Por Osvaldo Bayer El sorpresivo cambio no comenzó justo al cumplir
doce años. No, un poco después. Todo fue lento, de a poco.
Si bien la gente no quería creer lo que se iba informando, los
acontecimientos al sucederse, lentamente y sin ruido, se fueron imponiendo.
Todo comenzó con una tapa de Página/12 que informaba y
lo demostraba gráficamente que a monseñor Laguna
le estaba creciendo el pelo. Muchos creyeron que se trataba de un milagro
que premiaba al cordero de Dios. El segundo paso fue otra contratapa
que los mostraba caminando juntos a monseñor Laguna éste
ya con trenza a retaguardia y al titular de la SIDE, el hasta
ese momento todopoderoso Anzorreguy, dueño de presupuestos y
teléfonos. El lugar del paseo eran los lagos de Palermo, pero
sin perros. Los trascendidos de tapa señalaban que en Anzorreguy
se había producido un cambio, tendiente a participar de la vida
monacal y dedicarse para siempre a la meditación. La tercera
tapa de Página, dentro de esa línea, mostraba a María
Julia, desnuda, tapada apenas con una piel de puma, llorando ante un
árbol quemado en Bariloche. Los primeros testimonios señalaban
que ella emitía un sonido como del urutaú y recorría
de noche los bosques quemados, pidiéndoles perdón a los
espíritus. Pero la certeza de influencias extraterrestres comenzó
a tenerse cuando se detectó una delegación vestida con
sotana marrón y cayado que se dirigía caminando a Entre
Ríos, que reprodujo la tapa de Página del 24 de diciembre
del 2004. Estaba encabezada por Jaroslavsky, Corach y Emir Yoma. Se
dirigían a Larroque, el pueblo de Yabrán. La noticia fue
interpretada por los sabuesos del periodismo como el comienzo de una
nueva religión, un nuevo culto, que había iniciado un
flujo de profunda religiosidad principalmente entre los notables argentinos
protagonistas de la década del noventa. Un trascendido señalaba
que el movimiento se había iniciado simultáneamente y
de pronto, de manera que bien podía deberse a poderes especiales
del más allá. La peregrinación llegó al
santuario de Larroque, donde ya esperaban muy contritos Elías
Jassan y Erman González y un poco más atrás, con
todas sus condecoraciones, Granillo Ocampo y Eduardo Menem, y Eduardo
Angeloz y Fernando de la Rúa, éste con una orgullosa plaqueta
en el ojal que decía: Dos décadas de asesor en OCASA.
La foto de Página fue sensacional, porque en el centro estaba
el monolito milagroso, con una inscripción: Tócalo
y gozarás paz y bien. |