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SE CUMPLEN VEINTE AÑOS DE LA
MUERTE DE OSCAR MASOTTA
Por Enrique Acuña * Hace veinte años moría en Barcelona Oscar Masotta, aquel que introdujo la enseñanza de Jacques Lacan en la Argentina. Retornar a cierto estilo que se lee en Masotta puede ser una ocasión para poner en juego las diferentes políticas del psicoanálisis según la historia de su práctica y la literatura que produce su campo. Sigmund Freud recuperó con Poesía y Verdad de Goethe la manifestaciónde lo poético como paráfrasis y traducción del texto inconsciente, pero, cuando debió organizar una institución para el psicoanálisis, la cuestión entre la tradición de los practicantes y aquello que se puede transmitir como novedad provocó un movimiento diferente. En 1924, Freud propuso un plan que incluía los nombres de Lou-Andreas Salomé, Hans Kelsen, Spelberg, Stephan Zweig y otros para realizar conferencias abiertas que acompañarían a la enseñanza en un instituto de psicoanálisis con atención clínica. Otro dato a recordar es la admiración de Freud por su discípulo Otto Rank, de su brillante astucia para acercarse al psicoanálisis con el pretexto de hablar de obras de arte.Observemos entonces que está ya en la tradición freudiana la alianza del psicoanálisis con el campo cultural y también la finalidad de provocar aquello que Jacques Lacan llama un discurso histérico, un modo de decir el síntoma que posibilita la entrada en análisis.Desde los años 60 en nuestro país, la APA institucionaliza la histeria al introducir en la carrera de Psicología, por la vía del discurso universitario, una difusión de la doctrina pero sin correspondencia directa con la práctica, que quedaba reservada a los médicos. Más tarde, esta tradición local es alterada por la entrada del pensamiento de Lacan de la mano de un personaje de la cultura como era Masotta, alguien que podía explicar el estructuralismo por sus lecturas de Sartre y Lévi-Strauss o por su gusto en los cuentos de Poe, la historieta y el pop-art. Una suerte de camaleón sutil y dócil a la tierra de la letra como sugiere Lacan que conviene a la posición del analista, que apela tanto a un rasgo de su propia lengua, en Sexo y traición en Roberto Arlt, como a los rigores del ensayo, por ejemplo en su trabajo sobre la semiótica en los medios de comunicación. Es esta enseñanza la que permite dar un paso más allá de la histeria cuando induce a los psicólogos en la práctica oficial del psicoanálisis. Pero su primer acto, eco de aquello que Lacan fundaba en París, fue la creación de una Escuela, luego de atravesar la traducción de doctrina.El efecto Masotta fue tal vez más allá de su reconocimiento cuando los médicos entraron en el juego explícito de volcarse al campo cultural: véanse las posiciones de Enrique Pichon-Rivière, Marie Langer, Eduardo Pavlovsky, Emilio Rodrigué, hasta Carlos Chernov, como formas de literatura política, en la medida en que intentan escandir el espacio de lo público. Pero el imán tiene aquí una atracción recíproca y a contragolpe se produce la operación inversa, cuando aquellos que parecían identificarse sólo en el campo de la cultura acceden al psicoanálisis: el propio Masotta como enseñante y practicante, Germán García, Luis Gusmán, entre otros. Si este movimiento pendular se conserva aún hoy es gracias a la transferencia al atractivo creado por la intersección misma.La alternancia entre tradición y transmisión es también la oscilación entre períodos de autoridad institucional y de avances de la teoría. Así, el sujeto que Masotta encarna es el de nuestra época de encrucijada de saberes. La balanza oscila también entre aquellos modos coyunturales en que Freud autorizaba la praxis de su invención. Si al principio se trataba de una práctica para médicos, formados por el propio Freud, en los años 30 llega a decir: Hay que cuidar al psicoanálisis de los profanos, especialmente de los médicos. Si en la Argentina cada tanto el modelo profesional retorna a la escena y olvida que la condición del analista es sobre todo un analizante, no podemos dejar de subrayar que en Francia .-donde la excomunión de Lacan de la IPA tuvo consecuencias más directas la autoridad epistémica es orientada en gran parte por textos de aquellos que llegan de otras disciplinas: J.-A. Miller, J. C. Milner o Alain Badiou. * Director de la revista Anamorfosis. Perspectivas en psicoanálisis.
PERSISTENCIA DE QUIEN PALABRA POR
PALABRA, PIENSA Como lacanianos no buscamos un saber sobre la sexualidad, sino la relación del saber con la sexualidad. Oscar Masotta Por Marcelo Izaguirre Si los años 70 presentaban una suerte de vocación lacaniana, el fin de siglo presenta en Buenos Aires ciertos aires masottianos. Tal vez se trate del deseo-anhelo de que los psicoanalistas reconozcan en él lo que sociólogos e historiadores ya han reconocido: un verdadero héroe modernizador. De todos modos hoy ya se lo menciona con mayor frecuencia que en el momento de su muerte. En una intervención en el Centro Descartes sobre literatura, crítica literaria y política, Ricardo Piglia dijo que, si criticar a la literatura de Contorno (había hablado de Viñas) lo ponía en una relación de intensidad con Borges, no tenía ningún problema en aceptarlo, en el sentido siguiente: Cuando murió Henry James, Ezra Pound dijo que estaba muy triste porque se había muerto el único que sabía lo que era la literatura. Yo sabía decía Pound que había un tipo en Londres al que podía ir a ver si tenía una duda; nunca lo fui a ver decía, pero la idea de que en Londres, en un lugar, estaba Henry James, me permitía escribir. Seguramente Osvaldo Lamborghini conocía ese episodio cuando, en 1974, en una mesa sobre literatura y psicoanálisis, comentó los efectos de la lectura de Sexo y traición en Roberto Arlt: Yo leí en Masotta un estremecimiento nuevo en la cultura argentina; aquí también, en Buenos Aires, hay alguien que, palabra por palabra, piensa. Escribe. Enseña -tras el aire de la máscara, que cambia siempre su propia doctrina. Labores del ardid y trabajo de truca que todos estos años vine aprendiendo de Oscar Masotta. Extractado del prólogo a Oscar Masotta. El revés de la trama.
ITINERARIOS DE MASOTTA EN LOS AÑOS
60 Por Germán L. García Oscar Masotta nace el 8 de enero de 1930 en Buenos Aires y muere el 13 de setiembre de 1979 en Barcelona (hacía unos cuatro años que residía en esta ciudad). Había fundado en 1974 una Escuela Freudiana en la Argentina (a partir del modelo de la homónima de París, que Jacques Lacan disolviera en 1980) y en 1977 fundó la Biblioteca Freudiana de Barcelona.A pesar de los pocos años de residencia en España, publicó allí dos libros de psicoanálisis, dos volúmenes de una revista y formó grupos de estudios en varias ciudades (Barcelona, Madrid, Málaga, Valencia, Vigo, etcétera).La revista Centro (N 13, Buenos Aires, 1959) publica algo de Oscar Masotta bajo el título La fenomenología de Sartre y un trabajo de D. Lagache. Allí se nombran los tres primeros números de La Psychanalyse (París) y se afirma: Lacan entiende que para interpretar los símbolos es preciso privilegiar el lado material de la palabra (..).El término material podría desorientar nuestra lectura, pero al candor de la afirmación anterior le sigue un comentario admirativo en estos términos: Las exposiciones de Lacan, quien exhibe una fuerte erudición filológica y un conocimiento preciso de los textos heideggerianos, son, por momentos, verdaderamente mallarmeanas, al decir de Lagache.En el prólogo a la antología de la revista Contorno (Centro Editor, Buenos Aires, 1981), Carlos Mangone y Jorge Warley describen las coordenadas culturales que se producen después del golpe militar de 1955, trazadas por diferentes revistas. En este sentido Centro donde Oscar Masotta habla sobre Jacques Lacan y Las Ciento y Una son los antecedentes de Contorno, donde convergen: 1) Ismael y David Viñas, críticos del liberalismo político argentino. 2) F. J. Solero y R. Kusch, en la línea de Martínez Estrada y de Murena, con intentos de encontrar algún rasgo ontológico para definir el modo de ser americano. 3) Juan José Sebreli, Carlos Correas y Oscar Masotta, lectores de Hegel y Marx en la vertiente de Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty (críticas al Partido Comunista y al liberalismo oratorio de la revista Sur, defensa del peronismo en tanto insignia de la clase obrera).Mangone y Warley escriben: Su acercamiento al peronismo (el de Oscar Masotta), que prácticamente no aparece en los textos, espectacularizado en algunas acciones como, por ejemplo, la exhibición de fotografías de Juan Domingo y Eva Perón en lugares frecuentados por la oposición fubista e intelectual, será el elemento fundamental que los distancia de los demás integrantes de la revista.Esta provocación a los intelectuales anticipa lo que después será un happening con el título de un acto de sadismo social explicitado y una bienal mundial de la historieta. Es también una provocación la que le hace escribir un libro sobre Roberto Arlt contra un libro de Raúl Larra, defensor del realismo socialista, y con apoyo en el Saint Genet de Sartre.¿Cómo llega a Jacques Lacan? O. Masotta, que tradujo La trascendencia del ego de Sartre, seguía el diferendo sobre el tema de la conciencia en Merleau-Ponty y D. Lagache. Por esta vía llega a observaciones sobre el informe de Daniel Lagache, publicado en 1961.Por otra parte está El pensamiento salvaje de Lévi-Strauss y su crítica demoledora de la razón dialéctica de Sartre y, por último, la sanción positiva que fue para la nueva izquierda argentina de Freud y Lacan de Althusser (texto que en forma de pequeño libro circuló en más de una edición simultánea).Hace treinta años, entonces, un joven filósofo encontraba que la materialidad de la palabra era correlativa de la opacidad de la realidad: Dicho de otro modo prosigue Masotta: es gracias a esa oscuridad, y no a pesar de ella, que la realidad existe para nosotros. Fragmento de un trabajo incluido en el libro Oscar Masotta. El revés de la trama, comp. Marcelo Izaguirre, Ed. Atuel/Anáfora, de próxima aparición.
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