de
copas
Mientras
los modistos Hubert de Givenchy y Lucien Lelong perfeccionaron el corte
de los trajes de cocktail dejando
hombros y brazos al descubierto, el furor de la cocktelería clásica
se apropió de las cartas de las barras locales y los
juegos de acrobacia que realizan los bartenders con mezcladores y botellas
recuerdan a malabaristas de feria.
Por
Victoria Lescano
En
El Ultimo suspiro, Luis Buñuel desplegó una oda al martini
describiendo la receta que le preparaban en el Ritz de Nueva York. Los
modistos Hubert de Givenchy y Lucien Lelong perfeccionaron el corte
de los trajes de cocktail dejando hombros y brazos al descubierto para
lucirse mientras se pescaba con gracia las aceitunas que adornaban ese
célebre trago que un barman de Wall Street creó para complacer
a Rockefeller.
James Bond lo incorporó como estrategia de seducción y
tiene una página en Internet dedicada al martini dry que el agente
venera en las películas. Hoy las copas campana habituales en
martinis decoran producciones de moda como si se tratara de las codiciadas
carteras Fendi baguette, son el principal fetiche de las portadas del
sello discográfico de culto Ultra Lounge con títulos como
Cocktails de Navidad, Alcaparras de cocktailo Un soltero en París;
cadenas de ropa como Urban Outfitters las venden acompañadas
de cockteleras y libros con recetas de tragos para el amor junto a su
línea de básicos y son codiciadas junto a otras herramientas
para cocktail originales de los treinta y cincuenta en subastas internacionales.
El furor de la cocktelería clásica llegó a los
bares locales y se traduce en bartenders que agitan daiquiris, martinis,
bellinis con sutileza siguiendo los dictados de La biblia del bartender,
100 tragos neoyorquinos o Tragos naturales de California que se apropiaron
de las cartas de barras locales y otros que por los juegos de acrobacia
que realizan con mezcladores y botellas recuerdan a malabaristas de
feria.
Es el martes de primavera y en el interior de Manolete, un templo de
la coctelería clásica, con sede en Callao 2081 desde hace
dos años y con anterior base de operaciones de estética
a gogó con puffs y mesas bajas en Las Heras y Montevideo (Olmedo,
Tarantini y Maradona eran habitués), rodeado de copitas con capas
de granadina, piña colada o curaçao mezcladas por condensación
que le dan la apariencia de gelatinas muy coloridas, Gastón Otero
desarrolla su tradicional mise en scène. Perfuma una copa de
martini en que descansa una cereza con una rodaja de cáscara
de naranja. Luego agrega en el vaso mezclador, hielo, gotas de whisky
de alcurnia, licor de mandarinas y jerez que decidió combinar
de acuerdo con los gustos anticuados de su interlocutora. A continuación
enumera los postulados básicos de la disciplina. Se impone
buscar una amalgama entre color y sabor de cada copa. La familia de
los cocktails se divide en nutritivos, aperitivos y digestivos, de ahí
la costumbre del barman de preguntar al cliente si está yendo
a comer, en ese caso sugiere un Negroni, si es a la tarde, uno nutritivo
a base de crema y yemas de huevo o después de cenar uno digestivo
a base de licores con mucha cantidad de azúcar. Acá como
en las barras de hoteles cinco estrellas viene gente que saber tomar.
En los últimos años se impusieron los cocktails con champagne
como el Kir royal con crema de casis o el Bellini y la coctelería
tropical aliada a cocos y melones, un género donde se impone
la fantasía.
Es
nieto del fundador de esa casa de tragos, un caballero con aspecto de
playboy cuya fotografía decora la carta de tragos, quien pasó
de mozo en Café de los Angelitos a fundar McGregor y ganar un
mundial de coctelería con el trago bomba Medias de seda. Una
combinación de pisco, con crema de cacao, crema de leche y azúcar
impalpable que inventó en el Club Real de La Coruña y
bautizó haciendo caso a las observaciones sobre los puntos corridos
en las medias de la esposa de Franco que le transmitió su esposa.
Vestido con camisa blanca impecable, moñito y chaleco cruzado
a la usanza tradicional aunque tiene 21 años, despliega una extraña
cortesía. Cuenta que inventó un trago para embriagar sutilmente
a su novia, otro para su hermana y que suele acompañar del brazo
a las señoras que beben Alexander (cognac, crema de leche, crema
de cacao y azúcar impalpable) hasta que suben a un taxi. Nunca
hablo de política ni de religión ni llamo a los clientes
por su nombre de pila, ni jamás hago alusión a la cantidad
de los tragos bebidos, simplemente se hace el gesto de llenar la copa.
Importa manejarse en el salón con aplomo y nunca apoyarse sobre
la barra con gestos de cansancio.
Marcelo Benítez es barman y director de una academia situada
en Estado de Israel 4791 llamada Universidad del cocktail donde los
asistentes, alrededor de 300 por año, veneran la estética
caribeña que difundió Tom Cruise en Cocktail. Hay una
barra profesional rodeada de pupitres, una mesa para practicar cómo
cortar rodajas con gracia que descansa sobre antiguos toneles, collares
que permiten colgarse el trago favorito para beber y pasear al mismo
tiempo, una sala con música disco y luces estroboscópicas
y piso de goma donde los alumnos se forman en los malabares con botellas
de licor.
Junto al boom de la cultura lounge hay un furor de los cocteles
clásicos, aunque aggiornados, que consiste en una vuelta a preparar
martinis y daiquiris. Ahora la coctelería suma al servicio clásico
con el barman que prepara las 75 recetas de la International Bartender
Asociation que ocupan el 10 por ciento del mercado, una escuela más
moderna donde el bartender es una fuente de entretenimiento y hace shows
de flairs, el nombre técnico de los malabarismos con botellas.
Nuestro programa de estudios incluye una disciplina llamada extreme
bartenders vinculada con esas acrobacias que en Estados Unidos es tema
de competencias internacionales. Desde que se popularizaron los tours
al Caribe, la tendencia es una cocktelería más refrescante
que incluye bebidas con frutas de la pasión, kiwis y mango mezcladas
con vodka o ron. En los tragos se consume 30 por ciento menos de alcohol
que en los ochenta donde la oferta se limitaba a gin tonics, destornilladores
o el copetín con cocktail corto tradicional en los cincuenta.
También hay un cambio de comportamiento sexual, porque así
como hoy las mujeres ganan lugar trabajando detrás de la barra,
los hombres abandonan el estereotipo del trago de macho y con total
naturalidad piden dame un Pantera Rosa, mientras las chicas dejaron
de tomar la copa Primavera.
Nos propusimos rescatar la cocktelería clásica que
ya se volvió tendencia, aquí el daiquiri es el trago popular
el sábado a la noche, se consumen 18 variedades de martini, mojitos,
una variedad de manhattan llamado Sweet Manhattan cubano con que Mariana
San José, una de nuestras primeras bartenders, ganó el
segundo premio en un concurso internacional. Como nueva tendencia destaco
los tragos con infusiones caseras, tequila con chili, ron con canela
o vainilla o vodka con jenjibre, cuenta Luis Morandi, músico
de la Filarmónica y uno de los dueños de El gran danzón,
el bar de Libertad 1161 donde la barra reproduce partículas de
fibra óptica, se consumen habanos, vinos servidos de acuerdo
con el sistema wine by the glass expender, junto con bocaditos con salsa
thai.
Con un Cadillac estacionado en la puerta, fotos con chicas pin up en
disparatadas escenas de bondage, proyecciones de bikini movies, Mondo
Bizarro, en Guatemala 4802, fue el precursor en incorporar la estética
lounge valiéndose de mesas con butacas de estilo fifties y rincones
quesimulan salas de estar. Todos los miércoles, durante el Martini
Bikini Show tocan las bandas Swank Party o TV Royal con repertorio de
series de TV retro y en la barra venden camisas hawaianas como fetiches
de la moda cocktail.
Hacemos clásicos con una mirada más moderna, hay
un furor del ron y el vodka y los tragos frutales que se impone en el
circuito de los bares. Aunque el margarita clásico es batido,
ahora se hace en licuadora y estoy probando una fórmula nueva
con tequila dorada y en vez de triple sec, grand marnier cuenta
el barman Ignacio Villanueva. Empezó hace dos años preparando
una caipirinha y hoy elabora sofisticadas fórmulas de martinis
con sake que acompañan las noches de sushi.
Otra
barra de visita indispensable es la de La Cigalle, en San Martín
722, con sus tragos frozen inspirados en cartas de bares franceses.
Los domingos por la noche hay música lounge seleccionada por
el Dj Jimmi, acompañada de daiquiris, sex on the beach o el trago
que lleva el nombre de la casa (Malibú, ananá, lima y
blue curaçao) servidos en vasos americanos habituales para milk
shakes.
Según el Manual del bar, editado por la asociación de
Barmen y Afines en 1964, al término cocktail lo popularizaron
marinos ingleses que apagaban la sed a la puerta de las tabernas, tomando
dracs de rhum, aguardiente y otras bebidas compuestas preparadas en
vasos de vidrio grueso cuando en una playa del puerto mexicano, el hombre
detrás de la barra los sorprendió mezclando sus tragos
con ramitas de una planta llamada cola de gallo. De allí se popularizó
en las tabernas de las islas británicas y pasó a Estados
Unidos.
Otra versión, de esencia bíblica, corresponde al Barman
práctico, escrito por Julio César Clave en 1950, un gurú
de la coctelería de los años sesenta y que fue material
de consulta en muchas confiterías. Nuestros contemporáneos
seguirán afirmando que el cocktail fue inventado por una bella
chica de Yorktown en 1779 después de una riña de gallos
en la confitería de su padres que, para nuestro lenguaje vulgar
era un boliche donde funcionaba un reñidero de caballos. Pero
una mañana de vigilia, al observar La última cena, vino
a mi pensamiento que no fue la muchacha de Yorktown sino Cristo junto
a sus apóstoles quien inventó el cocktail y desde entonces
todos lo imitaron agregando agua al vino, agua a los aguardientes y
agua a los brebajes. Está de más decir que no sólo
preparó el cocktail sino también los ingredientes al cortar
el pan y repartir entre los invitados.
La especialista en combinados Kathy Hamlin destaca que los primeros
fueron mencionados en una revista del 1806, llamada The Balance, el
trago en cuestión era el Toddy, que no debe confundirse con la
versión clase b del Nesquik y es un cocktail largo con licor,
rodaja de clavo de olor y agua. Otros datos recopilados por Hamlin:
el Manhattan fue creado por pedido de la madre de Winston Churchill
para un cena de gala. El martini Gibson, una variedad que en lugar de
aceituna incluye cebollitas, fue creado en honor del dibujante Charles
Gibson, quien lo bebía para bocetar chicas encorsetadas. Los
jugos de frutas se agregaron durante la prohibición de los años
veinte y, en El Gran Gatsby, Scott Fitzgerald popularizó el Mint
Julep (syrup, bourbon y hojas de menta). El bellini, un cocktail con
champagne y durazno, fue inventado en 1948 en el Harry Cipriani de Venecia
en honor a los tonos usados por el pintor Giovanni Bellini. El creador
de la piña colada fue el barman Ramón Monchito Marrero,
a mediados de los cincuenta, mientras practicaba mezclas etílicas
en el Caribe Hilton de Puerto Rico, pero su invento recién se
volvió trago de moda en las discos de los setenta.ddd
Algunos
tragos
En
Sensacionales cócteles y bebidas para fiestas, Anne Wilson recomienda
hacer hielo de fantasía, preparando cubitos congelando jugos
de frutas, granadina y trocitos de frutillas, kiwi, limón o naranja.
A continuación, recetas de Mucho gusto para el bar hogareño
y proporciones válidas para una copa.
Daiquiri: el jugo de medio limón, 1 cdita. de azúcar,
2 medidas de ron blanco, 3 cds. de hielo picado.
Manhattan: 2 medidas de whisky, 1 medida de vermouth dulce, 3
gotas de angostura, 3 cdas. de hielo granizado.
Martini seco: 1 medida de vermouth francés, 3 medidas
de gin, 3 cdas. de hielo granizado, 1 golpe de bitter de naranja, 1
tirita de corteza de limón, 1 aceituna verde o cebollita. Agregar
en el fondo la cebollita o aceituna
Primavera: 1 medida de jugo de naranja, media de jugo de frutilla,
media de jugo de duraznos, 3 trocitos de hielo, champagne helado para
completar.