La
universidad virtual creada por la UNQ hace ocho meses ya cuenta con 150
alumnos estudiando on line. En marzo del 2000, inaugurará dos nuevas
licenciaturas y una maestría en Ciencia, Tecnología y Sociedad.
Internet
supera el shock tecnológico que provocaba la vieja computadora.
Internet es amigable. Aumenta la interacción y contiene afectivamente,
dice Mario Greco, desde la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), en un
diagnóstico elaborado tras los meses iniciales en la vida de la
primera universidad virtual del país. Para el 2000, la UNQ lanzará
al ciberespacio dos nuevas licenciaturas y una maestría: la licenciatura
en Ciencias Sociales y Humanidades, y otra en Hotelería y Turismo.
También se sumará la maestría en Ciencia, Tecnología
y Sociedad, que ya se dicta en forma presencial. Hoy, 150 alumnos toman
clases on line, participan en debates informales, reciben avisos de los
profesores, chatean y toman café en un ciberbar. Además,
disfrutan de una biblioteca digital con toda la bibliografía necesaria
para sus materias.
Un campus virtual es un esfuerzo tecnológico por montar en
Internet un espacio de interacción que reúna todas las características
de una universidad real, sigue Greco, vicerrector de Gestión
y Planeamiento de la UNQ. A la existencia en el campus de todos los espacios
tradicionales se agrega una ventaja: Contra lo que puede pensarse,
logramos una interacción mayor entre los actores. Todos, profesores,
alumnos, tutores, gestores (los administradores académicos del
campus), están conectados en todo momento y a toda hora,
subraya.
La primera experiencia virtual de la UNQ impulsada por el rector
Julio Villar se inició en marzo pasado con los cursos de
ingreso y una licenciatura en Educación. Entre los alumnos hay
dos japoneses y un brasilero, además de los que se conectan desde
los más remotos rincones del país. El promedio de edad es
de 44 años. Y la mitad es la primera vez que tiene una computadora
en casa, advierte Greco. Esta es la clave que le permite establecer
que Internet puede funcionar como una herramienta de democratización.
La sociedad de la información produce un nuevo sujeto, mucho
más activo y crítico dice. El alumno es casi
un investigador que tiene todo frente a su pantalla y va a empezar a cuestionar
el saber limitado del profesor y de una disciplina. Es un aporte al desarrollo
del pensamiento crítico y a la democratización del conocimiento.
Desde marzo del 2000, todas esas ventajas también se incluirán
en la licenciatura en Ciencias Sociales y Humanidades, orientada a profesores
sin formación universitaria y a alumnos que tengan 15 materias
aprobadas en cualquier disciplina. Y a la licenciatura en Turismo y Hotelería,
pensada para egresados de carreras terciarias. Los graduados que
por su profesión deben residir en Bariloche, Salta o Ushuauaia
podrán disfrutar todas las ventajas del campo virtual, y complementar
y profundizar su formación técnica sin moverse de casa,
dice el vicerrector.
La maestría en Ciencia, Tecnología y Sociedad también
estará, desde marzo, en el ciberesepacio. Los alumnos que la cursan
en forma presencial podrán optar por cursar on line. En el área
de posgrados, también se lanzará un curso de periodismo
digital. Y ya hay propuestas de titulaciones conjuntas con la Universidad
Católica de Valparaíso (Chile).
La Universidad Virtual de la UNQ fue posible gracias a un convenio con
la pionera Universidad Abierta de Cataluña (UOC). Ahora, la UNQ
se sumará al Instituto de Investigación en Internet de la
UOC y compartirá su doctorado en Sociedad de la información
virtual.
Para los que no quieran despegarse de la pantalla ni para darse un chapuzón,
la UNQ planea ofrecer un amplio surtido de cursos de verano. Informes:
Roque Sáenz Peña 180 (Bernal), tel. 4365-7100.
La
escritura se revaloriza
La experiencia cosechada en 8 meses permitió que la UNQ hiciera
un pequeño balance. La universidad virtual logra revalorizar
una herramienta tradicional de la humanidad: la escritura, dice
Greco. El funcionamiento de la universidad exige que los alumnos
escriban lo que aprenden, lo que saben y lo que dudan. Así, se
desarrolla una capacidad expresiva en crisis en la educación tradicional,
explica. Cada alumno virtual recibe al inscribirse una casilla de correo
electrónico y la conexión con Internet. Además, cuenta
con un tutor del otro lado de la pantalla para contestar sus dudas. La
tutoría ayudó a contener la ansiedad inicial, hizo las veces
de termómetro de los integrantes del campus, cuenta. La virtualidad
también permitió romper con los límites del calendario
tradicional. Sólo hacen falta 50 alumnos para iniciar un
curso. No existe el cuatrimestre, ni el temido mes de marzo, dice
Greco. La pedagogía también se define día a día:
Cada clase es un round. No es lo que dice el profesor sobre un texto,
sino todas las críticas y preguntas que van surgiendo. Es otra
cosa.
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