pop
y ZEN
Mariko
Mori es ex modelo, fotógrafa, diseñadora de moda y budista
practicante. Esa mezcla la
convierte hoy en Brooklyn en una suerte
de sacerdotisa de 33 años que incluye, además, un toque
pop en las imágenes que crea.
Por
Victoria Lescano
Fotógrafa,
diseñadora de moda y budista, Mariko Mori es la autora y protagonista
de una muestra de imágenes fantásticas dispuestas sobre
vidrios e instalaciones de video agrupadas con el nombre de Sueño
Vacío que transforman en estos días el Museo de
Arte Moderno de Brooklyn en parque de atracciones para los seguidores
de nuevas tendencias.
Su mirada combina la tradición japonesa, la historia del arte
de Oriente y Occidente junto a fenómenos contemporáneos
como la moda, la ciencia ficción y la tecnología de avanzada.
Así en La ceremonia del té, vestida con un
extraño uniforme de oficinista japonesa que incluye orejitas
de superheroína, ofrece té verde a los ejecutivos que
pasean por el centro de Tokyo, o en Nace una estrella simula
ser una cantante pop de los sesenta con botas blancas a lo Nancy Sinatra,
el pelo de colores del punk de los 70 y faldas campanita de rigor en
los ochenta.
Mientras para posar en Sueño Vacío, la obra
que resume el espíritu de la retrospectiva, ella prefirió
aparecer con atuendo de sirenita y pelo turquesa en una playa artificial
en Ocean Dome, un famoso parque de atracciones de Japón. Y no
pasó por alto la ocasión para invitar al espectador a
jugar su propia versión de ¿Y dónde está
Wally?, ya que propone descubrirla en cuatro situaciones diferentes
entre bañistas ancianas y niños con flotadores.
Ya tenemos demasiado dolor y volcarlo exclusivamente en el arte
tiene mucho que ver con la culpa, esgrimió Moriko este
año en una conferencia ante estudiantes de Chicago para fundamentar
el eterno tono lúdico y los simulacros de paraíso de su
obra.
Como registro de su compulsión por los juegos, basta con remitirse
a las geishas electrónicas mezcla de robots y personajes de comic
japoneses que caracterizaron a una serie de comienzos de los noventa
llamada Jugá conmigo.
Los
cambios de personalidad y transformaciones a través de la vestimenta
que deslizan sus fotografías funcionan como comentario irónico
sobre el mundo de la moda. Un área que ella conoce porque mientras
estudiaba diseño en la Bunka Fashion College de Tokio trabajó
como modelo part time y hoy, a los 33 años, a tono con su discurso
y figura infantil, enuncia: Una modelo es una muñeca que
se cambia de ropa, aunque a mí no me impidió desarrollar
ideas propias. De hecho, luego estudió arte en la Byam
Shaw School of Art de Londres y el Museo Whitney de Nueva York y se
transformó en la artista japonesa favorita de la crítica
de fin de siglo (la publicación especializada Flash Art le dedicó
varias portadas y relacionan su obra con la de Yasumasa Morimura, el
fotógrafo japonés que incluye obras con rostros de estrellas
de cine en sus papeles más famosos).
Hoy Mariko divide su tiempo en un estudio en Nueva York y otro en Tokyo.
El taller de Mori de Nueva York simula una casa de té futurista:
tiene tableros de trabajo transparentes, inciensos y velas zen y sobre
una plataforma de tatami occidentalizada con almohadones de brocato,
descansa el transmisor de una famosa bomba para filtrar rayos ultravioleta
y purificar la luz por cable óptico que ideó su padre,
un inventor de rarezas y especialista en historia del arte europeo.
El prototipo de este purificador high tech llamado Himawari se exhibe
en la muestra, mientras que el dispositivo real colocado ad hoc en la
terraza del museo de Brooklyn fue admirado por algunos visitantes que
lograron caer en gracia a los guardias de seguridad de turno.
El estudio de su ciudad natal, en cambio, está atiborrado de
mascotas virtuales desarrolladas a su pedido por expertos de Sony y
otras multinacionales, famosos por ceder a los pedidos más disparatados
de la artista.
Estimulada por una religión propia y por supuesto hipertecnológica,
los últimos trabajos de Mori, como La plegaria de la chica
chamán, la muestran en el rol de sacerdotisa aunque con
trajes inflables de azafata y el pelo blanco cantando casi en trance
en el Aeropuerto Internacional de Osaka.
Nirvana,
una serie que tomó forma a partir del 96, refleja los cinco
elementos del budismo, aunque en un contexto futurista. Ahora Mori parece
abandonar la condición de turista de su propia cultura para centrarse
en un cosmos esotérico que no debe confundirse con la new age.
Como locación para Deseo Ardiente eligió un
rincón del desierto de Gobi donde de acuerdo al budismo un monje
descansó en su viaje de China a la India en busca de las sagradas
escrituras y ella cambió los atuendos galácticos por sombrero
de monje y está rodeada de columnas de fuego.
Para Entropía de Amor, se trasladó al desierto
de Arizona y fotografió los radares de una estación cercana
a Tucson, esta vez cediendo un poco a su egotrip ella justifica
su participación constante como alusiones a la cadena de la vida
y las transformaciones y con recursos de posproducción
digital se metió en una burbuja de plexiglass junto a su hermana.
Espejo de agua, fotografiada en 1998, combina imágenes
de una caverna francesa con estalactitas y estalagmitas centenarias
y a ella vestida con túnicas blancas con dispositivos modernos
dignos de astronautas. Como complemento de sus paraísos visuales,
el corto Nirvana que debe verse con anteojitos para 3 D, muestra a esta
sacerdotisa de la cibernética y el arte pop con sus nuevos hábitos
de monje inspirados en los trajes japoneses para fiestas religiosas.
Para representar los cinco elementos del budismo agua, fuego,
viento, tierra y el espacio vacío recurrió a sus
expertos de Sony para que dieran forma a adorables mascotas digitales.
Kumano transcurre en un bosque digital, con caracteres japoneses
impresos en troncos de abedules y una pequeña nave espacial descansando
en el interior de un tradicional templo del té. El resultado
es una atmósfera estimulante, con mucho de clima de casa encantada
por una extraña fusión de moda, arte y tecnología
que ella definió como por un lado la mirada crítica
a la manipulación de la imagen y por otro la celebración
de sus infinitas posibilidades.
Como sus influencias de estilo que combinan en la misma escala de valores
a Marcel Duchamp, Andy Warhol, junto a Gianni Versace, Jean Paul Gaultier,
Miuccia Prada (la firma que decidió ilustrar su última
campaña gráfica con iconografía de Mori), Osamu
Tezuka, el creador de Astroboy y los fabricantes de los juguetes de
plástico que la acompañan desde la infancia.