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REPORTAJE AL PSICOANALISTA
ESPAÑOL CESAR BOTELLA
Por María Esther Gilio El psicoanalista César Botella dialogó con Página/12 sobre la vigencia de los principios del psicoanálisis, la psicoterapia psicoanalítica, sobre los aportes de las mujeres al psicoanálisis... y sobre Milosevic. Botella cruzó el Atlántico para participar en el Encuentro Internacional Psiquiatría, psicología y psicoanálisis frente a las problemáticas de la salud mental en el siglo XXI, en Buenos Aires, y en la conferencia que la Asociación Psicoanalítica Internacional organizó en Montevideo. Nacido en España y formado en Francia, a donde llegó a los 20 años, Botella habla un español fluido y rico que a menudo salpica de vocablos donde sus dos lenguas, trenzándose de manera caprichosa, dan lugar a palabras muy curiosas. La sorpresa, y a veces la risa indisimulable de su interlocutor, lo lleva a levantar, con expresión aterrada, los ojos y los brazos hacia el cielo al tiempo que exclama: ¡Dios mío, si me escuchara mi padre!. En este siglo la existencia de la violencia aparece como un fenómeno que se ha venido agudizando a través del tiempo. ¿El terapeuta detecta este fenómeno en la clínica? No, yo diría que el fenómeno de la violencia se manifiesta más bien en lo colectivo. Allí el psiquismo del individuo hace una regresión que se adapta a una colectividad. En el nazismo el individuo deja de pensar por él mismo y funciona únicamente según el líder que dirige. En ese momento todo el mundo es igual y todo el mundo está calcado del líder. ¿No hay superyo que controle en ese caso? Desaparece el superyo individual, lo que hay es un superyó colectivo: la patria, la fuerza étnica que no pueden cuestionarse. Son así porque el líder lo ha dicho. Con todos los juicios que se han hecho a ex nazis como Eichmann, o Papon en Francia, es posible ver que estos hombres en ningún momento se sienten culpables. Han funcionado siguiendo las leyes de esa colectividad y la culpa no existe. Yo no he hecho nada más que obedecer, decía Eichmann con la mayor naturalidad. Yo obedecía las leyes con total responsabilidad: he gaseado miles de personas. A todo esto nos llevó mi pregunta sobre las nuevas patologías, la anorexia por ejemplo. Usted dijo que no encuentran nuevas, que lo nuevo era su publicidad a partir de los medios. Sí, eso es lo nuevo, mientras lo viejo es el sufrimiento. El sufrimiento en tiempos de Freud es igual que el sufrimiento hoy. Hoy es corriente hablar de somatización, de enfermedades psicosomáticas. ¿Usted diría que se trata de un fenómeno nuevo? ¿O cree que era tan frecuente en la época de Freud como ahora? Yo creo que lo psicosomático como forma de expresión de conflicto está más extendido hoy en día. Veamos una situación concreta. Hoy el romanticismo ha desaparecido. En el siglo pasado sufrir, sentir angustias existenciales, la histeria, estaban bien vistas socialmente. No perjudicaba a nadie poseer alma sufriente. Nada. Hoy día hay que ser eficaz. Un joven de empresa, un joven triunfador, no puede andar sufriendo, no puede estar angustiado. El tiene que ser operante. Hay una especie de robotización del hombre quien expresa sus conflictos somatizando o realizando actos violentos inconscientes. ¿Se refiere a accidentes? ¿Choques, caídas? Sí, claro. Como es inaceptable estar angustiado o deprimirse, el problema no se puede resolver psíquicamente. Un yuppie no puede estar deprimido. Lo que sí puede, y muchísimos lo hacen, es beber bastante. Para muchos ésa es una salida. Y si un día un médico dijera Usted no puede beber más, su hígado no lo resiste, ese hombre pasará a tener síntomas de desequilibrio muy claros o cogerá una enfermedad que será somatización de su problema psíquico. ¿Cómo juzga usted, psicoanalista que vive en Europa, la decisión de la OTAN de atacar Yugoslavia? Hay algo en lo que creo que todos estamos de acuerdo. Una parte de la población de los territorios atacados estaba siendo exterminada, y había que hacer algo para impedirlo. Es en la forma de hacerlo donde surgen las discrepancias. ¿Por qué esto no se hizo antes? Y sobre todo ¿por qué se hace de esta manera? La manera indica una falta total de perspicacia en cuanto al carácter de un dictador y en cuanto a lo que puede producirse en una población cuando es masivamente atacada. Es evidente que la mayor parte de los serbios no está al corriente de la depuración étnica llevada a cabo por las tropas de Milosevic. Es posible que algunos no lo sepan. Pero veamos lo que pasó en España cuando ésta fue bloqueada después de la última guerra. La gente decía ¿pero por qué nos bloquean?, ¿qué hicimos? Nadie pensaba que el bloqueo no era contra ellos sino contra Franco. El bloqueo determinó que la población se uniera. ¿En torno de quién? En torno de Franco, caudillo por la gracia de Dios. Pobre Dios. Claro, pobre. A mí me extraña cómo los especialistas de la OTAN, del Pentágono no hayan visto esto. ¿Cómo los consejeros, especialistas, psicólogos, no vieron el peligro que entrañaba Milosevic, si conocían su pasado, su infancia? Cualquier psicólogo que examinara su infancia tenía que ver su vocación suicida. Era evidente que nada ni nadie lo haría detenerse y dar marcha atrás. ¿Cómo fue su infancia? Su madre se suicidó cuando él tenía 7 u 8 años; el padre se suicidó cuando él era un adolescente de unos 20 años, y un tío, que fue muy importante para él, se suicidó pocos años después, cuando él estaba llegando a los 30. Alguien cuya vida estuvo tan vinculada a la muerte podía tener una especial tendencia a la autodestrucción. La muerte es para él algo natural, presente en su vida de cada día. Para mí es evidente que la vocación suicida de Milosevic no fue tenida en cuenta a la hora de decidir qué se hacía. Es curioso, a los americanos les pasó lo mismo hace cuarenta años en Playa Girón, cuando los especialistas aconsejaron a Kennedy la invasión a Cuba porque los cubanos los recibirían con flores y vivas. El enemigo que ataca desde afuera no separa, une. Así se trate de familias o pueblos. Pero además, en el caso de Milosevic, aparte de los detalles particulares de su vida, hay que tener en cuenta que es un dictador. Los dictadores tienen una especial capacidad para manejar las multitudes, capacidad para provocar en ellas reacciones a su favor. Creo que si hubieran tenido en cuenta estas dos cosas, su pasado y su rol como dictador al frente de Yugoslavia, la decisión no podía haber sido la que fue.
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