casas
de arte
Dos
lugares, dos estéticas, dos puntos de reunión de gente,
objetos y obra. En la galería Gara, que tiene mucho de casa,
los artistas muestran trabajos que no siempre y solamente sirven para
ser mirados: el arte utilitario permite que una taza o un velador tengan
un sello único. En Belleza y Felicidad, el criterio es el de
Todo por 2 pesos y el humor chorrea por sus paredes.
Por Victoria Lescano
Cuando
a fines de los ochenta trabajó como au pair, mezcla de niñera
con programa de intercambio cultural en París y como bonus asistió
a diversos talleres de plástica, Cecilia Garavaglia incorporó
el concepto del arte incorporado a la vida cotidiana que predica desde
la galería y tienda de objetos Gara. Una casa blanquísima
con eterno clima de open house situada en Honduras 4952 y donde su creadora
vive junto a su hijo Lorenzo, quien con tres añitos goza del
privilegio de poder jugar tanto con esculturas lúdicas que se
exhiben en estos días o los juguetes de lata que conforman la
colección privada de su madre. Al principio tuve la idea
de un living donde mis amigos artistas pudieran mostrar las obras que
acumulaban en sus casas. Ahora trabajo básicamente con artistas
que hacen primeras muestras de pintura, fotografía, instalación
e investigan sobre técnicas nuevas. Personalmente me apasionan
las posibilidades del arte digital, aunque tampoco descarto a quienes
trabajan el óleo y el pincel con la pasión de la vieja
guardia aunque con un concepto super contemporáneo, cuenta
sobre el emprendimiento que ya cumplió dos años y donde
se consiguen obras de arte cotizadas entre cincuenta y mil pesos.
Como indicadores de la convivencia entre espacio de arte y tienda especializada
en objetos, se destacan las lámparas con vidrios recortados con
técnicas de venecitas, juegos de mesa, senkus, figuritas de purpurina,
acróbatas de madera, una colección de muebles netos de
colores francamente entonados (tarimas, mesitas con luces incorporadas
citando un diseño de los setenta) así como también
la vajilla de Carolina Antoniadis, lámparas con cuentas de caramelos
y cortinas con mostacillas para jugar cuya selección coordina
su hermana Julieta.
Cuando
cada 21 días se inaugura alguna nueva muestra ruego para que
no llueva porque los vernisagges continúan en la vereda. Siempre
dejo que hagan lo que quieran con el espacio con tal de que me la devuelvan
como la entregué. Quien más lo transformó fue la
española Ana Ochoa, que pintó las paredes de rojo, en
su sincro con su homenaje a la tauromaquia, y armó una instalación
simulando un living de los cincuenta. La gente que transita el barrio
de paseo me decía `qué linda la nueva decoración`.
Otros indicadores de las muestras avant garde que se renuevan sin pausa
desde hace dos años: la serie de 200 polaroids tomadas por Raúl
Flores registrando el momento después de comer y manjares devenidos
en cadáveres, con platos sucios, restos de comida e imágenes
de vajilla en el proceso de ser lavada, las muñequitas de cotillón
en miniatura que Jorge Navel, habitual abastecedor de potiches de alfarería
para su tienda de objetos, sujetas a corchos, sumergidas en frascos
de píldoras o rodeadas de pulseras que responden a una colección
de mujeres en situaciones extremas, las casitas con elementos descartables
de Fabiana Barreda, la colección de cuadros con indumentaria
e ideología extraterrestre de Benito Laren, y las imágenes
de boxeadores y barmans firmadas por Ernesto Oldenburg.
Sin abandonar el tono afable, casi tímido, Cecilia cuenta que
fue invitada con varios de sus artistas para participar del apartado
Cutting Edge junto a otras galerías de vanguardia en la Feria
de Arte Contemporáneo de Madrid en febrero del 2000.
En mayo de este año Gara participó en la Feria de Arte
de Buenos Aires, en esa ocasión Cecilia usó trajecitos
de Juana de Arco, la tienda situada en el itinerario de rigor de Palermo
y donde ahora conviven las muestras curadas en el sótano por
ella junto a la sala de corte de la diseñadora Mariana Martínez.
Para alentar un rally pictórico por Palermo las muestras inauguran
el mismo día y los visitantes beben cocktails de una a otra.
El
desamparo, la inestabilidad, la fragilidad, lo descartable son los temas
que Cecilia enumera como espejos del arte contemporáneo. Hay
un trabajo de investigación, de compromiso, mucha investigación
desde la técnica, los talleres de la Beca Kuitca son un ejemplo
muy claro de que ahora todos los artistas cosen, tejen, pegan y bordan.
Después de hacer el cronograma y la selección del 99
me di cuenta de que había mayoría femenina, algo que no
fue tendencioso, simplemente creo que responde a que ahora las mujeres
trabajan todas las técnicas. Desde las esculturas de madera que
simula papel y quienes a través de lo digital citan al punto
cruz. Personalmente abandoné la escultura porque ahora mi obra
es la galería.
Otro
cantar
En la esquina de Acuña de Figueroa y Guardia Vieja, Belleza y
Felicidad es una sumatoria de la estética Todo x 2 pesos, la
Tienda de los deseos malignos que tramó Stephen King, tributo
a los fetiches del Once y espacio de arte. Una regalería
de objetos extraños pensados para la felicidad instantánea,
así lo definen su dueñas, Cecilia Pavón y Fernanda
Laguna, quienes se conocieron en un taller de poesía de Arturo
Carrera.
Más austera en su apariencia, Cecilia estudió letras y
es la autora de Monjas, utopía de un mundo sin hombres,
y ¿Existe el amor a los animales?, entre otras rarezas
literarias, mientras que Laguna, actualmente enlistada en la beca Kuitca,
es la autora de retratos de perros fox terrier que combinan con la colección
de prendedores de tema canino con que ella decora su indumentaria vintage.
Las une la militancia del amor cortés y el gusto por los restaurantes
chinos con potus colgando de fluorescentes, los bares con azulejos de
San Salvador de Bahía, las telenovelas sobre Chiquinha Gonzaga
y el culto a Imanjá.
En
el anecdotario sobre la procedencia de sus fetiches se infiltran tragedias
en mercerías y enfermedades que ellas cuentan con humor. Hay
pañuelos de mano con cándidas escenas de niños
jugando a la rayuela, cepillos para limpiar inodoros descansando en
elefantes de cerámica y el slogan ¡Que su baño luzca
bien! plagado de signos de exclamación, vajilla de melamina,
tablas de planchar en gamas de rosa Barbie, perfumes Corta Envidia o
Super Descarga, una muñeca de familia imposible de reconocer
tragándose un banquete de insectos, una selección de jabones
peruanos Zambito y Príncipe que ellas disponen con tanto orgullo
como las farmacias de alcurnia exhiben los codiciados LOccitane.
Abundan piezas de santería, alcancías con tumbas de faraones,
ropa de feria y un amplio sector se destina a pigmentos acrílicos
y bastidores y exquisitas témperas chinas con vajilla para pinceles
que no tiene nada que envidiar al mejor set de sushi. El fundamento
de la extraña combinación es que Fernanda trabajó
haciendo delivery de materiales para artistas en una Vespa blanca durante
cuatro años. Hoy muchos de sus viejos clientes van a comprar
sus pócimas (acrílicos Madison y Oleos Teniers de segunda
selección por mal etiquetados) al lugar que, por cierto, es mucho
menos solemne que la casa Lady, aunque también van señoras
que hacen pintura sobre madera.
La empresa incluye ediciones de autogestión que ellas fotocopian
en máquinas prestadas por familiares o a escondidas de empleadores.
La estrella de la colección es el serial El mendigo chupapijas
de Pablo Pérez (el día de su presentación hubo
aplausómetro midiendo la temperatura de los relatos de fellatios
que contaban los presentes y su packaging incluye muñequitos
de cotillón como los chupetines en extinción), el texto
de autoayuda Los celos no ayudan y la culpa tampoco, de
Cecilia Pavón, y Concurso de tortas, ganadora Sonia,
de Gabriela Bejerman son ejemplos de la línea editorial.
Además de los objetos que sorprenderían aún a Ludovico
de Baviera, el precursor del kitsch que circa 1860 atiborraba su palacio
de objetos efectistas ahogados de sentido común, el sótano
funciona como sede de muestras de arte extraordinarias y con el común
denominador del desencanto y la ironía.
Allí
Marula di Como presentó su serie de botiquines con flores de
Bach llamada Salí a buscar un poco de felicidad,
con el nombre de Mis cositas Alejandro Ros mostró
una selección de obras bellas y arbitrarias que incluyó
falsos autógrafos, el fotógrafo Alberto Goldstein colgó
imágenes soft core que él mismo censuró de una
muestra en LAlliance, Sergio De Loof llevó la serie Sin
título, solo, sin sponsor, no expectations, Christian Delgado
su ready made de dólares y falsas monedas de chocolate, el DJ
Trincado sorprendió a sus seguidores con una puesta de libros
favoritos de músicos y Leo García cantó su hit
Corazón Bonsai antes de presentarse en el Museo de
Arte Moderno.
También
uno se puede encontrar con una tarde de cocktails decorados por la travesti
Barbarella, tardes de poesía sobre alfombras de pasto, mantas
para abrigarse y tacitas a modo de souvenirs, detenerse a mirar la serie
de planetas pintada con aerosol por una artista callejera con dreadlocks
al resguardo de su habitual desamparo de la calle Lavalle.
Lo más extraño fue un artista de apariencia muy
formal que después de visitar una instalación de Fernanda
en el baño y donde ella se casaba con un cuadro, nos pidió
mostrar exclusivamente en ese sector. Invitó a todos sus amigos
a la inauguración pero él jamás apareció
y nosotras tuvimos que hacer de anfitrionas, cuentan sobre las
desventuras del oficio de galeristas que abordan con cero pretensiones
comerciales.
Porque es como tener una casa a la que pueda ir la
gente más diversa, resumen. El próximo sábado
18 invitan a la exhibición de una casa realmente bizarra. Una
miniatura creada por la maestra Norma Carmen Gianinini en piezas de
cartón y reproduciendo fielmente su habitación entelada
en voile rosa, una fuente decorada con macetas de lazos de amor y los
alimentos que llenan su alacena. Para el acontecimiento, seguramente
más estimulante que la muestra de Maquetas con tendencias deco
en miniatura que las Damas del Pilar organizan en el Buenos Aires Design
enestos días, habrá banquitos para que los alumnos del
colegio de Carmen pueden subirse a apreciar los detalles de su obra
y un té con masitas.