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LAS RIVALES

En la pantalla de “Campeones” sus personajes están a punto de estallar por la rivalidad que encendió entre ellas Guido Guevara. En esta nota, Soledad Silveyra y María Valenzuela hablan sobre la amistad entre mujeres, sobre los destrozos que en ese vínculo puede hacer el amor y sobre cómo esperan que manejen el tema los autores de la tira.

Por Moira Soto

Clarita y Betty tienen en inquietante suspenso a los espectadores que le dan 30 puntos del rating de “Campeones”. Si los triángulos siempre han tenido mucho gancho en las ficciones románticas, aquí esa vieja fascinación se ve reforzada por el hecho de que la Rubia y la Torda –al decir de Guevara, el hombre que se disputan– son amigas de toda la vida. En medio del jaleo de las grabaciones diarias, María Valenzuela y Soledad Silveyra (que se declara coleccionista de Las/12) se prestaron gentilmente al reportaje que sigue. Más delgadas que en la pantalla –era cierto: la TV engorda–, se les trasluce la alegría por el buen momento profesional que les está procurando “Campeones”, el exitosísimo teleteatro escrito por Diana Segovia y Gustavo Barrios y dirigido por Ana Peterbarg y Sebastián Pivotto (todos bajo el ojo del amo y señor de la factoría, Adrián Suar).
La pregunta es para María y Soledad, no para Clarita y Betty: ¿puede un hombre cortar, romper una amistad larga y leal entre dos mujeres?
María –El otro día, cuando arreglaba esta entrevista con vos por teléfono desde un taxi, el tachero se moría por charlar. Cuando corté me preguntó: al final, ¿se van a agarrar con Clarita? Y, le digo, probablemente en algún momento algo va a pasar. Pero no se peleen, me dice él, conciliador. Ni en pedo, le aseguré, y menos por un hombre. No, creo que si la amistad es leal, no se rompe.
Soledad –Yo creo que sí, que el amor es incontrolable. Puede suceder que ponga fin a una amistad.
María –Yo no tengo hermanos. Entonces cuando adopto una mejor amiga, una amiga bien del alma, paso a ese sentimiento de hermandad total. Por eso te digo que en mi caso, no. Antes, tomo los hábitos, me ato las manos.
De todos modos, en el caso de Clarita y Betty, ocurre que las dos se han sentido atraídas simultáneamente por Guevara. No ha pasado que una lo viera primero, le confiara a la otra su interés y ésta se lo levantara alevosamente.
María –Sí, las dos se enamoran pero callan sus sentimientos, no hay traición expresa. Recién ahora Betty le confiesa a Clarita que está saliendo con Guevara.
Soledad –Después de que Clarita los sorprendió besándose. En una escena reciente, después de verlos a ellos en esa situación, el director me decía que yo –actriz– pensaba antes en Betty que en Guevara. Es decir, me dolía más el hecho de que mi amiga no me hubiese dicho la verdad, que la preferencia de Guevara. Tuve que hacer la distinción: Solita sufría más por la amiga, y Clarita por Guevara. Es que me pesaba más la actitud de Betty, su ocultamiento. Que un hombre me engañe, bueh, es común y corriente (risas).
¿Cómo vive Betty este romance conociendo la atracción de su amiga hacia Guevara?
María –Con cierta culpa, creo que calla por exagerada prudencia, pero no es de esas minas dispuestas a mandarse un moco. Su relación con Guevara es muy reciente. Ella está tanteando, está viendo, disfrutando del secreto también. Después llegará otro paso, asumirlo más abiertamente, tratar de legalizarlo con Clarita.
¿El ocultamiento tiene que ver también con que Guevara socialmente, intelectualmente,es más bien impresentable?
María –Claro, es natural que haya un poco de prejuicio por parte de Betty, y que ella sepa que también lo habrá de los demás ¿no? Por otro lado, volviendo al comienzo, hay que reconocer que la relación de Clarita y de Betty cambió desde la aparición de Guevara, empezaron a mirarse de otro modo, a observarse.
En un nivel más personal, ¿ustedes creen que hay ciertas reglas no escritas en la amistad entre mujeres, que tienen que ver con la lealtad, con esto de no robarse hombres, por ejemplo?
Soledad –Absolutamente. Por eso aclaré antes que el amor puede hacer destrozos. Si me enamorase sin buscarlo del hombre que ama María, simplemente lo que haría sería decírselo. Pero no sé si sería capaz de renunciar a él.
María –Yo tomaría distancia, me apartaría, pienso que no se lo diría.
Soledad –Creo que nosotras, nuestra generación, hemos sido educadas para competir entre mujeres. Me ha costado trabajar la amistad con la mujer, tener confianza, sentirme acompañada por una mujer.
¿No tuviste mejores amigas, amigas íntimas a lo largo de tu vida?
Soledad –Tuve una relación de mucho cariño con Ana, la Picchio. Pero de golpe, cuando compartimos el escenario, no supimos manejar esa situación. Esa relación me marcó mucho, fue muy dura mi autocrítica. Obviamente, creo que hubo responsabilidad de las dos. Pero tener éxito y que nos gane el sentimiento de competir es un horror. Dejar de ser un dúo para ver quién conseguía más risas, quién se afanaba más la obra. Creo que ahí también fuimos mal dirigidas, en el sentido de estar impulsada por el “che, che, laburá mejor porque sino la otra te morfa”. Se incentivó ese sentimiento de rivalidad que puede ser asesino.

Entre nosotras
Hay un territorio de risas, confidencias, complicidad en la amistad entre mujeres que excluye por completo a los hombres. Según la experiencia de ustedes, ¿este quedarse afuera provoca celos, alguna forma de resentimiento en ellos?
María –Sí, seguro, creo que casi todas lo hemos vivido alguna vez. Tengo un caso cercano: hasta el año pasado, una vez por semana nos encontrábamos con un grupo de amigas para charlar, divertirnos, oír música, ver una película. Uno de los maridos puso queja, y el círculo se rompió. Empezaron las excusas, dejamos de reunirnos. Te estoy hablando de un hombre joven: el tipo no podía entender que la pasáramos bien, que su mujer tuviera un espacio que no compartía con él.
¿Se imaginan una vida sin amigas?
María –No. Para mí es un momento de intercambio, de relajación, de disfrute. Un momento de abrirse el alma, el corazón, de confesarse. De aprender, de escuchar qué le pasó a ella, contarle qué me pasó a mí. Esto con una amiga, pero para reírse, cuando ya son cuatro, es fantástico.
Los personajes de “Campeones” representan dos arquetipos bastante netos: Clarita, femenina, dulce, comprensiva, aunque se adivina el volcán por debajo. Betty, el polo opuesto, algo ruda, directa, enérgica, con iniciativas. ¿Los ven así ustedes?
María –Creo que esta imagen que presenta Betty de ella misma tiene algo de coraza. Ella aparece como el sostén de Clarita. Pero tiene mucho rollos adentro: secretos, cosas ocultas que le han pasado en su vida –me enteré por los autores de que Clara lo sabe–. Tiene que ver con los hombres. (No, no lo puedo contar...). Entonces, en algún punto, es como que Betty camina sobre arenas movedizas. Trata de no demostrarlo, pero es muy capaz de quebrarse. Betty tiene desarrollada una parte masculina para poder encarar ese mundo, esa carrera que eligió: enfrentarse con los hombres para defender a las mujeres.
Soledad –Betty se puede poner a la par de los hombres; Clara es como que siempre se coloca bajo el ala, después de mucho años de soledad. Ella va dos pasos más atrás, más mujer japonesa. Es como que se ha quedado dormida con el placer. Creo que hay mucho reprimido en ella. Y el tema de su hijo la tiene muy castigada, muy culposa. Es un personaje que siempre está a la retaguardia, relegada. A veces digo: pero no existe mi personaje. Y cuando miro el programa, veo que sí, que hay una tensión como guardada. Algo latente. Eso me costó entenderlo estos dos últimos meses, porque también necesitás que el personaje pegue en la calle. Además, somos dos minas y un hombre, no al revés.
–Sí, es verdad. Pero han generado una tensión entre ustedes tan fuerte que es lo que capitaliza la atención del público en este momento, más allá del encuentro erótico de Betty con Guevara.
María –Noto que la gente está esperando una definición de este conflicto que viven las amigas. Aunque todavía no esté todo blanqueado entre ellas, creo que “Cam- peones” enaltece el sentimiento de amistad entre mujeres.


Futuro imperfecto
El tema es que esa amistad ahora está alterada por la tensión erótica de las dos –una insatisfecha– hacia Guevara.
María –Ya llegará: aguante, aguante, Clara.
Soledad –(risas) Habrá que ver para qué lado disparan los autores. Porque también ahí hay una responsabilidad muy grande. ¿Habrá una salida imprevista o caeremos en la típica etapa de competencia femenina? ¿Desde dónde se va a trabajar el enfrentamiento? ¿Desde la sinceridad, la desesperación, el dolor? ¿O desde el engaño? La relación con Eugenio va al muere y Clara está dispuesta a decirle a Guevara que está enamorada de él. Justo cuando se decide, los encuentra besándose. Me gustó la escena del sinceramiento, cuando nos miramos. Veremos qué hacen los autores con esa verdad. Guevara es de Betty, ¿qué hará Clarita? Si no renuncia, ¿qué vínculos se plantean? La publicidad inicial de “Campeones” decía: Hasta su mejor amiga puede ser su peor rival. Sería interesante que los autores trabajen para que este vínculo femenino supere un momento jodido, no se quede instalado en él.
¿Qué representa Guevara para Betty? ¿Está un poco la fantasía del bruto, recio, simple pero rendidor?
María –¿La Dama y el Vagabundo? Sí, puede haber algo de eso. Guevara le movió la estantería a esta mina. Ni ella lo puede creer.
–¿Al mismo tiempo te sale doña Pigmalión, tratando de pulirlo?
María –Sí, pero ésa es una tendencia de las dos, más que cambiarlo, mejorar lo que está. Porque, la verdad, es tan rico, tan tierno, tan verdadero, tan transparente. Clarita lo quiere educar porque es maestra, Betty, porque es un poco autoritaria.
Soledad –Para Clara, Guevara es lo diferente. Está absolutamente conmovida por su inocencia, incluso por su tosquedad. Se enamoró de lo diferente, lo inesperado. Guevara además la hace reír con sus chistes, con sus bestialidades. Guevara tiene algo de chico, sin un mango, desprotegido, borrachín (yo he tenido algunos de esos).
–¿Guevara es la aventura incierta, la sal de la vida, la inseguridad?
Soledad –Claro, en cualquier momento te puede dejar colgada de la rama. Esto a Clarita le atrae, pero le da un poco de miedo. A Solita le divierte horrores en la vida la no-seguridad.
¿Ese cuartito del fondo es como el jardín de las delicias, el rincón del inconsciente donde se pueden realizar los deseos?
Soledad –Es un nido vacío todavía. La vida de Clara tuvo color y alegría cuando Guevara vivió en su casa. Después va y se sienta allí, nostálgica, hasta que se lo puede traer unos días cuando se incendia la pensión. Para, finalmente, descubrirlo con Betty. Sí, Clara palpita de amor, creo que ella es como un largo sufrimiento. Coincide con que el momento que está pasando, con la emoción a flor de piel. Personalmente me gusta sufrir por amor, es un lugar creativo.
–Desde la aparición de “Campeones” y su ascenso vertiginoso en el rating, se pudo advertir un crecimiento notorio de Betty como personaje, y de María Valenzuela como actriz. Se convirtió en una par para vos, que encabezás. ¿Cómo asumiste la situación?
Soledad –Exactamente: ella se convirtió en una par. Creo que lo viví, y lo estoy viviendo muy bien. Esto tiene que ver con nuestra relación personal, porque si vamos a los papeles, es cierto, encabeza Soledad Silveyra. Entonces se supone que tendría que ser Guevara y Clarita. Y esto ya se ha convertido en un trío. Sucede que cuando yo siento que el trío beneficia la historia, me tranquiliza. Caso contrario, me inquietaría. Pero he aprendido que me interesa más lo dramático que lo personal. La tengo clara: quiero que el programa funcione bien, que todos estemos bien.
¿No te mueve el piso el relieve que María ha alcanzado?
Soledad –No, no. Además, gracias a Dios, ocurre que nos queremos y nos respetamos, eso facilita las cosas. La verdad es que me identifico mucho con María, por ejemplo, cuando la veo con sus hijos adolescentes, todo lo que le falta pasar con ellos que yo ya conozco. Tenemos bastantes cosas en común. Y si bien es cierto que ideológicamente pensamos diferente, la política es un tema que se toca poco. Me gusta que seamos democráticas, tolerantes, que podamos compartir un camarín, siendo una aliancista y la otra justicialista.
María –¿Puedo agregar algo sobre mi rol en estos momentos? Creo que un teleteatro pasa por distintos momentos que inciden obviamente sobre los personajes, desde que arranca hasta el final. Pienso que empezó muy parejo y que hoy le está tocando el protagonismo a Betty, por la forma en que se ha enganchado con Guevara, y por la repercusión de la calle. Si bien es cierto que Sole va primero, luego Laport, Germán Krauss, Mariano Martínez, Laura Azcurra y por último voy yo antes del título, esto realmente significa que cada uno del grupo es protagonista. Por otro lado, Calabró no figura en los títulos y sin embargo tiene un papel protagónico. Creo que lo interesante y lo rico de “Campeones” es que todos tienen personajes con peso en la historia.
¿Trabajan juntas los personajes, las situaciones?
María –Lamentablemente, siempre está la lucha contra el tiempo. Estamos trabajando muy sobre el pucho, sobre el aire. Creo que es digno lo que se ve en la pantalla, considerando el poco tiempo que disponemos. Desde luego, en el elenco hay muchos profesionales de calidad, gente de mucho oficio. Con Sole sí, realmente enganchamos estos dos personajes, Clara y Betty, con un feelling muy grande, con un código, una onda infrecuentes en este laburo.
“Campeones” se anunció como un reemplazo veraniego de “Gasoleros”, fue un impacto instantáneo y ahora supera la historia de Roxi y Panigassi. Cuando se largó, ¿vislumbraban este suceso arrasador?
Soledad –Honestamente, nunca imaginé que iba a ser este éxito. Cuando se planteó “Campeones”, se cortaba un suceso y salíamos, ¿quién nos iba a ver? Pero debutamos con 25 puntos y no lo podíamos creer. Obviamente con los antecedentes de Suar, sabía que iba a ser un producto cuidado, bien diseñado, pero superó mis mejores previsiones en todo sentido.
María –Creo que Adrián Suar no genera proyectos para tres meses, sino a largo plazo. Pero nos cabía eso, que el proyecto no interesara lo suficiente y termináramos en marzo. Hubo cosas sorprendentes: el público decidió el cambio de horario cuando estallaron los teléfonos tanto en Pol-ka como en el canal. Eso fue histórico: el éxito rotundo de una tira diaria a las 10 de la noche. Y mantener un rating sostenido de 30 puntos es loquísimo.