificar esta situación?

-Una de las causas es la vulnerabilidad a los shocks externos que termina restringiendo el crédito aún más y eso es difícil de solucionar por el momento. Pero lo que sí se podría hacer es generar una mayor relación entre el sector financiero y el productivo. Hoy los bancos prefieren financiar el consumo y le huyen al riesgo que significa prestarle a una pyme.

-¿No es lógico que los bancos les limiten el crédito a empresas que en la actualidad se muestran vulnerables?

-Es cierto. Es evidente que, si no hay reglas de juego estables en materia fiscal, laboral y de política de comercio exterior, se hace imposible evaluar con precisión la factibilidad de una empresa. Pero ésa no es una responsabilidad de los empresarios sino del Gobierno. Los que quedaron después de diez años de ajuste y apertura son los mejores; lo que necesitan son las condiciones mínimas para desarrollarse.

-¿Cómo sobreviven las pymes sin crédito?

-Corren al banco todos los días y cuando les cierran la cuenta abren otra a nombre de la mujer o de la suegra. En las recientes crisis financieras los bancos llamaban a los clientes y les daban cinco días para cubrir el descubierto. El que no llegaba le cerraban la cuenta. Y fue una metodología de trabajo, no un grupo de excepciones. Los que mantienen un acuerdo de sobregiro pagan tasas del 70 por ciento anual. Ha habido una transferencia colosal de recursos hacia el sector financiero.


Daniel Novak, socio de la consultora Cedei
“El Central discrimina a las pymes”
-¿Por qué aumenta la cantidad de cheques rechazados aun en años de crecimiento económico?

-El modelo de crecimiento de la década se caracterizó por aperturas y cierres de empresas constantes. Mientras algunas mueren, otras nuevas nacen y muchas de éstas también caen al poco tiempo. Las empresas de servicios ocuparon el lugar dejado por la industria. Pero además, se dio un fenómeno de cuentapropistas que abrieron miles de parripollos, canchas de paddle, agencias de remises y otros negocios que fracasaron. Cada cierre es una cuenta cerrada. Y en muchos casos provoca un efecto dominó que arrastra a los que recibieron los cheques y terminan cayendo todos.

--¿Se van a seguir incrementando o es un proceso que termina?

-Depende de la política económica futura. En estos años tuvimos un ajuste con limpiezas de tipo darwinista, en el que los más débiles fueron cayendo. Y también habrá que ver el desarrollo de los mercados internacionales. Las crisis financieras de México, Asia, Rusia y Brasil llevaron a la economía a un proceso que los economistas llamamos stop and go, en el que por momentos se crece fuertemente y de golpe se frena. Eso genera desacoples de stock en las empresas, que derivan en desajustes financieros.

-¿Cómo incide el Banco Central en el tema?

-La mayoría de las normas que instrumentó el Central en los últimos años fueron beneficiosas para el sistema financiero, pero discriminatorias para muchos sectores, principalmente para las pequeñas empresas. Cuando un banco le presta a una pyme está obligado a previsionar una mayor cantidad de fondos por posibles pérdidas. Así se restringe el acceso al crédito de los que más lo necesitan.