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Informe
sobre ingeniería de tejidos
Repuestos
para el cuerpo humano
Por
Agustín Biasotti
Un
corazón sin dueño a la espera de alguien que le haga un
lugarcito en su pecho; un riñón en el banco de suplentes
listo para entrar a la cancha; un hígado a estrenar, se ofrece.
En suma: una cantidad suficiente de órganos de repuesto siempre
disponibles, que permitan revertir la creciente escasez de órganos
para trasplante; una fábrica de órganos, ese es uno de los
sueños de la medicina. En sus primeras dos décadas de vida,
esa todavía balbuceante disciplina que se ha propuesto hacerlo
realidad, la ingeniería de tejidos, ha comenzado a dar sus primeros
frutos.
El trasplante de algunos tejidos cutáneos o cartilaginosos cultivados
in vitro a partir de células humanas cuenta con el visto bueno
de la Administración de Drogas y Medicamentos de los Estados Unidos,
y está siendo incorporado lentamente a la práctica médica.
Otros tejidos como córneas, huesos, arterias, válvulas coronarias
y varias clases de mucosas, se encuentran en fases de experimentación
bastante avanzadas, y probablemente estarán a punto en los primeros
años del siglo XXI.
¿Cuál es el origen de esta suerte de fábrica de -si
no órganos-, al menos tejidos para trasplante? Es el impresionante
avance que han experimentado en los últimos veinte años
ciencias por momentos tan alejadas entre si, como la biología celular
y la ciencia de materiales, o como la ingeniería biomédica
y la genética, el que ha dado lugar a esta interdisciplinaria disciplina
que se nutre de todas ellas y de muchas más: biología molecular,
bioquímica, entre otras.
Ni órganos ni células
Hay que ser pacientes. Contar con órganos enteros para trasplante
cultivados por los científicos en sus laboratorios es todavía
un sueño (o mejor dicho, como se verá, un proyecto), y no
una realidad. Al menos no por el momento, dicen quienes trabajan en el
tema y argumentan que en la actualidad la ciencia carece de suficiente
conocimiento sobre los patrones de organización genética
de las estructuras de los órganos humanos y sobre la embriología
básica humana.
En un primer momento, esta imposibilidad de utilizar el laboratorio para
desarrollar órganos enteros llevó a los científicos
a empezar por el otro extremo del asunto: el cultivo de células.
Con respecto a la investigación en torno al cultivo de células
para su posterior trasplante, las experiencias que se encuentran más
avanzada, o que incluso ya ha dado lugar a trasplantes con diversos grados
de éxito, son las que emplean células de la sangre, del
páncreas y de la piel, para tratar leucemia, diabetes y quemaduras,
respectivamente. Pero si bien las líneas de investigación
que han seguido este camino aportaron una buena cuota de conocimiento
básico sobre el funcionamiento de la célula, elgrueso de
los intentos de cultivar células para su posterior trasplante ha
dado lugar a más problemas que soluciones, más preguntas
que respuestas.
Como explica el doctor Pablo Argibay, del Centro de Investigaciones en
Trasplantes, Inmunología y Mediadores Sistémicos (CITIM)
del Hospital Italiano, el estudio del trasplante de células
ha demostrado que cuando éstas se encuentran aisladas no se comportan
de la misma forma en que lo hacen cuando conforman un tejido. Para
que las células, una vez trasplantadas, realicen todas aquellas
funciones que las caracterizan .es decir que crezcan, se diferencien,
produzcan proteínas y, llegado el momento, mueran- es necesario
que estén en contacto entre ellas como lo hacen cuando integran
un tejido. Lo que no es poco decir.
Matrix
Ni tan poco organizado como lo está un simple puñado de
células puestas por la mano del investigador unas junto a otras
en un tubo de ensayo, ni tan complejamente organizado como cualquiera
de los órganos que integran el cuerpo humano, a mitad de camino
se encuentra el nivel de organización que caracteriza a los tejidos.
¿Cómo hacer entonces para que un puñado de células
recién extraídas del cuerpo humano se transformen en un
tejido?
Así como éste interrogante puede considerarse el punto de
partida de la ingeniería de tejidos, quien lo respondió
merece ser llamado el padre de esta disciplina. Su nombre:
Joseph Vacanti. Este cirujano especialista en trasplantes del Colegio
de Médico de Harvard fue quien concibió la idea de dotar
a las células de un armazón o esqueleto en el cual pudieran
crecer, dando lugar a un tejido. En otras palabras, lo que Vacanti ideó
fue una estructura, y la llamó matriz de soporte.
Y las células se hicieron tejidos
Con la ayuda de Robert Langer, un ingeniero biomédico del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), Vacanti desarrolló a
mediados de los 80 las primeras matrices de soporte en donde las células
podían crecer hasta transformarse en tejidos. Si bien las primeras
matrices estaban hechas con ciertos polímeros biodegradables (por
lo que no sólo brindaban a las células una estructura sino
también su alimento), en la actualidad existe una gran variedad
de materiales que pueden ser utilizados para construir estos andamios
celulares. Sintéticas o naturales, cerradas para encapsular el
tejido y así protegerlo de los embates del sistema inmunológico
o abiertas para establecer un mejor contacto con el organismo anfitrión,
hay matrices para casi todos los gustos. Todo sea para satisfacer los
exquisitos y extravagantes requerimientos de los distintos tipos de células,
futuros tejidos.
Estructura y función
Un punto que es necesario aclarar -pues suele prestarse a confusión
- es que el objetivo principal de la matriz no darle al tejido cultivado
en laboratorio la misma forma que el tejido del cuerpo humano que se busca
reemplaza, sino conseguir que funcione como si lo fuera. Si el tejido
en cuestión es el músculo cardíaco, que sepa contraerse,
que lata, y si el tejido pertenece a un islote pancreático, pues
entonces que produzca insulina. Estructura y no forma es la idea; estructura
y con ello, función.
Para que un tejido cultivado in vitro y luego trasplantado adquiera y
no pierda en ningún momento dicha funcionalidad hay que resolver
más de un problema. Que las células que han de conformar
el tejido deseado crezcan en forma ordenada y coordinada es uno de los
obstáculos más difíciles quediariamente deben sortear
quienes se dedican a la ingeniería de tejidos; que esas mismas
células puedan respirar y alimentarse en forma adecuada es otro.
En definitiva, para que estas células se mantengan con vida, se
reproduzcan y conformen un tejido funcional es necesario un medio de cultivo
que sea realmente acogedor.
Y esto no es sencillo. Según el doctor Argibay, el primer
problema que surge en los cultivos de células es que estas se mueren,
y si no se mueren se despegan y no llegan a adherirse, por lo que no se
logran las tres dimensiones que caracterizan a un tejido. Y si no se mueren
y tampoco se despegan, muchas veces al subirse una célula arriba
de otra el conjunto pierden funcionalidad. Es por ello que uno de
los mayores desafíos que actualmente enfrenta la ingeniería
de tejidos es que, al ir creciendo y conformando el tejido, las células
que anidan en la matriz desarrollen la funcionalidad que caracteriza al
tejido.
Del laboratorio al trasplante
¿Cómo lograr que las células den lugar al nivel de
organización celular superior que supone el tejido? En tanto su
funcionalidad no es sino el resultado del ordenado y prolijo crecimiento
de las células que lo componen, para que éstas se desarrollen
como el investigador manda no basta tan sólo con una matriz de
soporte adecuada. También es necesario un medio de cultivo enriquecido
con una correcta combinación de hormonas y factores de crecimiento.
Ahora bien, una vez que se ha logrado que las células no se mueran,
no se despeguen y no pierdan funcionalidad (es decir, que adquieran la
función propia del tejido en cuestión), el investigador
recién se encuentra a mitad de camino. Trasplantar el tejido vivo
resultante al organismo de quien lo requiere supone todo un universo de
problemas y obstáculos tan complejos como los que ha debido sortear
para llevar a buen puerto el cultivo.
Como lo que nos interesa es el trasplante de estos tejidos, los
principales obstáculos son de tipo inmunológico, explica
el doctor Argibay. En otras palabras, quien recibe un trasplante de tejidos
ha de enfrentar el mismo problema al que están acostumbrados quienes
han recibido el trasplante de células o de un órgano completo:
el rechazo del tejido injertado por parte de las violentas huestes del
sistema inmunológico del organismo receptor.
En el futuro, órganos
Si bien todavía restan unas cuantas cuestiones por resolver con
respecto al desarrollo in vitro de tejidos para trasplante (para nada
menores, por cierto), dentro de la comunidad científica ya se han
pronunciado algunas voces que sostienen que la ingeniería de tejidos
ya se encuentra encondiciones de superar la distancia (en cuanto a nivel
de organización biológico) que separa a los tejidos de los
órganos. ¿Por qué no desarrollar órganos en
vez de tejidos?, arriesgan los más intrépidos.
Una de esas voces le pertenece a Michael Sefton, director del Centro de
Ingeniería de Tejidos de la Universidad de Toronto (Canadá).
Sefton sugiere empezar por desarrollar un corazón a partir de distintos
tejidos cardíacos (válvulas, músculo, etc.) creados
por ingeniería de tejidos, y para ello ha propuesto el trabajo
en colaboración de 25 equipos científicos en este proyecto
que costará nada menos que 5 millones de dólares (bastante
poco, diría la revista Bussiness Week, en relación con los
80 millones de dólares que ésta estima que se invierten
anualmente en ingeniería de tejidos en los Estados Unidos).Si bien
los proyectos como el de Sefton están aún muy lejos de hacerse
realidad, lo cierto es que el conocimiento que la investigación
en torno al trasplante de células y de tejidos ha producido en
estas últimas dos décadas es inmenso y ha sido de gran utilidad
para el avance de la ciencia. Y, volviendo al tema de la ansiada fábrica
de órganos, es indudable que cada día se está más
cerca de esta meta. Sólo hay que tener un poco de paciencia.
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