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![]() Los electrodomésticos La histeria femenina, un clásico de cualquier charla masculina, suele conducir al inevitable y sexista comentario acerca del tamaño que debe tener la solución. Al parecer el remedio ya era conocido hace tiempo y la tecnología eléctrica dio un gran empuje para encontrar en ese sentido. Según un estudio realizado por la historiadora Rachel Maines, los vibradores fueron el quinto electrodoméstico de uso femenino desarrollado, después de la máquina de coser, el ventilador, la pava eléctrica y la tostadora. Según reza el informe, los ginecólogos de fines del siglo pasado recomendaban fervientemente a sus pacientes que adquirieran algunas de las variedades que solían publicitarse en las revistas femeninas de costura o de recetas. Las publicidades llegaban a decir El Cadillac de los vibradores y promocionaban velocidades que iban de las 1000 a las 7000 R.P.M., de acuerdo a las necesidades del consumidor/a. Los precios variaban lo suficiente como para permitir el gusto de una modesta mujer de clase baja por sólo 15 dólares. Otros profesionales, sin embargo, preferían aplicar directamente ellos los masajes pélvicos que permitieran a sus pacientes eliminar la presión acumulada y recetaban una serie de visitas regulares al consultorio. Por supuesto el tema era tratado con la mayor cientificidad y nada dejaba entrever un mínimo de lujuria. Si la pacata sociedad victoriana hubiera notado que detrás de estos métodos vibradores se escondía el camino hacia el placer, seguramente los hubieran censurado. Pero los gemidos llegaron a la calle y la opinión pública se escandalizó. En la década del 20 el femenino entusiasmo por el tratamiento cubrió de vergüenza a aquellas que decidían tomar un par de aplicaciones y los vibradores desaparecieron de las vidrieras... Y se acabó. Esteban Magnani DIEZ AÑOS Abril de 1989
JAVIER AGUIRRE Más días de cine Tres estrenos tres
ENREDOS DE OFICINA A pesar de ser un film pequeño, menor e incluso algo fallido, no conviene dejar pasar entre la cantidad de estrenos de este fin de semana el debut de Mike Judge -el autor de Beavis & Butthead, nada menos- como director de cine. A partir de un viejo dibujo animado llamado Milton, Judge construye y destruye un pequeño universo de rutinas, hastíos y rebeliones. Le falta, tal vez, algo más de cinismo y le sobra Jennifer Aniston (Friends), pero tiene sus momentos puramente Judge. O sea, ni ¡rules! ni ¡sucks!. Uh, uh, uh. M.P. |