La
red
Aunque se trate, apenas todavía, del 5 por ciento de la población
argentina, los que tienen acceso a Internet forman parte de una cierta y
virtual comunidad global que les permite leer diarios y revistas de todo
el mundo en el momento, comprar libros y cds, escribirse con un lituano
y una coreana del norte, grabarse música antes imposible de conseguir,
mandar imágenes y pequeños videos a los amigos, intercambiar
chistes y ridículas cadenas de solidaridad, etc., etc.
También, claro, han incorporado un vocabulario incomprensible para
los iniciados, además de diversos grados de obsesión. Chat,
e-mails, mailing lists, servidores, real player, icq y demás forman
parte de la jerga. La obsesión puede
ocasionar apocalipsis económicos: entre las cuentas de teléfono
y los gastos en tarjeta de crédito que abultan los bolsillos de las
tiendas virtuales, el usuario tiene que ser cuidadoso. Porque casi todo
está ahí: el libro que tanto costó conseguir, el disco
que en las disquerías del centro cuesta 30 $, o los objetos raros
y tentadores en remates. Al menos el 35 por ciento de las personas que tienen
Internet alguna vez compraron algo, además. La tarifa mensual para
tener acceso a la red oscila entre los 20 y 30 pesos ahora existen
ofertas de conexión por menos de 10, y a eso se le suma el
costo de las llamadas, otros 30 o 40 pesos. O sea: todavía es un
gasto-lujo para pocos. Internet, claro, tiene sus desventajas, además
de las económicas: todo, o casi todo lo más interesante está
en inglés, lo que dificulta la navegación para una buena cantidad
de gente. Otra desventaja es, para el standard primer mundo en la cuestión,
que Internet en Argentina es lenta, además de estimular paranoias
varias (virus y robos de tarjetas de crédito). Aun así, causa
adicción. Se parece bastante a una droga: mientras se está
frente a la pantalla, el usuario no come, le arden los ojos, y quiere cada
vez más. Siempre hay más.
El
enemigo
interior
Walter Bulacio (ver Los Redo) no fue el primero, pero se convirtió
en el símbolo de los jóvenes asesinados y golpeados por la
policía, el enemigo más evidente de esta década después
de años y años de monopolio militar. Estos fueron los años
en los que se popularizaron los términos gatillo fácil
y maldita policía, y los años en los que en los
shows la gente cantó con pasión eso de matar un rati
para vengar a Walter/ que en toda la Argentina comience el Carnaval.
En un breve repaso, está comprobado que la policía está
implicada o es responsable de los crímenes de Javier Rojas Pérez
(23), asesinado en Wilde en 1995, cuando a un agente se le escapó
un tiro mientras pedía los documentos, de Alejandro Mirabete (17),
en 1996, de Maximiliano Albanese (17), fusilado en La Plata en 1990, de
Miguel Bru (23) torturado y asesinado en la comisaría 9» de La Plata
en 1993 (su cuerpo sigue sin aparecer), de Sebastián Bordón
(17), asesinado en una comisaría de Mendoza y luego arrojado a un
precipicio. La lista sigue y es muy larga. Por lo general los policías
que son condenados (cuando lo son) reciben la sentencia de apremios ilegales
(excarcelable) u homicidio simple (que no contempla la tortura). Y todo
eso cuando reciben alguna pena: en muchos casos los crímenes deben
ser incluidos dentro de la situación gatillo fácil,
que lamentablemente es un eufemismo para accidentes de trabajo. Así
estamos.
La
calle está dura
La desocupación generalizada del país incluye, claro, a
los jóvenes. A principios de la década, el nivel estaba
en un 7 por ciento de la población activa, y hoy, en 1999, subió
a un poco más del 14 por ciento. El doble, exactamente. El pico
fue en 1995, con el efecto tequila y la crisis financiera, cuando llegó
a un 20 por ciento. Hoy, de cada 100 personas, 20 están desocupados,
y los mismos índices rigen para la subocupación.
Entre los jóvenes, el nivel de desocupación es de un 20
por ciento. Si se le suma el nivel de subocupación, el resultado
es que 1 de cada dos jóvenes tienen muchas dificultades para integrarse
al mercado laboral. Por supuesto hay un corte social: los sectores altos
tienen un 6 por ciento de desocupación, pero entre los sectores
bajos, el 25 por ciento de los jóvenes está desocupado.
Otro dato más fuerte es que, en todo el país, hay 400.000
pibes que no estudian ni trabajan, es decir que están también
fuera del sistema productivo. He aquí el sector de más riesgo:
delincuencia y demás problemas que acarrea la más completa
marginalidad, desprotegidos y eliminados de cualquier interés,
completamente no future. Esto es hardcore.
En las clases medias, el fenómeno de la subocupación (el
subocupado es el que trabaja menos de 35 horas semanales, querría
trabajar más, y su trabajo es precario) ocasionó el crecimiento
de una ocupación que es fácil de ver en la calle: los repartos.
Es decir, los deliverys. También empleo en sector servicios. Mozos,
conserjes. No hay quien no tenga una amiga mesera. O un amigo que reparta
pizza y comida a domicilio.
Dos
potencias
El equipo del No había realizado, trabajando para ello a destajo,
una encuesta sobre los mejores de la historia del rock en la Argentina,
que publicó en julio de 1992. Los rubros dieron como lógicos
ganadores a Luis Alberto Spinetta y Charly García, que quedaron
chochos con la novedad, e incluso escribieron sendos textos de agradecimiento.
Entonces, el No se propuso pisar sobre caliente: reunirlos para una nota,
un imposible desde el distanciamiento que en 1984 dio por concluido su
proyecto de disco en conjunto. Lo que parecía dificilísimo
fue, en rigor, superfácil. Las cosas ocurrieron así.
1 Llamado telefónico a Spinetta que, de entrada, cosa rara
en él, dijo que sí, que encantado.
2 Llamado telefónico a Charly (cinco minutos después)
que atiende, piensa un segundo y dice lo mismo.
3 Llamado a Spinetta, qué, enterado de la novedad, propone
que el primer encuentro sea en el bar de abajo del departamento de Charly.
4 Llamado a Charly que dice Ok, mañana a las 5 (de
la tarde).
La nota fue al día siguiente de aquellos llamados, el martes 21
de julio. Luego del encuentro en el bar, en el auto del fotógrafo
Fernando Dvoskin un 133 modelo pasado todos a Plaza Francia,
un lugar simbólico (la prensa descubrió allí
en 1967 a los primeros hippies argentinos). Los transeúntes no
salían de su asombro. Un chico le gritó Chau, Nito
a Spinetta, y Spinetta lo saludó. Unos cordobeses que salían
del Cementerio de la Recoleta se retrataron con los dos.
Sobre el gigantesco ombú frente a La Biela, tres pibes que estaban
trepados a las ramas más altas hablan ahora a los gritos sobre
los dos flacos que posan, abajo, vestidos de camperas (la sensación
térmica era de 2 grados). Uno dice: O la pepa que me tomé
me hizo mal, o esos dos son Charly y Spinetta. Charly le responde:
Bajá, man, que te vas a caer. El man contesta: Cuando
se me pase esto, loco.
En la nota, que hasta hoy nadie logró repetir, Spinetta dijo que
hasta a Lennon y McCartney les hubiese gustado componer Viernes
3 AM y Charly, que el mejor tema de la historia local del rock es
Los libros de la buena memoria. Los dos coincidieron en que
el ganador de la encuesta histórica debió haber sido Litto
Nebbia.
CARLOS POLIMENI (que hizo la nota)
Flashes
por FITO PAEZ
Me acuerdo de él avanzando por calle Rivadavia, a la altura de
Caballito, arriba del menemóvil: un festejo increíble.
Me acuerdo de las promesas electorales y a la semana todo se fue a la
mierda. Me acuerdo del indulto.
Me acuerdo de la silbatina después del atentado a la embajada de
Israel.
Me acuerdo de él en Anillaco. Me acuerdo de lo del hijo y su frase
esto no fue un asesinato. Muchas barbaridades. El pacto de
Olivos. Diabólico. Y el entorno, la comparsa, también diabólica.
No me queda un buen recuerdo. Un buen gusto, un buen sabor.
Los
que quedan
por ERICA GARCIA
Ahora, analizando lo que pasó, veo que quedó un país
devastado pero con una extraña alegría. Yo diría
que la habilidad de Menem, si es que se la puede llamar de esta forma,
fue la de haberle quitado el nombre a las cosas, los límites, la
contención. Quiero decir, Menem hizo que parezca divertido morirse
de hambre o tener una carpa docente montada como si fuera un espectáculo
diario. Le encantó tomar la humillación como parte de la
diversión.
Por otro lado creo que, ahora que no va a ser más presidente, vamos
a ver al Menem absolutamente verdadero, porque el hecho de no tener presiones
le va a permitir mostrarse en las fiestas sin ningún tipo de problemas.
Estoy segura de que va a aparecer todos los días en las revistas
como un personaje súper divertido, sarcástico y trágico.
Ya no va a ser el papel de político ni de actor.
Si tuviera que sintetizar a Menem con una frase, diría que es un
personaje siniestro. Por otra parte, hay que tener cuidado con los que
quedan de su entorno. El se va, pero los que estuvieron a su alrededor
se quedan. A esos hay que vigilarlos bien. Al nuevo gobierno le pido por
favor que, además, cuide a los jóvenes, que no son el mañana
sino el hoy.
Cambalache,
de verdad
por Ciro Pertusi
Lo que más me queda es algo que vi, tanto en la elite del gobierno
como en buena parte de la sociedad argentina: la frivolidad. Hubo un auge
de la frivolidad, todo se volvió medio o del todo fashion. Empezaron
a confundirse algunas cosas: en la misma fiesta podías encontrar
artistas, detenidos por asesinatos, diputados. Por supuesto que no hubo
una preocupación social entre las personas. Cada cual trató
de estar al día: tener su Movicom, estar flacos, bronceados, musculosos,
las top models y eso. Y todos juntos bailando en las tapas de revistas.
Un montón de gente común alucinó con eso, se la comió,
se les pegó el vicio, quisieron esa gran vida. Eso lo siento, lo
vivo, y veo que a la gente le pega. Algunos se arrepienten de eso, otros
se mueren por tenerlo. Eso me afecta cuando voy en un tren y veo a un
chabón que viene de laburar para comprarle los útiles al
nene, y después ves a la mogólica de la Nannis frivoleando,
o a la pelotudita de la propaganda del teléfono celular diciendo
¡Qué loca que estoy!. Por un lado te muestran
la carne, y por otro te dicen cómo hay que vivir. Que toda esa
gente haga lo que quiera de su vida. No soy un reprimido ni un cortamambo,
pero que controlen la publicidad: hay gente que sufre del hígado.
Andate
a dormir vos
¿Cuántos votos habrá perdido Eduardo Duhalde por
una medida tan impopular como el límite horario para las discotecas?
El 3 de junio de 1996, el (hasta mañana) gobernador quiso cambiar
los hábitos de la sociedad por decreto, con una norma que limitaba
la actividad nocturna hasta las tres de la mañana en la provincia
de Buenos Aires. El argumento era remanido: así habría menos
droga y delitos. Al principio, la policía hizo cumplir la
veda y hubo doscientas disco que debieron cerrar porque no iba nadie.
Los jóvenes del Gran Buenos Aires, que podían, preferían
viajar un poco más, pero quedarse bailando hasta la salida del
sol en algún local de la Capital. Los de la provincia profunda
se jodieron más: ya de por sí en sus ciudades pasaba poco,
imagínense con esto... En más de un sentido, a Duhalde le
salió todo al revés: se ganó una desaprobación
militante (Kapanga le dedicó El mono relojero, que
dice Andate a dormir vos, yo quiero estar de la cabeza) y,
encima, el nivel de delitos durante la noche el día, la tarde,
a toda hora se acrecentó. Al poco tiempo, la medida
ya había perdido todo el sentido (aunque todavía está
vigente legalmente). El gobernador electo, Carlos Ruckauf, prometió
darle el tiro de gracia a esa norma ridícula. Ojalá que,
teniendo en cuenta el personaje en cuestión el mismo que
prometió meter bala a los delincuentes, sea sólo
eso.
Costumbre
argentina
Hay himnos para la práctica: Fasolita, de Los Piojos,
El blues de Bolivia, de La Renga. Una nueva institución
juvenil: cerveza y porro. Por lo general en una esquina del barrio, pero
también en plazas, parte del ritual antes de los recitales (ocioso
es decir que sobre todo en shows de Los Piojos, La Renga, y, claro, Los
Redondos) o en la cancha. Pero tampoco es exclusivo del palo. Quizá
sea una de las pocas prácticas universalmente compartidas por todas,
o casi, las tribus urbanas. Se trata sencillamente de una forma de estar
juntos, y una postal urbana repetida infinitas veces: cualquier umbral
cercano a un boliche, o cualquier umbral en general, puede ser el escenario.
Pero también puede ser escuchando un disco a la tarde, en casa.
O a la noche, un viernes o un sábado, antes de salir. Una nueva
cultura. La cerveza es intercambiable con el vino, pero ciertamente el
tetrabrik es mucho menos popular: tomar cerveza es mucho más casual,
y más amplio. Lo demás... es ilegal y te puede costar un
garrón, así que mejor no hablar. Pero seguro que pocos pueden
decir que nunca lo hicieron.
Vamos,
vamos los pibes
Si bien el fútbol argentino siempre recurrió a las divisiones
inferiores para conformar sus equipos, durante la última década
se echó mano a los más jóvenes tanto para tapar los
baches de las permanentes ventas al exterior Batistuta, Balbo, Sensini,
Verón, Almeyda, Crespo, Ortega, El Piojo y tantos más
como para inyectar algo de frescura en campeonatos que corrían
el riesgo de aburrir mortalmente. Y las inferiores (como un trapo de piso
del que siempre se puede escurrir más agua) respondieron: los campeonatos
mundiales Sub-20 obtenidos en Qatar (1995) y Malasia (97), con José
Pekerman como entrenador (sin olvidar al Vélez que derrotó
al Milan), fueron los logros más importantes a nivel internacional
de la década. Esos seleccionados mostraron que es posible jugar
bien y ganar (y portarse bien y ganar), además de haber funcionado
como vidriera para cracks como Juan Román Riquelme, Pablo Aimar,
Juan Pablo Sorín, Leonardo Biaggini, Walter Samuel y Esteban Cambiasso.
Para continuar la sangría, varios de ellos fueron transferidos
al exterior cuando apenas habían alternado en primera. Pero todavía
se puede gozar de las pisadas y gambetas de unos cuantos (con el sobresaliente
pibito Javier Saviola, indiscutido en River a los 17 años). El
canto de guerra, hoy, en las populares debería ser, más
que nunca: ¡No te vayas pibe, quiero verte otra vez!
Ilusión
y desilusión
por LEON GIECO
Mi historia con el menemismo parte de una enorme sensación de soledad
frente a lo que empezó a ocurrir. Siempre hablé del surrealismo
de nuestra realidad y de que Fellini podría haber sido aquí
un simple fotógrafo. Para mí el efecto Menem
comenzó con el indulto y siguió con la sensación
de que todo el mundo estaba chocho con este personaje campechano y gracioso,
enormemente vital y manipulador. Empecé a sentir la sensación
de haberme quedado solo con mis sueños y mi guitarra. Todo estaba
mutando: gente del palo miraba con simpatía a personajes cirujeados
en revistas y programas de tele, un peso=un dólar tapó con
un manto de olvido todo lo que estaba asquerosamente mal, era un estado
hipnótico en el que no pude caer. Después pasaron tantas
cosas... Tanta muerte, tanta injusticia, que la fascinación fue
cayendo y la realidad volvió a cobrar fuerza, por qué no
decirlo también, en manos del periodismo respirador de micrófono
de los noticieros de la tele.
Ilusión y desilusión.
Estas palabras resumen para mí lo que le pasó a la gente.
Para mí, la desilusión fue constante. En estos diez años,
me refugié en lo que sentí que me identificaba: los derechos
humanos, Madres, Abuelas, curas como Farinello, la solidaridad de los
que menos tienen. Y de los que, humildemente, a veces creo sentir que
les puedo aportar mi voz y mis canciones. No fueron pocos los momentos
de duda y desesperación.
Pero nada es para siempre. Y aquí estamos, con la esperanza renovada
y alertas. Muy alertas. Sintiendo que tal vez caigamos y nos levantemos
demasiadas veces. Hasta que, como escribió Carlos Fuentes (creo):
De la tierra arrasada asomen los brotes de un nuevo destino para
todos.
|
...
ahora sólo nos
queda el maquillaje
por ADRIAN DARGELOS |
|
Antes
Cancha de paddle
Videoclub
Industria Argentina
Cine de barrio
Bowling
Pizzería
Mujeres comprometidas
Aristocracia
|
90/95
Fútbol 5
Rotisería
Fábrica abandonada
Templo evangelista
Pista de pat. sobre hielo
Pizzería con dicroica
Actrices
Farándula
|
95/99
Estacionamiento
Remisería
Shopping
Bingo
Lavadero de autos
Cadenas de fast food
Modelos
Todos somos VIP
|
Qué
va a ser mañana de ti, promotora
|
|