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Envejecimiento y demografía

“Vivir sólo cuesta vida”

Por Agustín Biasotti

Cuando hace unos meses murió La Voz, su dueño, Frank Sinatra, tenía 82 años. Quienes tuvieron la oportunidad de asistir a alguna de sus últimas apariciones sobre los escenarios notaron, no sin algo de decepción, que La Voz ya no era la misma de antaño. Es más, ¡Sinatra tampoco era el mismo! Tiempo atrás, los médicos le habían diagnosticado Alzheimer, la más común de las enfermedades neurodegenerativas que, al igual que otras dolencias propias de la vejez, cada vez afecta a más gente.

Los ancianos ganan por goleada

Gracias al descubrimiento de los antibióticos, al desarrollo de técnicas de diagnóstico que permiten la detección precoz de muchas enfermedades y a la formulación y puesta en práctica de métodos para prevenir y tratar dolencias cardiovasculares, así como también distintos tipos de cánceres, el siglo presente ha sido espectador del incremento de la expectativa de vida de los seres humanos. Proceso que aún hoy sigue en marcha: la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en el 2025 la expectativa de vida será de 73 años, contra los 66 actuales. Para ese entonces, 800 millones de personas tendrán más de 65 años.

A medida que el número de años que viven los seres humanos es mayor, también se hacen más comunes las enfermedades propias de la vejez, como por ejemplo los desórdenes neurodegenerativos, enfermedades seriamente discapacitantes. Según la OMS, en el 2025 la proporción de personas ancianas que necesitarán ayuda de adultos en edad de trabajar será el 17,2 por ciento de las población (algo más que el 12,3 actual). Todo un problema si se toma en cuenta que para el 2025 el número de individuos adultos no habrá aumentado tanto como el número de ancianos: un 45 por ciento contra un 88 por ciento.

Un artículo de The Wall Street Journal da cuenta de un fenómeno que está ocurriendo en Estados Unidos: las “casas para ancianos” (versión norteamericana que dista bastante de los geriátricos argentinos) han comenzado a recibir en los últimos años a parejas de ancianos, ya no marido y mujer, sino padres con sus hijos. Esta tendencia se debe a que cada vez es mayor la coexistencia entre varias generaciones. Se calcula que para el 2000, el 44 por ciento de las personas mayores de 60 años tendrá al menos a uno de sus padres vivo.

Por lo visto, hay que ser más cuidadoso y reflexivo ante los datos estadísticos referidos a la salud que circulan por los medios. Es fácil alarmarse al leer que las enfermedades neurodegenerativas son cada día más comunes y salir corriendo, sin hacer escala en un consultorio médico, a comprar el primer antioxidante que se venda en la farmacia de la esquina. Sin embargo, en gran parte esto es el resultado de la mayor longevidad del ser humano, lo que no tiene nada de malo.

Indio Solari dixit

La situación epidemiológica del cáncer constituye un buen ejemplo de los problemas que plantean la creciente expectativa de vida y la mejor calidad del vida del ser humano. Si bien esta enfermedad continúa siendo una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial, también es cierto que actualmente la medicina moderna permite que quienes lo padecen vivan por mucho más tiempo y con una mejor calidad de vida que años atrás. Esto a su vez ha dado lugar al surgimiento de nuevas afecciones que se producen por la presencia del tumor dentro del organismo y que demandan de las ciencias médicas nuevas respuestas. Cualquier parecido con un círculo vicioso es mera coincidencia. En palabras de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: vivir sólo cuesta vida.