|
PRESENCIA DE LA FILOSOFIA EN
LOS ORIGENES DEL PSICOANALISIS
Freud y Platón, un solo psicorazón
|
Al introducir el
debate sobre la relación entre la obra del filósofo griego y el texto freudiano, Enrique
Marí recrea el perdido clima de la ciudad que fue ombligo del mundo a principios de
siglo: Viena.
Una calle de Viena, en fotografía de
1905.
Fue epicentro de un gran movimiento cultural. |
Por Enrique Marí *
A comienzos de nuestra centuria,
Viena se constituyó en el epicentro de un gran movimiento cultural. Escritores, músicos,
arquitectos, poetas, filósofos de la ciencia, pintores, juristas, psiquiatras,
periodistas, psicoanalistas, irradiaron en lo que antes había constituido el Imperio
Austro-Húngaro su profundo saber, su arte y su exquisita sensibilidad.
Entre estos autores estaban, desde luego, Sigmund Freud y Hans Kelsen. Freud construyó,
en ese lugar y en ese período, una de las injurias más grandes al narcisismo del hombre:
el psicoanálisis. Injuria sólo comparable con las producidas por Copérnico y Darwin.
Sus concepciones no son fáciles de asimilar. En esa misma ciudad y en ese mismo período,
otros brillantes intelectuales no se privaban, en efecto, de ironizar a su respecto. Entre
ellos, el monstruo del periodismo vienés Karl Kraus, con su Die Fackel (La antorcha) a
cuestas, y sus poderosos alegatos antibelicistas de Los últimos días de la humanidad.
Para él, raramente querido, siempre odiado por su constante lucha contra el poder, era
imposible descreer del psicoanálisis por su extensión e ininteligibilidad.
En su causticidad e ironía no estaba solo. Lo acompañaba Robert Roth, cuya existencia
anímica hacía una con su hermoso y no menos pesimista texto El hotel Savoy, prisión y
palacio al mismo tiempo. Pasajero del Transeuropa Express, llega a Moscú en el preciso
instante en que Stalin expulsa a Trotsky, a Sinoviev y a Kameniev del Politburó. Bebedor
católico y autor de Judíos errantes. Parroquiano del café Herrendorf, donde solía
encontrar a Robert Musil y a Milena, la amiga de Kafka; ambulante, nómada urbano,
abandonará la vida creyendo en los milagros que producían sus noches de pernod. En las
ocasiones en que se encontraba con otros redactores de Die Stunde no se privaba, al
advertir ciertas presencias, de sumarse a la ironías de Kraus: Ahora hay que tener
mucho cuidado, no te conviene hablar en voz alta. Llegaron los discípulos del padre
confesor de las millonarias histéricas de Viena, su Reverencia Herr Professor Sigmund
Freud.
Otros, en cambio no es único el caso de Kelsen en este sentido, sentían que
estas bromas, o eran modelo de chocarrerías del hato de los injuriados
narcisísticamente, o en todo caso no hacían para nada justicia a quien, sobre los lazos
de afectividad, por ejemplo, había intentado, junto con Platón, develar, arrojar luz
sobre uno de más los extensos misterios que acompañan la vida misma del hombre: el amor.
Por ello se dieron a la tarea de frecuentar con seriedad sus textos, sorprendidos, en
particular, acerca de cómo ambos autores, separados por muchos siglos, se habían
acercado al tema con total reverencia y modestia. Platón incorporó a su estudio todos
los elementos que hemos desarrollado a lo largo de este trabajo, análisis del deseo, de
la pasión, de la razón, el placer, la continuación de la especie humana, la creación
en las artes y las ciencias, la teoría de las ideas, la belleza, el bien, la prioridad
del alma humana sobre los cuerpos, el mito, la influencia inescrutable de los dioses, la
conexión del Eros con la paideia y la politeia de la ciudad. Freud, por su lado,
rectificó especialmente en términos de la sublimación de la líbido, la concepción
aceptada del amor platónico, modificó el orden de los discursos sobre el amor, y el
discurso sobre el amor, incorporó hechos de la anatomía y la fisiología, la evolución
de las especies, el inicial desamparo del niño, las vicisitudes del desarrollo humano en
la familia y la cultura, la economía y dinámica de la psique, y las irracionalidades
secretas del inconsciente. Al final de sus vidas ni uno ni otro fueron conclusivos en sus
teorías del amor. Las obras de Platón fueron marcando diferencias en sus modos de
aproximarse a ese misterio, y se sembraron de alegorías, de metáforas, de
puntualizaciones religiosas. Freud, a su vez, nunca escribió el libro anunciado por
subiógrafo, Ernest Jones, y en las postrimerías de su vida reconoció que sabemos muy
poco acerca del amor.
La bibliografía generada alrededor de sus textos es tan amplia como para dar y cuenta y
testificar razonables diferencias de interpretación en muchos de sus trabajos cruciales.
Es cierto que hablamos de la concepción aceptada del amor platónico, pero
esta concepción no es unificada, estática o pacífica. Ingresar en las disputas de los
helenistas no deja de implicar un ingreso en lo laberíntico, y en sesudas y lascivas
disputas sobre la traducción de un término griego. A Freud, por su lado, le brotaron los
disidentes, las derivas lacanianas, los psicoanalistas perturbados de Woody Allen y los
psicoanalistas argentinos a quienes, como es sabido, les resulta más difícil ponerse de
acuerdo en fijar el simple día y la hora de una reunión amistosa para debatir un tema de
la profesión, que penetrar en las herméticas incógnitas del Id.
Por eso toda reconstrucción de las teorías del amor aparece riesgosa y difícil desde el
comienzo y, quizá, la mejor manera de emprender la tarea sea indagar las afinidades y las
diferencias entre estas teorías, señalando las deudas de Freud al platonismo, las
modalidades de su interpretación y los logros conceptuales que se le pueden adjudicar
desde su teoría de la sexualidad. De ahí que cuando Kraus ironizaba diciendo que es
difícil descreer del psicoanálisis por su extensión e ininteligibilidad, se puede
aceptar el trasfondo serio de la ironía, u observar, en todo caso, su correspondencia
biunívoca con la extensión del platonismo y la ininteligibilidad de los misterios
eléusicos puestos en juego en segmentos de su concepción.
* Filósofo. El texto es un fragmento del libro inédito El Banquete de Platón. Lecturas
helenista, freudiana y foucaultiana.
SOSTIENEN LOS QUE TRABAJAN EN INSTITUCIONES
PUBLICAS
Los psicólogos pueden ser jefes
Por la Asociación de Psicólogos
Municipales
La función de jefe de Servicio de
Psicopatología y Salud Mental es la de saber administrar los recursos humanos y
materiales de la mejor manera. Este carácter administrativo lo puede desempeñar
cualquier miembro profesional de la salud de un equipo multi o interdisciplinario. No
queda excluido el título de psicólogo ni el de médico. Ambos tienen los mismos
derechos. La Ley 23.277, sobre el ejercicio legal de la psicología, así lo reglamenta.
Sin embargo un decreto ley 17.132, anterior a la Ley 23.277, atropella ese derecho y
excluye a los psicólogos de la legalidad de participar en los concursos a Jefatura.
Esta historia comienza hace 40 años, cuando empiezan a concurrir a los hospitales algunos
profesionales de la salud con una clínica distinta basada en la escucha y la palabra,
como técnica para abordar el dolor psíquico de los pacientes. La inserción fue
difícil, pero el reconocimiento por los resultados clínicos y por el trabajo teórico
obtenido la hizo posible. En la actualidad ocupamos el segundo lugar en cantidad de
personal profesional del gobierno de la ciudad. El dictamen de la Procuraduría que nos
impide acceder a los cargos de conducción se basa en el decreto ley 17.132/1967, que en
su artículo 20 inciso 23 dice: Queda prohibido a los profesionales que ejerzan la
medicina actuar bajo relación de dependencia con quienes ejerzan actividades de
colaboración de la medicina u odontología.
Este decreto ley 17.132 fue sancionado en la dictadura de Juan Carlos Onganía. En esa
época los psicólogos no teníamos estatuto legal, no existíamos dentro de la estructura
municipal. No se había dictado la ley 23.277 del ejercicio profesional de la psicología.
No éramos, ni somos, personal de colaboración.
El 6 de noviembre de 1985, en democracia, se sanciona la Ley 23.277 y se aprueba la
reglamentación, diez años después. En el año 1986 se aprueba la ordenanza 41.455,
Carrera Municipal de Profesionales de la Salud, donde por primera vez se equiparan todas
las profesiones. En dicha ordenanza no figura que los psicólogos no podemos presentarnos
a concurso por jefaturas. Es un hecho que el director de Salud Mental es un psicólogo, el
licenciado Roberto Lo Valvo, y no necesariamente lo excluye por no medicar ni tener una
especialidad. Esto porque es un cargo administrativo y administrar no es sinónimo de
medicar.
Es por medio de concurso, dentro del marco legal, que el 24/7/1990 se nombra a la primera
jefa de Psicopatología en la Maternidad Sardá: la licenciada Beatriz Frascotto. En 1991
la Comisión Asesora Permanente de Carrera Municipal de Profesionales de la Salud (ante la
pretensión de otros psicólogos de acceder a cargos de conducción) considera que es
requisito, para acceder al cargo de jefe de Servicio de Psicopatología y Salud Mental,
ser médico psiquiatra (acta 244/91).
A partir de ese momento todas nuestras presentaciones a cargos de conducción han sido
negadas. Nuestra única defensa es impugnar los concursos. Algunos profesionales apoyan
este dictamen y argumentan que esto se debe a que no podemos medicar y que no tenemos
especialidad. Conocemos los cargos de conducción que existen en otras provincias y en los
hospitales ex nacionales incorporados al gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Nadie puede negar que los cargos de conducción ocupados por psicólogos existen. Nosotros
esperamos que la nueva legislación del gobierno de la ciudad de Buenos Aires subsane esta
situación por un orden más justo para todo el equipo de salud. Merece especial
reflexión el hecho de que un decreto ley en realidad un decreto dictatorial con
poder de ley sea interpretado como norma superior a una ley promulgada con todos los
requisitos que la democracia exige. Hechos como éste crean falsas oposiciones entre
diferentes profesionales de la salud que actúan en el hospital público.
No nos quedan dudas de que el puesto de jefe de Psicopatología debe ser desempeñado por
el más capaz y la capacidad no es acreditada sólo por títulos y certificados, sino
también por ser profesionales con títulos superiores universitarios, de valor
equivalente, con capacidad de liderazgo y conducción ya probada al frente de las
prácticas cotidianas en nuestros hospitales.
POSDATA |
Adopción. Grupos
gratuitos de reflexión para candidatos a padres por adopción que hayan entregado
solicitud en juzgados: Hospital Tobar García, 4305-5895.
Psicosomático. Conceptualizaciones acerca de lo
psicosomático, desde el 5 de 11 a 13 en Hospital de Oncología María Curie,
4983-2628.
Cuatro. Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis, por Andrea Leiro en el Hospital Rivadavia, desde el 9 a las 12.
Gratuito. 5809-2067.
Kaës. René Kaës en la Argentina. El 4 de agosto de 12 a 13.30,
conferencia televisada interactiva Vínculos intergeneracionales, en Callao
1046. El 7, con entrada libre, estará en la Universidad Maimónides, Hidalgo 775: de
10.30 a 13.30, Proceso de aprendizaje en pequeños grupos; de 15 a 17,
Violencia en las instituciones de salud.
Psicopedagogía. Diagnóstico psicopedagógico, para
graduados, viernes de 8.30 a 10 en el Hospital Alvarez.
Dolor. Curso sobre dolor en el Instituto Psicosomático de Buenos Aires,
desde el 5 de 13 a 15. 4825-2925.
Corporal. Coordinadores de trabajo corporal, ¿para qué?,
por Elina Matoso en el Instituto de la Máscara, 3 y 10 de agosto a las 10. 4775-3135.
Autistas. Tratamiento con niños autistas, por Héctor
Yankelevich en Escuela de Psicoterapia para Graduados, el 5 a las 21. 4865-2050.
Joycenet. Seminario por Internet: Joyce, ¿un caso clínico?.
Programa de Cultura y Psicoanálisis de la Facu de Psico de la UBA. www.psi.uba.ar
No psicólogos. Cursos para no psicólogos en la Facu de Psico de la UBA:
rol docente, campo psijurídico, intervención con familias, negociación y cambio en
empresas. Secretaría de Extensión, 4932-6001. |
|