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Vale decir


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Canción con todos

Siempre fueron afectos a hacer versiones propias de temas ajenos, pero esta vez los Attaque 77 apostaron muy fuerte: todas las canciones de su último disco son de otros autores y grupos. El desfile es tan variado como desafiante: León Gieco y Erasure, Alberto Cortez y la finada Gilda, los Ramones y Paco Ibáñez, Leo Maslíah y Roberto Carlos, más varios pedacitos de Soda, Sumo y Los Redondos. Con Otras canciones, este disco que gusta por igual a propios y a extraños, renace con espíritu ecuménico una banda que estuvo a punto de ser ahogada por los prejuicios del mundillo rockero.

Podrá sucederle más tarde o más temprano, pero cada banda de rock termina enfrentándose a su propio mito como a un espejo. Cada banda va hacia su destino de acuerdo a las diversas estrategias que adopte para enfrentar la evolución de sus integrantes, la del público y el natural paso del tiempo. En Argentina, las bandas que sobreviven de aquellos tiempos más épicos del rock nacional, lo hacen basados en una especie de diálogo interno con el mundillo rockero, cuyos códigos no suelen ser muy comprensibles para el que no es fan, del palo, de la tribu o, en su defecto, periodista de rock. En otras palabras: muchos rockeros tienden a hablar del rock como si el mundo fuera el rock.

LOS RAMONES DE AC En el reparto de mitos y leyendas, a Attaque 77 le tocó ser “los Ramones Argentinos”, un sayo que asumieron en su momento porque todos sus integrantes idolatraban a la vieja banda punk-rock. A Attaque le tocó ser la banda local de actitud contestataria y crudo estilo musical (irrumpieron por primera vez con “Dale Boca” en el compilado Invasión 88). Sus canciones eran frescas, ingenuas y sociales, más candorosas de lo que su duro exterior hacía creer. Attaque quedó durante muchos años atrapada en el ida y vuelta del “palo” del aguante: el que se mueve, el que cambia, es porque se está vendiendo. Y del que no se mueve, los críticos dirán que no evoluciona. Attaque iba camino al callejón sin salida, sobre todo cuando Mario Pergolini incluyó el tema “Hacelo por mí” como cortina de su programa y les dio, así, una masividad televisiva impensada. Poco después, aquella banda del barrio duro, de los tatuajes y la cerveza aterrizaba en Punta del Este para acentuar aún más las contradicciones.

Sin embargo, desde aquel compilado de 1988 donde compartían cartel con una banda skinhead como Comando Suicida hasta los primeros años de los noventa, Attaque 77 ya mostraba un arma que finalmente podía llegar a salvarlos de la encerrona: una sensibilidad especial por las canciones. Empezaban a preocuparse más por hacer buenas canciones que por arrasar a su público con una masa de sonido. Incluso con canciones en cierto modo ajenas al universo del rock: canciones que son populares porque se transmiten generacionalmente, porque suenan en las fiestas y en las casas y en los boliches. Canciones de los padres y de los hijos. En discos como Angeles Caídos o el más cercano Amén, combinaban temas propios con inesperadas versiones de temas ajenos (como “Por qué te vas”, de José Luis Perales) y empezaban a ser una banda “para escuchar”. Los chicos del grupo también empezaron a reflexionar sobre lo que les había pasado como banda, sobre su propia experiencia, y sobre las maneras de romper la trampa autorreferencial del universo rockero.

SON SLO CANCIONES (PERO NOS GUSTAN) Lo cierto es que en su último disco subieron la apuesta al punto máximo, porque todas las canciones que suenan en Otras canciones son de otros autores e intérpretes. Y de otros muy pero muy diversos entre sí. Ejemplos: de la banda brasileña Legiao Urbana (“Perfección”), Roberto Carlos (“Amigo”, sorprendentemente enganchada con un pedacito de “White trash” de Sumo), Los Auténticos Decadentes (“El jorobadito”), The Who (“Fotos de Lily”), Leo Maslíah (“Cinco estrellas”) o León Gieco (“La colina de la vida”). También hay temas que podrían considerarse como grandes hits de la emotividad de todos los tiempos, como “Callejero” de Alberto Cortez, o aquel himno de las adolescentes del 70 llamado “Soy rebelde” (pueden tararearla fácilmente: “Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así ...”) y “No me arrepiento de este amor” que cantaba Gilda para la gran familia bailantera. Por si eso fuera poco, hay más: una versión de “A little respect” de Erasure (tema muy de discoteca y de una banda de estética gay a la que son poco proclives los chicos hardcore), “Beat on the beat” de Ramones, como para no olvidar las raíces, y entre otras (son 17), “A galopar”, un poema de Rafael Alberti musicalizado por Paco Ibáñez. El disco, en conjunto, es mucho más que una colección de covers, y tiene el seguro encanto garantizado de que cada oyente puede confrontar versiones y hacer rankings de sus favoritos. Para no mencionar lo casi obvio: que casi todas son, además, buenas canciones.

AGUANTE AGUANTE Ciro Pertusi, líder e integrante de Attaque 77 junto a sus compadres Mariano Martínez, Luciano Scaglione y Leo De Cecco, ubica el viraje hacia los nuevos aires en 1995. “Cuando hicimos Amén encontramos nuestro sonido. Entonces dijimos vamos a tocar, basta de dar explicaciones. Nosotros hablábamos de la policía, de los gobiernos, de las Malvinas, pero siempre era un poco abstracto. Desde que empezamos a hablar de nosotros mismos metidos en medio de todo eso, empezó a cambiar la historia.” Leo De Cecco, el baterista, agrega: “En una época estuvimos bastante mal con nosotros mismos, preguntándonos por qué dimos tantas explicaciones con respecto al fenómeno de Hacelo por mí. Llega un momento en el que todo el tiempo te están diciendo aguante, aguante, ustedes son de verdad, pero vos sabés que eso a la larga te va a ir en contra, porque cuando hay más y más gente escuchando tu música, aquellos que te gritaban aguante aguante te lo van a reprochar. Es cíclico. Se pone de moda pegarte. Es algo que va rotando de grupo en grupo”. Ciro acota, lacónico: “Vas a ver que ahora se va a poner de moda pegarle a Iván Noble porque salió con la Oreiro”.

REPROCHES REPROCHES Cuando los Attaque se sintieron atacados, terminaron desarrollando estrategias defensivas. El reproche era el de venderse, y Ciro reconoce que ya no sabe muy bien qué significaba esa frase, te vendiste. “Para el caso, yo me vendí desde los 14 a los 19 años, porque me levantaba a las cinco de la mañana para ir a laburar al correo. Vendía mis servicios. Cuando empezamos éramos unos nenes que veníamos de un estrato diferente al de muchos otros rockeros, y nos sentíamos muy poco entendidos en muchas cosas. No éramos muy leídos, por ejemplo. No fuimos ni somos muy leídos. Yo no viví un entorno familiar que me hiciera estudiar, formarme, continuar en un colegio, y así caí como un paracaidista en el mundo del rock. De golpe éramos famosos y no sabíamos qué había originado el fenómeno. Una canción estúpida que expresaba unos sentimientos simplistas generaba de golpe todo un debate sobre si era de verdad o no era de verdad. Y era sólo una canción. Hoy en día hay tanto rollo con las canciones, con explicar las canciones ...”

EXPLICANDO LAS CANCIONES Claro que tratándose de un disco como Otras canciones, un poco hay que explicarlas. Los Attaque venían cultivando en discos anteriores la costumbre de versionar, si bien con cuentagotas, pero hacía mucho que tenían en mente hacer todo un disco de canciones ajenas. “Estas canciones venían dando vueltas desde entonces, por motivos personales de cada uno de los que formamos el grupo. Cuestiones que tienen que ver con nosotros y nuestra infancia. “Callejero” o “Amigo” o “Soy rebelde” son canciones que escuchaban nuestros padres. The Who y Ramones son parte de la adolescencia, y después están los temas de la actualidad como: “Canción del adiós” de El Otro Yo, o “Perfección” de Legiao Urbana. Son todas canciones que marcaron una época o que quedaron en nuestros oídos porque sonaban mucho”. Hay un tema muy sugestivo al final, que tiene el mismo título del disco, y que en realidad está a mitad de camino entre una canción propia y un cover, porque reúne partes de Attaque, de Eurythmics y (en un gesto que puede ser interpretado como ecuménico o hereje según el color del cristal con que se mire) pedacitos de Soda y Los Redondos: vamos a brillar, se escucha, se mueren potros sin galopar, y, enganchado, discusiones sin motivo, divisiones sin sentido, cómo podemos sobrevivir. Ese tema, más que un cover un rompecabezas, condensa un poco el sentido que quisieron darle los Attaque al gesto de hacer otras canciones. “Si hubiésemos hecho un disco personal habríamos dicho las mismas cosas que dicen estas canciones. Nosotros ahora apuntamos directamente a los prejuicios, a la hipocresía de no reconocer que es mejor dejarse llevar por los sentidos que estar en pose. En la intimidad de sus casas, muchos escuchan canciones que les gustan, pero como les parecen blandas o de un intérprete que no es de su bandera, no lo van a reconocer nunca fuera de esa intimidad. Hay muchos temas así: está el tema de Gilda, que suena en muchos lugares después de un tema de Los Redondos, de Divididos o de la Mona Jiménez”, dice Ciro.

Finalmente queda preguntarse, retóricamente, qué es una versión. “Lo que a nosotros nos gusta mucho es esto de recomponer canciones de otros, como habíamos hecho en Angeles caídos con el tema de José Luis Perales, que es más que un cover. Un cover es más limitado, es como una copia. Versionar es tomar una canción y buscar un nexo entre ese intérprete y uno. Si bien cambiamos los ritmos, el nexo son los arreglos. Así se deja ver la artística del original, especialmente en esos temas que no tienen nada que ver con el estilo nuestro.”

EL BUEN FANTICO Los Attaque cuentan que el disco fue probado en una reunión en Cemento. Iban largando las canciones como ambiente mientras tocaban en vivo, y dicen que hubo buena aceptación. Es cierto que hay un clima festivo alrededor de Otras canciones que también se confronta con otros tiempos más duros de la banda. “Es un punto justo para muchos chicos fans de Attaque. El fan verdadero es el que se adapta, el que sabe entender, el que siente la pasión como vos pero también puede captar la sutileza. Con el resto del público hay que ser realista: hoy te pueden estar escuchando a vos y mañana pasar a otra banda”, reconoce Ciro. Claro que cuando se habla de fans y de público vuelve a aparecer el fantasma de los debates inter tribus. “Hoy en día seguís dando explicaciones, porque a veces no te cabe ni la punta que un pendejo de quince años, porque escuchó de alguien que dijo que dijo que dijo, te repita la frasecita: te vendiste, o que te pida una explicación sobre el rock contestatario combativo”, dice Ciro y luego lanza un dardo tremendo: “Y yo digo ¿qué rock contestatario combativo, boludo? Si acá todos somos cómplices de que los milicos que asesinaron anden sueltos por la calle”.

Para relajarse, Leo De Cecco cuenta que la banda no conoce mejor manera de energizarse que salir de gira. “Son como una especie de terapia, que consiste en ver el sol y el campo. Por ahí caés en medio de la nada y eso es muy bueno para apartarte de toda esta vorágine. Cuando estamos de gira funcionamos como si fuéramos un circo de los Podestá, un circo de antes. Ves cómo la gente en cada pueblo, en cada ciudad, se va emocionando de manera distinta. Ahora recogemos un gran respeto de la gente. Hay una onda de perdón hacia atrás.”

JOLGORIO El diseño del cuadernillo del CD y de la tapa son una buena manera de resumir el espíritu del cover. Los integrantes aparecen caracterizados en forma glamorosa y divertida, disfrazados sin pudor. Ciro es Elvis Presley (“un poco para remarcar la paradoja del que le toca estar al frente cantando, expuesto a las chicas, al look”); Mariano Martínez es “un Hendrix, el puesto del guitarrista líder y carismático”; Luciano Scaglione apela a un dejo “de jazzman medio gangsta, tocando el bajo” y Leo De Cecco luce un poco como la representación de “un hombre de la noche, en un clima de jolgorio”. En el centro de la tapa, entre las caritas de los cuatro Attaque, se ve un viejo y querido Winco.

“El Winco es todo. En un Winco yo escuché a Serrat, a Alberto Cortez, lo primero de los Pistols y de Los Violadores. Cada noche yo prendía el Winco, que estaba en la cabecera de mi cama, lo ponía casi sin volumen para no despertar a mi vieja, y esa W roja luminosa era como una estrellita que iluminaba toda la pieza de una manera muy tenue.”

NO ME ARREPIENTO DE ESTE AMOR Attaque 77 es, finalmente, una banda que desde sus inicios perdura como un grupo compacto que tiene unidos los destinos personales al destino grupal. Si cada banda va hacia su propio destino despegándose del mito que puede condenarla al encierro, ellos sostienen que tratan de encarnar el mismo mensaje de convivencia que quieren para el mundo del rock y sus seguidores: “Un ejemplo de convivencia a pesar de que tengamos personalidades muy diferentes. Puede haber choques pero nunca hubo algo drástico entre nosotros”, dice Ciro. “Tenemos nuestras discusiones, como en las mejores familias”, acota Leo De Cecco con una seriedad de hermano mayor. Y sobre el final, después de hablar de la convivencia y el mensaje ecuménico en un mundo donde todos pueden tener su lugar, aparece el viejo reflejo defensivo al que debió acostumbrarse Attaque. Y es que Ciro cree que ya hay una nueva frasecita dando vueltas por ahí, seguramente ligada a la versión del tema de Gilda, y que más tarde o más temprano, un fan en estado puro, fiel pero irreductible, se las dirá en la cara: “¿Es cierto que están tocando cumbia?”.