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Aquí nomás
Aire sin plomo en Buenos Aires
Una serie de mediciones de la contaminación atmosférica
con plomo realizada en la ciudad de Buenos Aires ha revelado que en los
últimos años la cantidad de plomo suspendida en el aire
ha sido disminuidos en una cuarta parte gracias a la retirada de las viejas
naftas insalubres.
Por Agustín
Biasotti
Si
hay algo que decir con respecto al plomo es que es cualquier cosa menos
saludable. Las partículas de plomo que la combustión de
la nafta y el gasoil dejan en el aire, luego de ingresar al organismo
a través de la respiración, se depositan en el hígado,
el riñón y el sistema nervioso, provocando lesiones irreversibles.
Pero, a no desesperarse, una serie de mediciones de la contaminación
atmosférica con plomo realizada en la ciudad de Buenos Aires por
el grupo de Espectrometría Nuclear Discreta del Departamento de
Física de la Comisión Argentina de Energía Atómica
(CNEA) ha revelado que en los últimos diez años la cantidad
de plomo que se encuentra suspendida en el aire porteño ha pasado
de ser casi cuatro veces el límite máximo tolerable a menos
de la cuarta parte del mismo límite. Y todo gracias a la retirada
de las viejas e insalubres naftas y la entrada triunfal de sus pares sin
plomo y del gas natural comprimido (GNC).
Aire pesado
Este trabajo comenzó en 1989 motivado por la contaminación
por plomo de la atmósfera; en aquella época casi no existían
naftas sin plomo en la Argentina recuerda el doctor Andrés
Kreiner, jefe del grupo de Espectrometría Nuclear Discreta.
Conocíamos los casos de otras grandes ciudades del mundo como Copenhague,
en donde antes de que se introdujera la nafta sin plomo había un
nivel de contaminación con plomo de la atmósfera muy importante
y que luego de la introducción de la nafta sin plomo se observó
que la concentración de plomo en la atmósfera bajó
a niveles aceptables.
Para poder analizar la composición del aire porteño, este
grupo de físicos de la CNEA obtuvo distintas muestras con una bomba
aspirante. En 1989, las muestras fueron tomadas en diversos puntos
la Capital y del Gran Buenos Aires, tanto en zonas de mucho tránsito
como en zonas con menos tránsito. Queríamos corroborar la
sensibilidad de este método de análisis, y ver si efectivamente
existía una correlación entre las zonas de mucho y de poco
tránsito. Al ser aspirado por la bomba, el aire debía
atravesar los diminutos poros de una membrana de policarbonato, de manera
tal que casi todas las partículas que se hallaban suspendidas en
el aire quedaban atrapadas en la membrana. Luego la membrana era sometida
a análisis, por medio de una técnica de espectroscopía
llamada PIXE (ver Alzheimer y aluminio, Futuro 5/6/99) que
permite determinar con extrema sensibilidad y precisión qué
cantidad del elemento estudiado contiene la muestra. Para ello, la muestra
es irradiada con un haz de iones pesados producido en el acelerador de
partículas TANDAR que se encuentra en el centro Atómico
Constituyentes.
Los resultados corroboraron las hipótesis. La concentración
de plomo en el aire medida en la ciudad de Buenos Aires, en zonas de alto
tránsito, registró valores máximos de 3,9 microgramos
por metro cúbico de aire mientras que en zonas de tránsito
medio los valores máximos fueron de 1,5. Vale decir que el máximo
aceptado como tolerable por el ser humano es de 1 microgramo de plomo
por metro cúbico de aire.
Plomo en retirada
En diciembre de 1996, la ciudad de Buenos Aires recibió la visita
de un grupo de investigadores de Greenpeace que recorrían América
midiendo distintos tipos de contaminación atmosférica. Como
carecían de la tecnología adecuada para medir la concentración
de metales pesados en la atmósfera, más precisamente plomo,
nos pidieron si lo podíamos medir nosotros, cuenta la doctora
Mabel Ozafrán, integrante del grupo de Espectrometría Nuclear
Discreta de la CNEA.
Nos encontramos con una sorpresa: la concentración de plomo
había bajado notablemente hasta ubicarse por debajo de 1 microgramo
de plomo por metro cúbico de aire. En esta serie de mediciones,
el valor máximo, de tan sólo 0,22 microgramos, fue registrado
allí donde la avenida Rivadavia atraviesa la General Paz. Incluso
en algunas zonas, como por ejemplo el Parque Saavedra, los niveles de
plomo en el aire están por debajo de los niveles de detección
empleados.
Pequeñas pero dañinas
Actualmente, el grupo de Espectrometría Nuclear Discreta se encuentra
planeando una nueva serie de mediciones. La idea es avanzar un paso
más allá de las anteriores mediciones señala
la doctora Ozafrán. De la manera en que las realizamos hasta
ahora, todas las partículas que se encontraban en el aire quedaban
en nuestros filtros. Ahora estamos planeando utilizar un muestreador especial
que separe las partículas por tamaño. A un lado quedarían
las partículas más grandes de 10 micrones y del otro las
más pequeñas; la división obedece a que estas últimas
son las que penetran efectivamente en el aparato respiratorio, las verdaderas
enemigas del ser humano.
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