El politólogo José Nun aventura una próxima sociedad cuya política estará
profundamente penetrada por reclamos populares, campañas de sectores
que se organicen para darse lo que el Estado les retacea. Y advierte
que los efectos del ajuste económico, si no son aliviados, serán el
terreno propicio para quienes busquen y acaso encuentren soluciones
autoritarias.
Por
Mario Wainfeld
José Nun tiene 64 años y se presenta como
abogado y politólogo. No lo dice, pero es uno de los más
agudos y formados científicos sociales de la Argentina. Y también
un dialoguista seductor y amigable que escucha con atención a
quien lo reportea. Pero le cuesta ceñirse a la consigna propuesta
por Página/12 para este suplemento especial, no porque no le
interese hacerlo sino porque cree que el futuro no está decidido
sino que depende de la voluntad y el obrar de los argentinos. Qué
ocurrirá dentro de doce años no está escrito hoy,
depende de qué se haga en ese tiempo, sugiere permanentemente
Nun. De todas formas, se atreve a aventurar dónde estarán
por entonces Carlos Menem y Raúl Alfonsín, a profetizar
si habrá dirigentes corruptos en las cárceles y hasta
a fabular si por entonces nuestra sociedad estará presidida por
una mujer. Pero de movida pone un tope: profecías no. Y explica.
Cuando venía para esta entrevista, me acordaba de un personaje
de la mitología griega, Tiresias, el gran adivino tebano que
tenía el don profético pero era ciego. No podía
ver el presente: sólo podía leer el futuro. Creo que todos
padecemos la inversa: si tratamos de leer el presente, nos damos cuenta
de que es imposible decir nada seriamente acerca del futuro.
¿Nada? Vámonos.
(Ríe) Bueno, podemos hacer algo: conjeturas acerca de lo
que puede pasar si no se corrigen una cantidad de cosas que están
ocurriendo. O sea, en general lo máximo que uno puede hacer son
advertencias.
¿No hay tendencias muy fuertes que es verosímil
pensar que se acentuarán? Por ejemplo, la desmovilización,
la desigual distribución de la riqueza, de subsistir, ¿no
ponen en riesgo la existencia de un sistema democrático?
Habría que preguntarse hasta qué punto puede continuar
llamándose democracia representativa un régimen
en el que por lo menos la tercera parte de la población tiene
que luchar contra miedos tan elementales como la falta de trabajo, la
falta de vivienda, la falta de alimentación... Gente en esas
condiciones no puede considerarse ciudadana. No puede tomar decisiones
políticas sin un grado de autonomía. Si esas condiciones
no existen, entonces se va acotando el funcionamiento de la democracia.
Eso es el caldo de cultivo posible para soluciones populistas, autoritarias,
que no están para nada excluidas del horizonte si esto sigue
yendo así.
O sea que el implícito o el explícito
que hay detrás de esto es que sin base material, la democracia
no se sostiene. Sería un poco invertir el presupuesto alfonsinista
de con la democracia se come...
Sin negar las buenas intenciones de (el ex presidente Raúl)
Alfonsín cuando dijo con la democracia se come, se educa
y se cura..., dejó a un lado algo fundamental: sin comida,
sin educación y sin salud, no puede haber democracia. En la Argentina,
en los próximos doce años es altamente probable que no
se tolere que se siga profundizando este tipo de situación.
Tíreme una punta para ser algo optimistas.
Una tendencia que creo que va a generalizarse es llevar adelante
campañas. Lo que ha conmovido más la convivencia social
de los últimos años son campañas, por ejemplo la
campaña por los derechos humanos. Cuando se presentó en
la Cámara de Diputados el pedido de derogación de las
leyes de Obediencia Debida y Punto final, ni siquiera los dirigentes
apoyaron esa medida. Y sin embargo, esto salió a la calle, hubo
una campaña fuerte, y las leyes se derogaron. La campaña
del escrache que hace HIJOS, la campañas del corte
de rutas... campañas como esas, que se desarrollan al margen
de los partidos políticos, van a ocupar cada vez más la
escena política social. Y eso lo veo como una tendencia saludable.
Hay cierta decadencia de los partidos políticos como convocantes
de la voluntad popular. Tanto que la movilización realmente existente
los rehúye, cuando no directamente los acusa. Esto, visto en
proyección, ¿no pone en riesgo la estabilidad del sistema
democrático, o su eficacia?
No es automático. Esto ha caracterizado por ejemplo la
vida política de los Estados Unidos. Desde las campañas
antinucleares, antiguerra de Vietnam, por los derechos civiles, contra
la discriminación racial... Precisamente, cuando los partidos
se vuelven tan partidos agarratodo, entonces la forma de
presión de la ciudadanía es alrededor de temas que la
convocan. Estamos viéndolo con el tema de la seguridad, por ejemplo.
¿Quién se hace cargo del tema de la seguridad?
En la Argentina, dictan cátedra los torturadores o sus
apologistas...
Entonces, para contrarrestar, los que no son torturadores tratarán
de movilizarse, de hacer algo. Tiene un contenido, si usted quiere,
seguramente menos épico que el de los grandes movimientos sociales
en los que nosotros fuimos formados.
¿No cree que esos movimientos son usualmente defensivos
y que para cambiar algo tiene que haber control del Estado y generarse
poder?
Seguro. Me da un poco de risa y de bronca cuando políticos
aliancistas o peronistas dicen nosotros queremos un Estado chico
pero fuerte. Entonces uno dice bueno maravilloso, ahora
contame cómo lo vas a hacer fuerte. Y ahí para la
cosa.
Contestan para zafar y no para proponer una táctica.
Zafaron, efectivamente. Para profundizar deben fortalecer
al Estado y eso quiere decir conseguir recursos para el Estado. Recursos
que sólo aparecerán si establecen medidas fiscales redistributivas,
es decir que graven a los que más tienen. Lo que supone poder
enfrentarlos. Enfrentar a los que más tienen supone movilización
y una base política que permita hacerlo.
Uno percibe que en estos años en la Argentina han surgido
ofertas políticas, liderazgos políticos sustitutos, inclusive
partidos políticos con líderes interesantes como Graciela
Fernández Meijide, como Carlos Chacho Alvarez, como
Domingo Cavallo. A la vez, la hegemonía de los dos grandes partidos
históricos que de alguna forma los ha condicionado y los absorbe:
el Frepaso será parte de la estrategia del radicalismo y Cavallo
trabajará con el peronismo. ¿Hay posibilidades de esa
tercera fuerza de emerger?
Le respondo de dos maneras. En Argentina se ha venido discutiendo
bastante entre los especialistas y en el periodismo, acerca del voto
cautivo, de cuál es el voto cautivo del peronismo, cuál
es el del radicalismo... Me interesa plantear otro tema: cuál
es el voto convencido por cada una de estas fuerzas políticas.
Y lo que uno no solamente registra de manera impresionista, sino lo
que están devolviendo las encuestas, y sobre todo investigaciones
cualitativas en grupos focalizados, dice que ni la gente que va a votar
por Duhalde, ni la gente que va a votar por (Fernando) De la Rúa,
en una apreciable cantidad, están convencidas de su voto. Lo
hacen porque no pueden votar a otro. Este es unsíntoma de una
sociedad que no se siente expresada, que no se siente representada,
y que tiene forzadamente que votar por el mal menor, porque el voto
en blanco no tiene trascendencia política. Ese es el terreno
de cultivo de lo que decía antes, de las campañas y de
ofertas alternativas. Ahora, la forma en que van a surgir, no lo sé...
porque el segundo comentario que quería hacer, es: hablar de
Cavallo, hablar de Graciela, hablar de Chacho, es estar haciendo análisis
de muy corto plazo. Son fenómenos totalmente recientes, y además,
en el caso del Frepaso en particular, que ha cambiado drásticamente
de rumbo. Porque hasta hace tres años, ¿a quién
se le hubiera podido ocurrir una fórmula De la Rúa-Chacho?
Entiendo, igual apueste un poquito. ¿Va a recuperar las
Malvinas la Argentina?
(Pausa) La verdad que no sé.
¿Dónde va a estar Carlos Menem en el año
2011?
Mire, va a depender mucho de lo que pase ahora en octubre. Yo
creo que hay un hecho indiscutible: ningún gran movimiento, y
menos el justicialismo, podría tener dos líderes. Por
definición, el justicialismo no podría tener dos dirigentes
principales. Si Duhalde pierde las elecciones de octubre, Menem recupera
posibilidades. Si gana, quedará relegado o... por decirlo más
gratamente para él quedará en el lugar que se reserva
a los ex presidentes por ejemplo en Estados Unidos.
Y Raúl Alfonsín?
Algo similar, si la Alianza gana no será figura dominante.
Si la Alianza pierde... un escenario muy complejo porque creo que no
resiste la derrota, se disuelve...
¿Para el 2011 podrá haber una presidenta? ¿O
un presidente judío? ¿O un presidente hijo de coreano?
Qué linda pregunta... (Piensa. Menea la cabeza). Hasta
vicepresidente soy optimista (risas), me parece que para presidente
todavía hay demasiados reflejos chauvinistas o machistas...
¿Y estarán resueltos los atentados a la AMIA o la
embajada de Israel?
También soy pesimista.
¿Habrá dirigentes políticos presos por corruptos?
En eso soy más optimista. Hay mucha conciencia y demanda
social en ese sentido y, si la sociedad reclama, si hay campañas
puede ocurrir que haya corruptos entre rejas. Le insisto, si hay campañas...
Todo lo que me dice es que el futuro está abierto. ¿No
hay leyes inevitables de la historia, tendencias inexorables?
La probablemente única tesis sociológica a lo que
yo casi me atrevería a darle el rango de ley es la de las consecuencias
no queridas de la acción social. Aquello de Cristóbal
Colón, que iba a las Indias y llegó a América.
Ahora vemos un escenario estático dominado por el peronismo y
el radicalismo. Mi impresión es que una de las consecuencias
no queridas posibles es que den en el futuro lugar a la formación
de surgimiento de caudillos a la Hugo Chávez de Venezuela.
Nadie lo quiere... pero lo que están haciendo los partidos mayoritarios
puede conducir a ello. De manera un poco más optimista, lo que
están haciendo puede también conducir a caminos que impliquen
surgimiento de grupos como fue FORJA en la Argentina y que de ahí
se produzcan desprendimientos de las grandes agrupaciones políticas
actuales y o se configuren terceras fuerzas o se corra el espectro político
hacia nuevas direcciones. ¿Si esto va a ocurrir o no? Violaría
mi convicción de que no hay que hacer predicciones decirle qué
va a pasar.