Jodie,la
enigmática
Empezó
como típica niña prodigio manejada por su madre, hasta
que fue lo suficientemente astuta para manejar su carrera de acuerdo
con su estricto criterio.Jodie Foster cobra tanto como Meg Ryan, pero
tiene un perfil más bajo. Ahora llega como Anna Leonowens, una
gobernanta británica que enamoró al rey de Siam.
Por Moira Soto
Se
ha dicho que los huesos de su rostro, por su exquisita finura, rivalizan
con la mejor porcelana de Limoges. Es que los rasgos de Jodie Foster,
seguramente la figura con categoría estelar más atípica
y reservada de Hollywood, se han ido sublimando con el tiempo y (casi)
nada queda de aquella niñita de cachetes redondos, obligada por
determinados personajes (Bugsie Malone, Taxi Driver) a darse doble mano
de pintura. Hoy, a los 35 años y después de tener en el
más porfiado silencio a su bebé, la sorprendente Jodie
Foster reaparece en trajes victorianos de amplio miriñaque, cuellitos
y puños de guipure y peinados de complicada arquitectura que
hoy no te los harían ni en la mejor peluquería, en una
comedia romántica y soñadora por donde se la mire: Anna
y el rey. Y lo más curioso es que esta vez Foster (que ha estado
en brazos de galanes generalmente considerados de lo más suculento
del mercado: Mel Gibson, Richard Gere, Matthew Mac Conaghey) forma pareja
con el hongkongués Chow Yun.Fat. Un actor muy identificado para
los cinéfilos locales con el director John Woo (The Killer, Tomorrow
A Better, Hard Boiled), extrañamente sexy, no exactamente guapo,
pero de un carisma total, perfecta amalgama de dureza exterior, ternura
interior e ironía implícita.
Madres sustitutas y escaladoras
Ciertamente, el tema de las niñeras, ayas, institutrices o gobernantas
que terminan amorosamente enredadas con los progenitores de sus discípulos
o educantes, tiene el antiguo y permanente atractivo del ascenso social
mediante el matrimonio. Status que la trabajadora de turno conquista
después de una perseverante y eficaz tarea de reblandecer el
corazón del amo y, sobre todo, convencerlo de sus desinteresados
sentimientos para que se produzca la democrática unión
(por parte de él, claro, ya que como apuntaba un personaje de
Sabrina -.la de Billy Wilder, la auténtica nunca se dijo
de un pobre que fuera democrático por aceptar casarse con un
rico...
En
fin, que la historia se repite con variaciones. A veces remite a un
origen común, como el caso que nos interesa ahora, el del encuentro
durante la segunda mitad del siglo pasado de la maestra inglesa Anna
Leonowens y el rey Mongkut de Siam (a partir de 1939, ese territorio
pasa a llamarse Tailandia). Esa historia real que terminó en
separación por las famosas razones de Estado ya ha dado origen
a dos films: Ana y el rey de Siam, de 1946, y El rey y yo, de 1956,
inspirado en la comedia musical del mismo nombre, de Rogers y Hammerstein.
El film de los 50, protagonizado por Yul Brynner (¡Oscar al mejor
actor¡) y Deborah Kerr, originó a su vez en los 60 una
serie que resultó menos exitosa, The King and I, donde el pelado
Brynner cambiaba a la circunspecta Kerr por la juvenil Samantha Eggar.
Recientemente, además, se conoció un mediocre dibujito
cuyo valor más alto era la voz que Miranda Richardson le prestaba
a la docente Anna. La maestra de los hijos del rey de Siam hizo escuela
y así es que hemos tenido encantadoras novicias rebeldes en la
escena y en el cine, y diversas nannies en la tele (la masa del presidente
célebre: Fran Drescher, que se pasó a la pantalla grande
como Niñera del presidente, sólo editada en video) y localmente,
arrollador fue el suceso de la mucamita madre sustituta de tres chancles,
cándida representante de la sabiduría popular, a cargo
de María Leal en Grande, pa.
El
poder y la gloria de una rara marginal
Si hay una carrera imposible de encasillar dentro de los cánones
previsibles en Hollywood, es la de Jodie Foster. Clásica niña
prodigio que se inició en publicidad mostrando el culito en el
conocido aviso de Coppertone, Jodie fue chica Disney en sus comienzos
cinematográficos y encarnó idealmente a la Becky de Las
aventuras de Tom Sawyer (1973). Poco después, apareció
Martin Scorsese y
primero le dio un papelito insospechable en Alicia ya no vive aquí
(1974), para luego ofrecerle (a la madre de la actricita, su manager
durante añares) el rol de la niña prostituta en Taxy Driver.
Después de muchos rodeos y de que el director garantizase que
no habría desnudos ni escenas sexuales, se firmó el contrato
y al año siguiente Jodie fue nominada al Oscar por este trabajo.
Al revés de otras crías precoces que quedaron detenidas
para siempre en la infancia (Shirley Temple) o que resbalaron por arriesgadas
pendientes adictivas (la inoxidable Drew Barrymore), Foster creció
y maduró sin aparentes sobresaltos aunque -.increíblemente
sin dar con películas a la altura de su indiscutible talento.
Sin embargo, mantuvo su categoría de estrella -.palabra que ella
detesta cotizada y cada vez más respetada, aunque ni siquiera
dio en el blanco en sus incursiones europeas.
En los 80, Foster, que había terminado brillantemente su bachillerato
en el Liceo Francés de Los Angeles, detuvo por un tiempo su carrera
para estudiar literatura en la Universidad de Yale, de donde egresó
con las más altas calificaciones. Durante ese feliz interregno
logró olvidar el ingrato episodio en que un fanático enamorado
atentó contra el presidente Reagan para llamar la atención
de Jodie. De regreso en el cine, salvo algún Tony Richardson
(Hotel New Hampshire, 1984), la actriz no encontró papeles apropiados
hasta Acusados (1988), mediana realización de Jonathan Kaplan
que le dio la oportunidad de ganarse el primer Oscar por su intensa
composición de la camarera Sara Tobias, víctima de triple
violación.
Después de ligar con Dennis Hopper en la insólita Backtrack,
llegaron la película y el personaje que Jodie Foster se merecía:
El silencio de los inocentes (1991). La intérprete conquistó
en buena ley otro Oscar mientras que su cotización seguía
subiendo. Pero ella, en lugar de firmar un contrato de varios millones,
decidió hacer su primera película como directora y productora,
Mentes que brillan,
un film intimista, de presupuesto modesto, contado desde el punto de
vista de un chico superdotado. La revelación de una cineasta
dotada y personal, cualidades estas que confirmó pocos años
después con la realización de la valiosa Feriados en familia
(que se puede ver con cierta regularidad por cable). Como actriz, Jodie
Foster no consiguió otro personaje en el nivel de la compleja
Clarice de El silencio... Empero, por el peso de su presencia y su entrega,
se lució en Sommersby (1993), Maverick (donde exhibió
su veta de comediante, en 1994), Nell (1994) y Contact (1997).
Adiós,
mi maestrita
A pesar del relativo éxito comercial de los films que dirigió
y de las dificultades para encontrar personajes con suficiente profundidad,
a pesar de la reserva absoluta respecto de su vida privada y la negativa
reiterada a hacer relaciones públicas, Jodie Foster sigue siendo
en Hollywood una persona muy respetada y una actriz tan cotizada como
Meg Ryan (alrededorde los 15 palos por peli). En la lista anual de los
poderosos de la industria de la revista especializada Premiere, donde
las mujeres brillan por su casi total ausencia, Foster figura en las
cien primeras posiciones, un poco por debajo de Julia Roberts (33»),
en el puesto 43, en el triple rol de productora, directora y actriz.
Después de tener a su hijo en el más impenetrable de los
misterios, la chica que fuera elegida hace unos años entre las
diez mujeres más bellas de Estados Unidos, aceptó protagonizar
la superproducción Anna y el rey, que se estrenará en
Buenos Aires el próximo 16 de diciembre. El film se basa en The
English Governess at the Siamese Court, es decir, las memorias de Anna
Leonowens escritas en 1870 y que a su vez inspiraron un libro biográfico
a Margaret Landon (sobre el que se basó la versión cinematográfica
de 1946). Contrariamente a adaptaciones cinematográficas y musicales
anteriores, en esta oportunidad se intentó presentar un enfoque
más respetuoso
de la cultura siamesa. De todos, modos, gato escaldado..., el actual
rey de Tailandia, don Bhumibol Aduliadej, no quiso saber nada del rodaje
en sus tierras, por lo que el director Andy Tennant (responsable de
Ever After, la Cencicienta actualizada que se vio este año) enfiló
hacia la Malasia. Según la mirada aggiornada, que decidió
el visto bueno de Foster, el prolífico monarca -.cincuenta y
tantos hijos de diversas concubinas es reconocido como un estudioso
astrónomo y militar y un político consumado que defendió
a su país de los avances colonizadores. El film muestra
el encuentro de dos personas que representan a culturas diferentes,
cada una con sus prejuicios respecto del otro. Al final logran acercar
y valorar sus diferencias, comenta Foster. Pero la tradición
se hace sentir y finalmente, en la mejor tradición de los amores
que no pudieron ser, Anna y el rey se separan después de enfrentarse,
pasear, coquetear y bailar en un impresionante palacio construido especialmente
bajo la mirada experta de la diseñadora artística Lucia
Arrighi.
Anna se aleja del rey, entonces, y Jodie Foster lo hizo de su personaje,
quitándose los crujientes trajes y estrechos corsés para
encarar la producción y realización de Flora Plum, historia
de un freak de circo que se apiada de una chica abandonada y la lleva
al estrellato, enamorándose locamente, en una nueva versión
de La Bella y la Bestia que protagonizará Claire Danes a comienzos
del 2000.