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Antropología
y paleontología para el paladar
Las
piernas de Lucy
Por
Mariano Ribas
Lucy
no era bonita: medía poco más de un metro; su cara era chata
y su mandíbula parecía un balconcito. Tenía un cuerpo
morrudo, compacto, y estaba cubierta de pelos. Lucy tampoco era elegante:
caminaba bastante inclinada, y sus larguísimos brazos colgaban
casi hasta el suelo. Y encima, solía vivir trepada a los árboles.
Evidentemente, no era una lady. Sin embargo, era absolutamente normal
para su época: Lucy vivió en Etiopía, hace algo más
de 3 millones de años. Era la época de los Australopithecus
afarensis. Por entonces, nuestra especie era tan sólo una promesa,
y aquellos prehomínidos eran una exclusividad africana. La visión
tradicional basada en los frágiles e incompletos restos fósiles
que se han encontrado (como el de la propia Lucy) presenta a los
afarensis como criaturas de andar lento, e ineficientes para caminar.
Pero recientemente, una antropóloga norteamericana ha desafiado
este punto de vista.
Una chica famosa
Probablemente, Lucy es el nombre más popular de la paleoantropología.
Este fósil de Australopitecus fue descubierto en 1973 por Don Johanson,
en Hadar, Etiopía. E inmediatamente se convirtió en una
verdadera joya científica. Y con razón: a pesar de su enorme
antigüedad (ahora estimada en 3,2 millones de años), este
esqueleto conservó el 40 por ciento de sus piezas. Y al parecer,
perteneció a una mujer (lo que dio pie a buscarle un nombre femenino).
Con el tiempo, aparecieron otros restos de similares características,
que fueron perfilando a los Australopithecus afarensis, la especie que
habitó las sabanas africanas hace más 3 millones de años.
En su momento, Lucy armó un verdadero revuelo, porque, entre otras
cosas, demostró que la hominización había
comenzado mucho antes de lo que se creía.
Piernas cortas
Los restos de Lucy y de los demás Australopithecus hablan de su
pasado. Y una de las cosas que parecían más obvias era que
el andar de aquellos remotos africanos dejaba mucho que desear: los huesos
encontrados delatan piernas cortas y caderas anchas. Por lo tanto, no
podían ser tan ágiles, ni tan veloces como los modelos evolutivos
posteriores (especialmente, nosotros, los Homo sapiens, que estamos equipados
con caderas finas y piernas mucho más largas). Esta imagen clásica
de locomoción ineficaz nunca conformó a la antropóloga
norteamericana Patricia Kramer, de la Universidad de Washington. Ella
tenía un pálpito: tal vez, los Australopithecus no eran
tan malos caminantes. Tenían piernas cortas, es verdad. Pero quizás,
para moverlas, Lucy y sus parientes necesitaban menos esfuerzo del que
necesitamos nosotros. Y eso compensaría las cosas. Era sólo
un pálpito, y había que probarlo.
Un pálpito puesto a prueba
Y para probarlo, Kramer se puso a estudiar cuidadosamente los huesos y
las articulaciones de las piernas de los Australopithecus. Y luego,
le pidió una manito al italiano Giovanni Cavagna y al británico
Russel Savage: juntos, armaron modelos mecánicos, y prepararon
simulaciones por computadora. Así, después de analizar pacientemente
estas recreaciones, Kramer llegó a una conclusión: Lucy
tenía piernas cortas, y tenía que dar más pasos que
nosotros para recorrer una misma distancia. Pero para mover esas piernas,
necesitaba mucha menos energía. Poniendo todo en la balanza,parece
que, en definitiva, Lucy y sus parientes eran bípedos muy eficientes:
pasos cortos, pero economía de esfuerzo. La fórmula no estaba
mal. Además, hay que tener en cuenta que hace 3 millones de años,
el lugar donde vivió Lucy no era el desierto que es ahora: por
entonces, el noreste africano tenía abundante vegetación,
y no hacía falta moverse muy rápido para alimentarse (de
plantas y frutos). Recién hace unos 2,5 millones de años,
el ambiente se hizo más seco, lo que probablemente impulsó
una nueva forma de vida: la caza y la recolección. Y eso si requería
más velocidad y piernas más largas, las adaptaciones que
comenzaron a perfilar, en parte, al Homo erectus. Por lo tanto, según
Kramer, los Australopithecus tenían esqueletos (y piernas)
apropiados para su época. Y bueno, Lucy no era bonita ni
elegante, pero, al fin de cuentas, parece que sus piernas no estaban nada
mal.
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