La muestra que nadie quiere traer Mirá
quién
habla
Una pareja norteamericana decidió preguntarles
a una serie de escritores, pintores, músicos, actores,
celebridades varias y fotógrafos cuál era la foto que
les había cambiado la vida. Algunos no supieron qué
contestar. Otros eligieron una y explicaron por qué.
Así nació Talking
Pictures, una muestra que se recorre con un teléfono
en la mano para poder oír las explicaciones de los que
eligieron las fotos. La exposición dio vueltas por Estados
Unidos hasta el año pasado, cuando la desmantelaron. Ahora
los curadores están a la espera de que alguien quiera
exponerla. En Buenos Aires, sin embargo,
no entusiasma a nadie. Por GUILLERMO PIRO
Al entrar, el visitante es
invitado a entregarle su pasaporte a un cordial empleado de
seguridad que a cambio le extiende, como un cuchillo tomado por la
hoja, lo que a primera vista parece ser un teléfono. El
ingreso en la sala silenciosa desconcierta: delante de algunas
fotografías, concentrados, los visitantes, con el
teléfono al oído, ven y, aparentemente, escuchan algo
con gran atención. Cada fotografía posee, al costado,
un número de dos cifras. Marcando ese número, y
después de esperar algunos segundos, se escucha la voz de
alguien hablando de la foto que se tiene delante. La
exposición se llama “Talking Pictures”, y el
lugar es una de las dos sedes del International Center of
Photography de Nueva York. Para el visitante aquello resulta ser una
experiencia reveladora, al punto de que a su vuelta a Buenos Aires
se obsesiona y se dedica, durante cierto tiempo, a apasionar a
algún galerista que se atreva a traerla. Por ahora, sin
éxito
LAS FOTOS
HABLAN Todo nos habla: las imágenes de la
televisión y el cine, la gente, cara a cara y a través
del teléfono, la computadora. Pero las fotografías
también hablan. Toda fotografía tiene una voz. Nos ha
pasado muchas veces, e incluso sin saberlo tenemos nuestras fotos
preferidas, aquellas que sin saber muy bien cómo vuelven una
y otra vez a nuestra mente sin que la llamemos. Y su procedencia
puede ser de lo más diversa: una revista hojeada al pasar en
la sala de espera de un dentista hace 24 años, un diario que
desplegamos cuidadosamente en busca de media docena de huevos
prolijamente envueltos hace muchísimos más
años. O la que revelamos ayer mismo, una foto desenfocada que
nos sacó nuestro hijo de seis años, en la que apenas
distinguimos nuestro ojo o nuestra mano, pero con la cual
descubrimos que existen ciertos lazos de amistad que no nos
separarán nunca. Marvin Haiferman y Carole Kismaric
descubrieron un buen día que tenían una pregunta para
hacer. La pregunta, más o menos, era ésta:
“¿Podría decirnos cuál es la foto que,
cree usted, le cambió la vida?”. No es poco para
empezar. Ahora bien, para continuar había que elegir a
quiénes hacerles esa pregunta. Optaron por intentar dar una
visión panorámica del mundo de hoy, entrevistando a
diseñadores de modas, actores, deportistas, inventores,
artistas plásticos, modelos, escritores y, por supuesto,
fotógrafos. Naturalmente, muchos no tenían nada que
decir. Pero otros, en cambio, sí. Lo que decían acerca
de esa fotografía que significaba o había significado
tanto para ellos, lo grababan. Absoluta libertad en la
elección. La foto podía provenir de un libro o de una
revista, o ser una Polaroid archivada dentro de un cajón. Lo
importante era que hablaran de ella. Y que en la medida de lo
posible dijeran la verdad. Así nació “Talking
Pictures”, quizás la mejor exposición
fotográfica del siglo.
69 FOTOS 69
Recorrer la exposición requiere de mucho tiempo. Un visitante
puede cumplir el rito del pasaporte y el préstamo del
grabador-con-formade-teléfono siete veces. Y aun así,
cuando se aleja para siempre, sueña con poder ver y
oír las que por ignorancia o falta de interés quedaron
para último momento. Por mera curiosidad, porque algo le hace
suponer que Isabel Allende hablará en castellano de su foto
elegida, se planta delante de una fotografía de Frank
Fournier en la que se ve a una niña con el agua hasta el
cuello, una mano tocando apenas un palo puesto delante de ella, y
los ojos inyectados de sangre, las pupilas dilatadas. Se trata de
Omayra Sánchez, que después de la erupción de
un volcán quedó semienterrada entre el barro y las
piedras. Eso sucedía en 1985. Los medios se ocuparon
particularmente de ella y de los intentos por salvarla. Pero no
pudieron. Después de sobrevivir durante cuatro días en
esas condiciones, la niña murió. “Mirando esa
foto”, dice Isabel Allende, en perfecto inglés,
“tuve la impresión de que sus ojos estaban fijados
intensamente en mí. Una mirada a sus ojos perfectos y supe
cuán dura, paciente y tenaz era esa chica. En ese momento
terminé de conocerme a mí misma. Arranqué la
foto de la revista y la llevé conmigo”. Pero la
historia de la foto de su vida no concluye allí. Eso
sucedía en 1985, cuando Isabel Allende no sabía ni
podía prever nada de lo que le sucedería a su propia
hija. Así como Omayra había quedado atrapada en el
barro, Paula quedó un buen día atrapada en su propio
cuerpo, sin función ni movimiento, casi como una nube. Y como
Omayra, murió. Durante esos dos años de agonía
la imagen de Omayra volvió una y otra vez a su mente,
trayendo consigo un mensaje de “amor a la vida, y
también, esto es irónico, de aceptación de la
tragedia y la muerte”.
Ahora que el corazón volvió a
latir normalmente, el visitante decide cumplir el recorrido inverso,
que sea el interés por el hablante el que lo lleve a una
foto. ¿Oliviero Toscani o John Updike? Toscani y “Hod
Carrier”, de August Sander. “Cuando vi esta foto en un
libro, en mi casa, sentí que por primera vez
comprendía qué era el arte”. No es poco para
empezar. “Ésta es para mí la fotografía
más perfecta que he visto acerca de la condición
humana. El hombre lleva unos ladrillos y va a construir algo. Pero
¿en qué está pensando? Este albañil lo
mira a uno antes que uno lo mire a él. Él mira, pero
uno no sabe si es feliz o está en problemas. Hay una
ambivalencia en esta fotografía que lo dice todo acerca de la
vida. Él está solida y orgullosamente parado. Esta
persona nos dice: Míreme, somos iguales. Siento lo mismo que
usted”.
|