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Todos los seres vivos de la Tierra podrían tener antepasados marcianos. No es una novela de Asimov, ni tampoco el delirio de algún seudocientífico trasnochado. Todo lo contrario: se trata, ni más ni menos, de una muy respetable hipótesis que actualmente está siendo seriamente considerada por astrónomos y biólogos. La idea no sólo es espectacular e inquietante, sino que también se apoya en buenas evidencias, buenos argumentos y en las más modernas teorías sobre el origen y desarrollo del Sistema Solar. Y, según parece, habría que reconsiderar nuestra chapa de terrícolas.
Por Mariano Ribas
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