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Andy Chango, un artista del humo

niño hereje

El argentino que alguna vez integró una banda llamada Superchango habló con el No desde Madrid -donde vive desde hace dos años- acerca de lo “fatal” que la pasaba acá y del disco ultradrogón que acaba de publicar con una ayudita de los amigos Páez, Calamaro y Rot. Destino ¿deliberado? de escandaloso.

Primero se escucha el compás cadencioso de una batería. Después chillan una guitarra y una trompeta y el sonido retro-celestial de un Hammond hace crecer la melodía hasta volverla épica. Entonces entra en plano una voz que repite hasta el cansancio, en tono calamaresco: “Qué lindo es drogarse en familia, en familia. Qué lindo es drogarse en familia...”. Así abre el disco solista debut de Andy Chango, bautizado sencillamente Andy Chango. Un álbum temático de pop rock y baladas de sótano, más cómico que apólogo, dedicado íntegramente a las drogas. Pero no siempre la creatividad está a la altura del efectismo. “Son canciones que a mí me hubiera gustado escuchar ahí, cuando fumaba porros con miedo a la policía”, dice Chango en diálogo telefónico con el No desde España, donde vive desde hace dos años. No es difícil imaginarlo al otro lado de la línea, sonriéndole a Yasmin, su mujer, pitando de un porro del calibre de un puro cubano y soplando nubes dulzonas y espesas al techo de su casa madrileña.

-¿Fue una decisión premeditada hacer un disco de drogas?
-Yo compongo sin pensar, siempre. Empecé a hacer, desde hace mucho tiempo, canciones que hablaran del tema. Ya cuando estudiaba en La Plata lo hacía para mi casa o para mis amigos. Tiempo después, acá en Madrid, empecé a componer canciones que, sin querer, hablaban de eso. Entonces me dije “bueno, acá hay algo, ¿no?”. Me interesó mucho que fuera temático, no lo tuve que forzar: al revés, ahora me cuesta mucho sacármelo de encima. Me cuesta escribir una canción que no hable del tema.

-¿Tu intención pasa también por instalar un debate?
-Son canciones. Si bien por supuesto estoy en contra de la penalización y de la prohibición, no estaba interesado en hablar en serio de nada porque no me gusta. Yo hice canciones contando consecuencias de mi propia vida. Hice el disco pensando “bueno, hagamos de cuenta que hay libertad”. Cerré los ojos y canté lo que quise cantar. Pero no tengo algo ideológico que defender porque para el tema de las drogas hay gente como Antonio Escohotado, que son catedráticos y pueden hablar con mucha más claridad. Yo sólo hice un disco.

-¿Entonces es más diversión que activismo?
-Con el disco estoy muy tranquilo porque creo que el humor viene bien para todo y que de las drogas hay que hablar. Tiene que haber un debate en los medios, tiene que haber mucha más información. Creo que el tema está muy mal encarado, así que si mi disco sirve para mover ese piso, me parece superdigno. Por algo canto canciones que hablan de ello. No es sólo para divertirme: tengo una motivación profunda.

-¿Cómo creés que se lo puede recibir acá en la Argentina?
-Yo, por lo menos, en Argentina siempre la paso fatal, porque hay mucha policía en la calle y el vecino siempre te denuncia. Es un país que deja libre... dejamos libre a militares que hicieron lo que hicieron. Y después, si alguien se va de juerga, el vecino va y hace la denuncia. Argentina castiga mucho en el tema, así que no sé qué va a pasar allí. Acá en España no recibí nada negativo. Al contrario: se lo tomaron con gran simpatía desde la prensa y el mundo discográfico. En Argentina no sé, pero con que lo disfruten los amigos y la gente que está por ahí...

-¿Por esas cosas decidiste mudarte a España?
-Por una cuestión de libertad. Me di cuenta de que hay ciertos lugares en el mundo donde hay más libertad que en otros. Yo tuve la posibilidad de venirme a Madrid, que es uno de ellos. En Argentina respiro mucha paranoia, veo mucha policía, violencia. Siempre me sentí castigado allí. Entonces huí a un lugar donde la gente te deja tranquilo aunque seas distinto, que no te meten preso por fumarte un porro o que le tenés menos miedo a la policía.

-Es más por ciudadano que por artista.
-Total. Yo me vine muy confundido, no vine a lanzarme en una carrera. Vine a estar tranquilo y enamorado, porque allá no podía. Después encima me fue fantástico acá con las canciones que, ya te digo, las hice sin pensar y sin compañía. Cuando apareció la compañía y me dijeron que querían grabarlas, no lo podía creer. Dije “qué país, qué noble”. De todas maneras, tengo muchas ganas de que les llegue a la gente de Argentina, a los chavales, a la gente normal. Lo que no me gusta de Argentina es la policía, los gobiernos.

-¿Cómo fueron las sesiones de grabación, con Calamaro, Páez, Ariel Rot?
-Con Andrés fue totalmente casual. El bajó del avión, me dijo “Chango, voy para allá”, compusimos en el momento y grabamos “Voy a la playa”. Fue una noche muy buena, esas noches de mucho entusiasmo. Y con los Gabinete Caligari, que es un grupo de acá muy emblemático, compartimos el estudio todas las noches, durante un mes. Fito estaba en Madrid, me dio una música y me dijo “ponele letra, Chango”. El fue justo al primer día de grabación y también fue buenísimo: lleno de flores, alegría y robots. Salió todo fantástico. Con Ariel, como está siempre en Madrid, estuvimos más tranquilos: compusimos en su casa y después vino al estudio un par de días.

-¿Cómo es la noche madrileña, cómo se vive el rock?
-Acá tocar es más fácil. Yo cuando llegué y todavía no tenía banda, me iba con mi teclado a pilas y podía tocar en cualquier sitio. O había discotecas que paran la música y tienen equipo para tocar. Lo que pasa es que yo soy muy hogareño: ahora ya tengo la banda, me quedo ensayando en casa y voy a tocar los días que hay que tocar. La verdad es que ahora no estoy integrado en la noche madrileña. Soy un hombre de su casa.

PABLO PLOTKIN


Letras tóxicas

“Neuronas”
Hoy quiero quemar un montón de neuronas/ tengo que olvidar las miles de horas que debo currar/ Tengo que elegir entre millones de drogas/ debo decidir si quiero una sola o quiero mezclar... ¡todas!/ Y a volar, a volar, a volar y a subir a las olas del mar... hoy me voy a intoxicar.

“La carta”
El día que llegó la carta, aquella carta que venía de Argentina/ comimos con el plato lleno de delicias de América latina/ No se puede prohibir una planta, no se puede eliminar una semilla/ ¡No se puede eliminar una planta ni aunque florezcan un millón de policías!/ ¡Preparen todo, ya llegó mi carta del Cono sur!/ ¡La fiesta comenzó!/ -¿Vieron chicos? -¿Qué pasa Chango? -...qué buena es... ¡es de Argentina!/ ¡Celsa! ¡Celsa! ¡Celsa!/ ¡Mira cómo beben los peces en el río, mira cómo fuman los yonquis en La Celsa!

“Abrazado con el dealer”
Dando vueltas solo, sufriendo las secuelas de una noche blanca bromeando en lo de Andrés/ Quiero que el dealer cuelgue mi foto en su casa/ ¡Soy el enfermo del mes!/ Salí a jugar con ella... y al fin, choqué, con la pared.../ Todo lo que sube baja y yo también/ Intoxicado y solo, trepando las paredes como el Hombre Araña.../ Me enojé y prometí que nunca jamás volveré a meterme nada más... y casualmente terminé abrazado con el dealer.