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La nueva música que se hace fuera de la Gran Bretaña

Una variedad de propuestas sonoras, con marcada preponderancia de la electrónica elegante y chic, llega desde aquellos países que no forman parte de la gran escena de la Gran Bretaña. Sus ecos ya están llegando a la Argentina. Lo que sigue es un mapa estratégico de intérpretes y estilos que concretan esta invasión estética a las capitales del mundo pop.

Marcelo Montolivo

Cuando la escena musical del Reino Unido (siempre reacia a lo que no provenga de su país o Estados Unidos) comienza a agotarse de tanto sonido autorreferencial, tiende a sosegar su patriotismo fanático y permite el ingreso de artistas de la Europa continental. No es la primera vez que ocurre. Ya en 1973 la aduana cultural inglesa había permitido la entrada a un pelotón de bandas europeas que, a partir del reconocimiento británico (importante regulador de los gustos y tendencias planetarias) conocerían el suceso mundial, incluida la Argentina. Fue el momento de holandeses como Focus, Golden Earring y Shocking Blue (los del hit “Venus”), los italianos Premiata Fornería Marconi y Campo Di Marte, franceses (Magma, Les Variations), suecos (Abba), griegos (Aphrodite’s Child, donde tocaba Vangelis), españoles (Carmen, favoritos de Bowie) y sobre todo el famoso kraut rock alemán (Can, Kraftwerk, Amon Duul, Tangerine Dream, Faust).

Obviamente, semejante apertura duró hasta que los británicos vieron reacomodar su propia escena (con el punk) y todo volvió a ser como antes ... Hasta ahora. No es novedad de que en este fin de siglo, marcado por la avalancha mediática, ya todo suene bastante conocido. En los últimos años han sido pocas las novedades estilísticas que han surcado el universo pop (el drum’n’bass, el trip hop, el breakbeat, el post rock) y apabulla comprobar la rapidez con que se agotan hasta transformarse en mera fórmula. Será por eso que el siempre arrogante Reino Unido vuelve a mirar a Europa en busca de nuevos sonidos o, por lo menos, caras nuevas. De todas formas, todo artista con intenciones de seducir a los británicos sabe que debe adoptar el inglés como lengua, por eso, es más fácil la circulación de material instrumental, como la música electrónica. Pero hay que tener algo en claro: salvo honrosas excepciones donde la conexión ha sido directa (Mano Negraa, Die Toten Hosen, F.F.F., Dolly, Autour de Lucie) toda la música europea que se consume en la Argentina pasa por el filtro inglés. Como es lógico, cada país cuenta con escenas riquísimas y propuestas variadas que -en algunos casos- lucen genuinamente renovadoras.

SUECIA

Quizás por haber mamado los adhesivos hits de sus compatriotas Abba desde la cuna, los Cardigans han conquistado los rankings británicos con su imaginativo pop, otrora teñido de tintes lounge, actualmente dueño de malicia perversa y arreglos inesperados. En un plano algo más underground se encuentran los Wannadies, paladines de la melodía y practicantes de tonadas encantadoras que no rehúyen la distorsión rockera ni la influencia bossa nova en su hit “You and me song”. El quinteto Kent se expresa en un área de canción melancólica, el punto justo donde se unen Radiohead y The Verve, mientras que Whale hace de su esquizofrenia un arte, materializada en un repertorio que pendula entre el rock guitarrero de los Pixies hasta el trip hop, con notables dosis de ironía en las letras. Tricky supo colaborar con ellos. Los Komeda juegan con un retro-futurismo materializado en canciones hipnóticas, que recuerdan bastante a Stereolab. Dentro de la electrónica, Jay Jay Johanson (1) combina grooves con insólitas inclinaciones de cantante melódico, mientras que Baxter se inclina hacia un easy listening con toques drum’n’bass. Dentro de la tradición ultrarockera, tanto Hellacopters como Backyard Babies se están abriendo paso con sus guitarrazos neopunks, herederos directos del “Raw Power” de los Stooges de Iggy Pop.

HOLANDA

El sensible cuarteto Bettie Serveert sigue apostando a la canción guitarrera con influencias de Neil Young, además de contar con una expresiva voz femenina. Son apreciados en el circuito underground inglés, tanto como Solex (2), una de las últimas y más interesantes novedades de un trip-hop con mucha amplitud conceptual, artífice de ambientes inquietantes y espíritu de búsqueda.

FINLANDIA

Jimi Tenor ha comenzado a cobrar real importancia fuera de su país. Cultor de una extraña receta que incluye acid jazz electrónico, ecos de Joy Division y lounge pop, sumado a su aspecto de Andy Warhol clase B, es candidato al futuro estrellato. Un poco más difícil se les hará a los tecno experimentales Pan Sonic (tuvieron que olvidarse de su antiguo nombre Panasonic por obvios problemas legales), artífices de una abstracción algo ardua de sobrellevar para los no iniciados. Recientemente se dieron el gusto de grabar un álbum junto con Alan Vega, ex líder de los seminales Suicide. Además, la escena hierve de bandas glam punk herederas de Hanoi Rocks, un orgullo nacional cuyo máximo fulgor transcurrió durante los años ‘80.

ALEMANIA

En realidad, la vasta escena pop alemana siempre se las ingenió para colocar alguno de sus representantes en la mira mundial: la familia kraut rock en los ‘70, Nina Hagen, Nena, Einsturzende Neubauten y Scorpions en los ‘80 y la nueva camada que por ahora obtiene más reconocimiento crítico que comercial, quizá debido a su carácter artístico algo hermético. La escena electrónica cuenta con intrépidos conceptualistas (Oval, To Rococo Rot, Mike Ink, Pole), paladines de la selección tímbrica (Mouse on Mars), rabiosos terroristas rompetímpanos (Atari Teenage Riot (3) y la escudería de su sello Digital Hardcore), amantes del Post-Rock (Kreidler), imperturbables expositores de esqueletos rítmicos (Maurizio) y chamanes electro-reptantes (Porter Ricks). En otra vibración, Stereo Total adornan su kitsch-pop cantando en varios idiomas, mientras que Tarwater (con un integrante de los Rococo Rot en sus filas) se dedican a un trip hop oscuro.

AUSTRIA

No es un país con tradición exportadora en lo que a novedades pop se refiere, pero a la Gran Bretaña han llegado ecos del frondoso movimiento electrónico vienés, con popes como el dúo de dj’s Kruder and Dorfmeister, Patrick Pulsinger y Punk Anderson (4), tecno-funkeros como Sluts’n’Strings & 909y el house de The Last Disco Superstars.


 
FRANCIA

Junto con Suecia, es el país del cual provienen los artistas con más difusión internacional de los últimos tiempos y, por ende, cuentan con un creciente nivel de popularidad (o conocimiento, al menos), incluso en Latinoamérica. El duo Daft Punk (5) sacudió la escena dance mundial con su combinación de breakdance, disco music y trance, utilizando sonidos analógicos y vocoders, ganando adherentes, además, por sus atractivos videos. Uno de sus miembros (Thomas Bangalter) se ha embarcado en el proyecto paralelo Stardust, quienes, por ahora, sólo editaron un single que se convirtió en hit (“Music sounds better with you”, de alta rotación en MTV). Ante la falta de un nuevo álbum de los Daft Punk, el debut de Cassius (otro dúo), ha tenido buena repercusión aunque lo suyo transcurre por caminos similares: culto por algunos iconos visuales y sonoros de la década del 70, funk electrónico, disco, house, algo de breakbeat. Etienne de Crecy aún no ha trascendido demasiado las fronteras, pero también se maneja por esas mismas coordenadas estilísticas. Ya podría hablarse de una manera típicamente francesa de entender el dance. Un personaje clásico dentro de la escena bailable es el DJ y productor Laurent Garnier -reciente visitante de la Argentina-, cultor del trance, el house, el electro funk y el trip hop, tal como también Emmanuel Top, culpable tanto de sus propias cabalgatas electrónicas como de su sello Electrack, difusor de este estilo. Motorbass es otro dúo parisino (con Etienne de Crecy en sus filas), practicante del trip house, mientras que St. Germain practica un amable soft house, con sedosas líneas de piano. El rapper MC Solaar y su rima jazzeada (en francés) también tiene su lugar aunque encuentra dificultades para ingresar al mercado británico. Todo lo contrario de Dimitri from Paris (un cínico amante del lounge kitsch), DJ Cam (una suerte de DJ Shadow francés), Bob Sinclair (elegante cultor del house funk) y Snooze, muy dentro de la línea de Massive Attack, con el propio Horace Andy -uno de los cantantes del grupo de Bristol- como invitado. Pero no solo de máquinas viven los franceses, ya que Autour de Lucie -que estuvieron aquí, en el festival que organizó la revista Los Inrockuptibles-, Ysa Ferrer y François Breut, actualizan la exquisita tradición pop femenina inaugurada en los ‘60 por Françoise Hardy y Jane Brikin, mientras que Bertrand Betsch, Murat y el respetadísimo Dominique A. sobresalen como cantautores fascinados por la chanson y las evoluciones de próceres nacionales (ahora revalorizados) como Serge Gainsbourg o Jacques Brel, sin olvidarnos de Carmine, Dolly, Cornu, Little Rabbits, Diabologum y los impetuosos Louise Attaque, que se mueven por parámetros más cercanos al rock alternativo. Se trata de un fascinante cúmulo de artistas que se encuentran con serios problemas de trascendencia fuera de su país, fundamentalmente por no adoptar el inglés como idioma. Quienes han cosechado auténtico suceso, tanto de crítica como de ventas, son Air (y siguen los dúos ...), con un álbum debut titulado Moon Safari que es, conceptualmente, música con la dirección puesta en el espacio y que sonoramente es una combinación de easy listening, techno pop y el sonido del artista negro Isaac Hayes. Con esta combinación, “Moon Safari” ha sido galardonado por varias publicaciones inglesas como el mejor álbum del año pasado (hecho inédito, tratándose de artistas franceses). Por senderos similares transita Kid Loco, menos intergaláctico, con más énfasis en los grooves del trip hop, pero igualmente narcótico y paisajístico en su sonido. Pero Bang Bang están en plena condición de convertirse en la nueva sensación. Centrados en la persona de Xavier Jamaux (también miembro de los recomendables trip hoperos Ollano), se mueven por elegantes y sofisticadas coordenadas que podríamos definir como electronic-soul. Atmosférico y cool, atributos muy apreciados en este fin de siglo.

Otros países

Tanto Bélgica (con los originales Deus) como Noruega (con los salvajes Gluecifer, quizá la próxima sensación mundial del hard rock punkizado) están aportando nombres a la invasión, que no sólo es externa. Porque también ocurre con las ya-no-tan-minorías raciales residentes en la propia Gran Bretaña. Tal es el caso de Leila, una iraní cultora de extrañas canciones en clave trip hop, Asian Dub Foundation (6) y su dance rock combativo y los más veteranos Trans Global Underground (con la cantante egipcia Natacha Atlas (7), también dueña de una tríada de álbumes como solista), todos cultores de una música dance hecha con sabor a Legión Extranjera. Aunque residentes en Estados Unidos, el duo de Dj’s iraníes Deep Dish (que estuvieron en Bs. As. el fin de semana pasado) ha sacudido los rankings de medio mundo con su impetuoso house. Islandia demuestra con el colectivo de artistas Gus Gus y su original manipulación del ritmo, que no sólo cuentan con Bjork como arma secreta. Sin formar parte de Europa, obviamente, Japón es uno de los países clave y con un perfil estético más definido en la exportación de mercancía pop. Con un pastiche cultural que roza la demencia, Tokio se especializa en exportar un sonido kistch, con permanentes citas a la cultura clase B occidental y una fijación por la bossa nova. Centrada fundamentalmente en una parte de la ciudad llamada Shibuya (de ahí la denominación de Shibuya Sound), la escena cuenta con pioneros como Pizzicato Five, adelantados como Cornelius (combina a los Beach Boys con la distorsión de My Bloody Valentine), simpáticos agitadores de cocteleras (Fantastic Plastic Machine, Kahimi Karie y el ex Dee Lite Towa Tei) y adeptos a la causa indie como Sugar Plant y Buffalo Daughter, estas últimas protegidas de los Beastie Boys a través del sello Grand Royal.