Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
Volver 




Vale decir


Volver

Celeste Carballo y su disco Tercer infinito

Celeste, siempre Celeste

Pasó por el country, el punk, el rock, el pop, el blues y la new age. A fin del año pasado sacó “Tercer infinito”, el disco que jura siempre quiso hacer. Y para el que tuvo que deshacer el personaje que todos conocieron. El próximo miércoles, Celeste Carballo se presenta como uno de los platos fuertes de “Buenos Aires Vivo”. Ahora, Celeste presenta a la nueva Celeste, que es la misma de siempre pero mejor que nunca.


Por LAURA ISOLA

Ha recorrido, la muchacha, un largo camino hasta llegar a su último disco, Tercer infinito. Y ese camino, cuenta hoy Celeste Carballo, incluyó haber tocado la guitarra y compuesto temas sin antes haber estudiado música, haberse enamorado perdidamente del blues y del jazz y también haber creado el personaje de una chica demasiado transparente que después quiso deshacer. “Me molestaban muchísimo los sonidos prolijos”, dice ahora. “Me enganché con un teclado y empecé a estudiar piano y armonía durante cinco años. De eso salió Chocolate inglés, mi disco anterior. Y ahora me doy cuenta de que el teclado no era mi instrumento de nacimiento. Mi instrumento natural es la guitarra. Empecé a estudiar por primera vez en mi vida las pentatónicas del blues y las armonías. En 1994 hice un festival de rock que fue como una preparación para Tercer infinito. Fui violera de mi banda por primera vez, porque no había otro guitarrista. Entonces me di cuenta de que estaba yendo hacia donde realmente quería ir.”

¿Se está descubriendo como compositora?
-A pesar de que hace quince años que soy compositora, tardé bastante en descubrirlo. Me di cuenta de que hay muchas bandas de blues, solistas y violeros de blues, que hacen sus propios blues y graban sus discos, pero yo escucho los mismos arreglos de siempre. No encuentro un tema. No encuentro una canción.

En Tercer infinito se nota que hay un concepto unificador y, aunque no sea un disco de blues, se puede caer en la tentación de decir que sí lo es.
-Yo fui la conexión porque soy la que hice el disco, y para mí un disco no es juntar canciones y grabarlas. Presto especial atención a todo el circuito. Hay una mayoría de temas bluseros pero detesto esos encasillamientos. Además, respeto mucho al blues clásico.

Tampoco se encasilló cuando fue punk.
-Sí, una parte punk, que, en realidad, tuvo más que ver con mi vida personal. En realidad, todo tiene que ver más con mi vida personal que con lo musical.

Después vino el disco con Sandra Mihanovich, en el que insinúan una imagen de cierta ambigüedad sexual.
-Para mí no tiene ninguna ambigüedad el disco con Sandra. Somos dos cantantes de la hostia y yo te puedo comentar qué era lo que se sentía cuando estábamos las dos cantando. Al público se le ponía la piel de gallina. El comentario fue muy despectivo: que yo había dado un paso atrás y mucha mala onda. La tapa resultó tan escandalosa que mucha gente no se la bancó, aunque hay muchas publicidades de perfumes que son mucho más sugestivas.

Pero la tapa sí era sugerente.
-Era sugerente y estaba muy bien resuelta desde lo estético. Era una foto que realmente hablaba. Yo creo que la gente se tiene que hacer cargo un poco de sus artistas. En este país la imagen del artista está muy pegada a la imagen de la farándula, lo liviano, lo estúpido. Cuando en realidad un artista está representando a la gente y hasta que no se tome conciencia de esto vamos a estar en manos del sistema.

¿Usted representa a la gente?
-Desde hace tres años yo estoy mucho en la calle. Antes tenía una oficina, pero ahora mi oficina es la calle. Estoy en contacto con la gente, que son los verdaderos periodistas, los verdaderos críticos. A la gente la respeto.

¿Ya se borraron las fronteras entre su personaje público y la vida privada?
-Bueno, daba la casualidad de que en la época de Sandra las dos cosas coincidían. Fue una feliz casualidad porque lo disfruté mucho. Pero ya fue, hace años que nos separamos. Fue un buen ciclo dentro de la especie de línea que yo hago: hice muy buenos discos, aprendí muchísimo, compuse muy buenas canciones y llegué hasta Tercer infinito, que era a donde quería llegar. Porque yo cantaba blues pero nunca había escrito un blues en mi vida.

¿Por qué la foto infantil en la tapa?
-Bueno, es la niña que llevo dentro, la que siempre está reclamando atención, mimos, cuidados.

Está igual a Andrea del Boca ...
-¡Más quisiera Andrea del Boca, por favor!

¿Usted es realmente una profesional?
-Tengo esa imagen infantil, y soy infantil, por supuesto. Guardo esa parte divina y santa para la creatividad, pero para el trabajo soy muy profesional.

¿Cómo se lleva con esas notas que se hacen frecuentemente sobre las mujeres y el rock?
-Odio las notas sobre las mujeres en el rock. Hace años que no las acepto. Me parece un horror porque ponen a la mujer en el lugar del otro: el rock es el centro y la mujer es el otro, lo que está afuera. Entonces cuando se habla de rock se habla del hombre, y las mujeres son apenas invitadas.

¿Y cómo se lleva con el disco ahora que está en la calle?
-Me parece que es la propuesta más pura de todas, estética y musicalmente. Se escucha la voz que uso cuando hablo, no la de cantar, porque justamente lo canté con toda la calma del mundo. Esta es la primera vez que no sufrí mientras grababa. Fui feliz todos los días haciéndolo, y hoy soy feliz escuchándolo.

En los ‘80 había una gran diversidad musical, ¿siguen existiendo esas posibilidades?
-Yo creo que existen, que siempre existieron posibilidades. En los ‘80 había mucha variedad y ahora también. Pero no me ubico en una década. Creo que todo eso es ajeno al mundo de un artista. Yo vivo de esto, ésta es mi profesión. No tengo ningún negro que me mantenga. En los ‘80 trabajé de cantante, de lo mismo que trabajé toda la vida.

¿Nunca lo vivió como un problema?
-No, para nada.

Pero los ‘90 no fueron su gran momento.
-Lo que pasa es que yo no pienso en términos de éxito, de números, de venta y toda esa historia, porque un artista es una cosa mucho más seria y mucho más esencial que un éxito. Sería una repetición constante, y yo odio a los artistas que viven repitiéndose a sí mismos.

¿Cómo se lleva con la música electrónica?
-Me gusta mucho. Lo que pasa es que no me llevo muy bien con la técnica, entonces por ahí no podría dedicarme a hacer música electrónica. Yo estoy más conectada con la tracción a sangre. Me gusta más tocar la batería.

Estuvo trabajando en la MTV, ¿cómo se lleva con el fenómeno que desató ese canal?
-Fue un pequeño toque en Miami, y me divertí. En televisión me gusta poner MTV y tocar la guitarra arriba de todos los que aparecen. Antes lo hacía con alguna radio.

¿Y qué pasaba?
-Lo mismo: ponía la radio y tocaba todos los temas arriba. Ahora pongo la tele y toco todos los temas que vienen. Sé en qué tonalidad están. Lo hago como un ejercicio y de paso me distraigo mirando estéticas, informándome a ver qué sacan, qué quieren vender, qué no pueden vender.

¿Le parece que el blues cantado en español adquiere una característica distinta?
-Sí, muy especial. Yo había ido a Atlanta a hacer la música de una película, y terminé tocando en un festival. Canté el ochenta por ciento en castellano, porque cada vez que dejaba de cantar en inglés la gente alucinaba.Después me comentaron lo lindo que era escuchar cantar blues y rock en castellano.

A propósito de cantar en inglés, ¿qué sintió cuando cantó con Peter Gabriel?
-Esa fue la primera vez que canté en inglés en mi vida, aunque hacía un año que estaba estudiando. Esa vez estaba concentrada en cantar y en disfrutar de esas canciones. Peter Gabriel estaba en la misma pero con el español. Cuando salí al escenario me preguntó si estaba segura para cantar “Don’t give up” y que cualquier duda le avisara. Yo no tenía ninguna duda. El que tenía dudas era él. Me parece que estaba muerto de miedo.

¿Qué música escucha además de blues?
-Ultimamente estoy escuchando mucho a la negra Liliana Herrero. Me gusta mucho, me alegra y me pone bien ...

¿Siempre ha tenido un interés por el folklore?
-Sí, siempre me gustó el folklore. Aunque no lo haya mostrado en los discos. Me hace bien escuchar folklore. Como me hace bien escuchar tangos.

¿Cuál es su relación con el tango?
-La primera y principal es que soy argentina y porteña; nací en el barrio de Devoto. La segunda es que mis hermanos son todos tangueros. Crecí escuchándolos cantar tango.

¿No le interesa componer alguno?
-Me gusta más interpretarlo. En Chocolate inglés grabé “El día que me quieras”. Y si bien hay muchas personas que me incitan para que me meta, no me veo en ese ambiente dramático del tango.

¿Sería demasiado dramático para su vida personal?
-Ya lo dije: fui feliz durante la grabación de Tercer infinito, jamás sufrí, ni un minuto. Todos los discos tienen conexión conmigo, con mi vida, y en este disco calzó justo con un momento de crecimiento personal profundo, real. Tengo una conexión de conciencia con la vida, con el cosmos, y esto me genera mucha felicidad.

¿Cuál es su vía de conexión con el cosmos?
-La conciencia. Tener conciencia de la existencia, porque a veces uno nada más vive con la conciencia de lo que pueden ver nuestros ojos. Y eso no es todo.

¿Lo asocia a algún tipo de disciplina o de estudio en particular?
-Toda la vida leí muchísimo, principalmente literatura. En un momento me descolgué de la literatura y empecé a leer otras cosas que tenían que ver con la filosofía budista, la toma de conciencia, los hábitos de alimentación. Y de a poco fui tomando conciencia. Fue un proceso natural y lento: no es que me hice vegetariana de un día para el otro.

¿Estamos hablando de new age?
-Cae en esa línea, pero bueno, si se trata de darle un nombre. Pero el budismo es milenario, no es algo new.

¿Se está volviendo cada día más loca?
-Sí, qué sé yo ... No me acuerdo exactamente. En una crítica sugirieron “ahora se hace la new age ...” Te das cuenta de que yo no me puedo hacer cargo de la falta de conciencia de ese periodista, porque para mí todo esto es algo más profundo.

Hablemos de las canciones del disco. De “Azul”, por ejemplo.
-Se llama así porque es el río que atraviesa la zona de El Bolsón. Yo lo descubrí este año cuando, aunque parezca mentira, fui por primera vez a tocar allá. Yo soy más de Villa Gesell, de otra onda.

¿“Azul” es una canción de amor?
-No, ésta es una canción que tiene más que ver con coger que con el amor.

¿Entonces cuál es la canción de amor del disco?
-El tema “Tercer infinito”. Habla de la posibilidad de amarse, de compartir, de respetarse, de admirarse mutuamente, de todo eso tan divino que a mí me encanta tanto.

¿Hay algún homenaje en este disco?
-El último tema, “Hice un juramento”, lo escribí a partir del relato de una desaparecida que luego apareció y que relató su experiencia. Ella decía que cuando tenía períodos de encierro muy largos en un cuarto muy oscuro, chiquito y cerrado, donde no se podía ver el sol, usaba su imaginación y veía los atardeceres más lindos. Los veía en su mente y entonces podía abrir ventanas donde sea, en el suelo o en el techo. “Para salir de Devoto” es un homenaje a mi barrio. Las mejores canciones las hice por la calle. Las hice en diez minutos. Lo que pasa es que son diez minutos que te llevan treinta años de vida. ¿Sabés cuántas veces me tomé el 507 en mi vida, cuántas veces tomé el tren que iba a Chacarita cuando iba a estudiar psicología?

¿Se recibió?
-No, no, seguí cantando y escribí “Me vuelvo cada día más loca”.

¿Se analiza?
-Sí, tengo mis temporadas.

¿Con qué tipo de terapia?
-No le pregunté su etiqueta al terapeuta y jamás se lo preguntaría, a ver si me lo dice ... Y si me lo dice no voy más. Pero debe ser muy bueno, ¿no ven lo bien que estoy?