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Lo nuevo de César Rosas, Latin Playboys y Los Lobos
 
Los Lobos
los latinplayboys en pleno, en su sala de ensayo de los angeles: mithcell froom al piano, david hidalgo en guitarra (sin tenedores), louie pérez en batería y máquinas,tchad blake en segunda guitarra.

Se formaron en el barrio latino del Este de Los Angeles hace veinte años, pero recién se hicieron famosos por su versión de “La Bamba” en 1987. Clásicos y modernos al mismo tiempo, admirados por su disco Kiko (que arrasó en las encuestas de Disco del Año en 1992), Los Lobos están de regreso después de un largo descanso. Anuncian nuevo disco para mediados de año y, para matizar la espera, hablan de sus proyectos paralelos: el debut solista de César Rosas; el combo texmex Super Seven, que se llevó un Grammy casi en secreto, y el nuevo disco de Latin Playboys, una joya llamada Dose. David Hidalgo y César Rosas hablan desde Los Angeles con Radar y recuerdan su olvidada visita porteña de 1994: “El show más surrealista de nuestra vida”.

Por Martín Pérez

Aunque hay quienes sitúan los comienzos del grupo hacia 1973, como un entusiasta proyecto de cuatro estudiantes secundarios de la hispana zona este de Los Angeles, el bautismo de fuego de Los Lobos y su presentación ante el resto del mundo tuvo lugar recién en 1980, como soporte de Public Image, aquel grupo con el que Johnny Rotten sobrevivió a los Sex Pistols. “Aquella noche irrumpieron con su bajo sexto, guitarrón y requinto en el escenario del Olympic Auditorium de Los Angeles, escupiendo sus rancheras ante una multitud de punks hostiles”, recordó recientemente el periodista Chris Morris en el semanario L.A. Weekly. A pesar de esa hostilidad inicial, y de su heterodoxo repertorio, para el año siguiente Los Lobos ya eran un grupo más del circuito punk de Los Angeles, tocando junto a bandas como X, The Germs, The Blasters o Local Jerks. Y, si bien en 1983 recibieron una nominación al Grammy por su primer EP, And a time to dance, el éxito les llegaría recién cinco años después, y de una manera un tanto equívoca: con su versión de “La Bamba”, el tema de Ritchie Valens cuya versión original apenas si alcanzó, allá por 1958, el puesto 22-o del ranking de más vendidos en Estados Unidos, pero que Los Lobos llevaron al doble platino y el N-o 1.

AGUANTE LATINO Si bien ese tema ajeno que hicieron propio les sigue sirviendo de presentación en todo el mundo, el grupo reivindica aquellos tiempos en los que se ganaron el respeto de los punks californianos como el momento decisivo en que su carrera dio un vuelco. “El secreto para ganar fans, especialmente cuando comenzamos a tocar en aquellos tempranos ochenta, fue la intensidad de nuestra música. Cada canción que tocamos en el Whisky a GoGó, o cualquier otro antro donde nos veíamos forzados a actuar por entonces, era sincera y todo el mundo se daba cuenta de ello, fuera punk o no. No estábamos vendiendo ninguna mierda, y por eso encajábamos tan bien con aquella audiencia”, explica César Rosas a Radar, vía telefónica desde su hogar angelino. La pregunta obligada ante esa respuesta es: si la escena punk tenía la misma sinceridad e intensidad que Los Lobos, y por eso mismo ardieron tan rápido, ¿qué hicieron ellos para mantenerse durante casi tres décadas tocando juntos? “Nunca supe cómo; simplemente sucedió así. Durante todos estos años, aparecieron tantos estilos musicales y ardieron también ... Nosotros sobrevivimos al punk, al heavy y después al grunge. Creo que hemos sido muy afortunados. No nos tuvimos que vender ante nadie, y siempre hemos tratado de escribir música que sea sincera. Eso es todo. Aunque tal vez haya algo más: una capacidad extra de resistencia, relacionada con el hecho de ser latinos en esta sociedad.” No sería demasiado temerario decir que, junto a Carlos Santana, la música de Los Lobos fue el único acercamiento que tuvo durante años el rock anglosajón con su similar latino. Claro que el gigante no necesitó mirar hacia el sur para percibirlos: ambos son de Los Angeles, así que le alcanzaba con seguir mirando su propio ombligo. Pero, de la misma manera en que el sabor del rock sofisticado de Santana se convirtió en un clásico “de fusión” de los setenta, las raíces y la pasión de Los Lobos encajaron perfectamente con la escena creada por el punk californiano. Y lo sobrevivieron. Con tal vitalidad que, al pisar los noventa, Los Lobos se atrevieron a modernizar su música de una manera inédita para un grupo de tal trayectoria y estilo. Con discos como Kiko (1992, con el que arrasaron en todas las encuestas que votaban el disco del año) y Colossal Head (1996), producidos ambos por Mitchell Froom y Tchad Blake los artífices del oscuro sonido de cañería que desde los ochenta supo explorar Tom Waits, el rock chicano de Los Lobos adquirió un sabor mágico y surrealista, un atrevimiento y una coherencia que les ganó el respeto inmediato de las nuevas generaciones. “Estuvimos juntos más de diez años antes de grabar un disco o firmar un contrato. Lo que hicimos fue encontrar lentamente nuestro propio lugar. Y en ese camino hemos hecho algo de música decente que nos ha hecho ganar cierto respeto. Algo que me hace sentir orgulloso”, dice David Hidalgo.

LA MANADA Directamente desde el orgullo de David Hidalgo, César Rosas, Lououie Pérez y César Lozano aquellos cuatro estudiantes secundarios de 1973, más el agregado de Steve Berlin (con “apenas” quince años en el grupo), es inminente el arribo del noveno disco de Los Lobos: bajo el nombre de This Time, el CD saldrá a la luz en junio de este año. “Está en la vena del último disco, pero es más agresivo”, adelanta Hidalgo. “Si Colossal Head era de encendido lento, This Time es mucho más inmediato. Las cosas parecen estar saliendo más naturalmente en estos tiempos, de manera más confortable. Estoy feliz de que aún seamos capaces de seguir explorando nuevos horizontes”, asegura, y lo dice no sólo por This Time, sino también por los proyectos paralelos de los miembros de la banda, con los que sus fans pueden ir matando el tiempo hasta que el nuevo disco de Los Lobos llegue a sus manos. La lista es generosa: por un lado está Soul Disguise, el debut solista de César Rosas; a eso se suman Dose, el segundo opus de Latin Playboys (una banda conformada por Hidalgo y Pérez junto a Mitchell Froom y Tchad Blake); el disco de Super Seven (un combo texmex que incluye a Steve Berlin además de Hidalgo y Rosas, y que ganó un Grammy este año); los blues de Houndog (donde Hidalgo toca con Mike Halby) y hasta Dopamine, el disco de Mitchell Froom, que cuenta con Hidalgo y Lououie Pérez como invitados. “Prepárense, porque este año venimos en manada”, anuncia Rosas.

EL CAMALEON Con la edición de Soul Disguise, César Rosas confirma su lugar dentro del grupo como el lobo musicalmente más conservador. Autor de los temas más tradicionales de Colossal Head (como “Maricela” o “Can’t stop the rain”), su debut como solista es un canto al rock más cuadrado y a la música soul. “Es un álbum básico y tradicional, es cierto. En realidad es como el disco de un fan. Bastante diferente al avant garde y el surrealismo actual de Los Lobos. Pero creo que es bueno que haya cierta diversidad. Yo, al menos, no tengo problemas en vivir en ambos mundos”, explica Rosas, que cuenta con el legendario acordeonista Flaco Jiménez como invitado en su disco e incluso se da el lujo de versionar “You’ve got to lose” de Ike Turner, un tema que encajaría a la perfección en los bises de un show de Los Lobos. “Si se escucha de esa manera, es porque grabé este disco con la misma intensidad con que Los Lobos grababan sus álbumes mucho años atrás”, se enorgullece. Y dice que tardó veintisiete años en hacer un álbum solista porque el grupo no le dejaba tiempo libre para siquiera pensar en él. El descanso que se ha tomado el grupo en los últimos dos años en los que se distanciaron de Warner y dieron vueltas hasta firmar un contrato con Hollywood Records, vinculada con Universal le ha servido para probar si funcionaba correctamente su estudio hogareño. “Nací escuchando todo tipo de música, desde James Brown hasta Led Zeppelin, así que soy una suerte de camaleón musical: cambio cada vez que quiero y me siento perfectamente cómodo con ello”, asegura Rosas.

LOS FRONTERIZOS Tal grado de pasión por sus raíces, rockeras y de las otras, hizo de Rosas un número puesto para los Super Seven, un proyecto de RCA Nashville hecho a la medida del Buena Vista Social Club de Ry Cooder. Pero texmex. Producido por Steve Berlin, y con la presencia Hidalgo además de Rosas, Super Seven reúne a siete músicos texanos, californianos y mexicanos (entre ellos el Flaco Jiménez y Joe Ely, además de los integrantes de Los Lobos) cantando temas clásicos y semiolvidados, desde “El Canoero” o “Río de Tenampa” hasta “Deportee” de Woody Guthrie (retitulado “Plane gate at Los Gatos”). Este disco merecedor del Grammy (que se llevaron casi en secreto en la última ceremonia) fue “un disco muydivertido de grabar”, según Rosas: “Nos reunimos a tocar y lo terminamos en cinco días. Y cuando se hacen cosas así, la alegría se cuela en la música. Sólo nos volvimos a juntar todos para recibir el Grammy, y ahí hablamos de hacer un volumen dos. Vamos a ver si sale”.

EL SURREALISTA Si Rosas es el tradicionalista de Los Lobos, Hidalgo es el surrealvanguardista. A su alrededor se han reunido los Latin Playboys, una síntesis de la fuerza revulsiva que le cambió la cara al grupo a principios de los noventa. Integrado por la dupla compositiva predominante en Los Lobos (Hidalgo y Lououie Pérez) y su inventiva pareja de productores (Mitchell Froom y Tchad Blake), el grupo nació de las ganas de llevar aún más lejos los descubrimientos sonoros del admirable Kiko. “La música de los Latin Playboys tiene una rara belleza, graciosa y libre. Es una música que sucede por las razones correctas”, ha dicho Froom. Tanto en su primer opus de 1994 como en el flamante Dose, el grupo despliega realmente una libertad envidiable y a veces incluso un tanto exagerada, que podría sintetizarse en la letra del tema “Latin Trip”: No te lo imaginas, no se trata de estar en onda / no lo vas a entender, es un trip latino. “El primer disco comenzó en mi cocina”, confiesa Hidalgo. “Enchufé el grabador de cuatro pistas, y comencé a revolver los cajones hasta encontrar cosas con las cuales tocar: tenedores para poner debajo de las cuerdas de la guitarra y ver qué pasaba, cosas así.” La mejor descripción del grupo, sin embargo, está en una declaración de Lououie Pérez de la gacetilla de prensa del nuevo disco: “El proceso creativo, para la mayoría de los grupos, termina estancándose en una suerte de fórmula. Algunos grupos componen las canciones en estudio, otros las llevan de gira para trabajarlas en las pruebas de sonido. Para nosotros, en cambio, las cosas sencillamente suceden. Froom dijo, después de que termináramos de grabar, que todo lo que ve afuera del estudio le parece patas para arriba. Yo no podría describirlo mejor”. Además de los Latin Playboys, Hidalgo aporta también voz y guitarra (junto a Lououie Pérez) en Dopamine, el disco solista de Froom producido por Tchad Blake en el que el Latin Playboy reúne temas que le hizo grabar a Mark Eitzel, Suzanne Vega (su esposa), Sheryl Crow, Lisa Germano y Ron Sexsmith, entre otros, mientras les producía sus propios discos. “Tardé cuatro años en completarlo. Y me divierte definirlo como mi segundo disco solista, ya que el primero fue la banda de sonido de un film porno.” Volviendo a Hidalgo, el más secreto de sus proyectos es Houndog, un álbum de blues lowfi realizado junto a Mike Halby (ex Canned Heat) y dedicado a Jimmy Reed y Junior Parker, del que flota un aroma a Morphine. Además del blues, claro. “Escuché tocar a Halby allá por 1995, y quedé fascinado, Con Houndog tratamos de acercarnos todo lo que pudimos al sentimiento del blues de Memphis y del delta del Mississippi”.

UNA NOCHE DE HURACAN La fiebre menemista del rock de la convertibilidad, que permitió que cualquier visita musical fuera posible, sumada a la moda del blues que supo atacar a Buenos Aires durante la primera mitad de los noventa, hizo que Los Lobos visitasen la Argentina allá por 1994, como parte de un bizarro homenaje al fallecido Steve Ray Vaughan. Junto a Jimmy Vaughan y Roy Rogers con sus Delta Rythm Kings, el grupo tocó por primera y única vez en Buenos Aires ante un estadio de Huracán semivacío. Rosas lo recuerda así, entre risas, desde Los Angeles: “Fue el show más surrealista de mi vida. Me hubiera gustado llegar con tiempo para recorrer la ciudad, pero me acuerdo que bajamos del avión a la mañana y fuimos directo al hotel, tocamos por la noche y nos trasladaron inmediatamente al aeropuerto. Así que no me acuerdo nada de Buenos Aires”. Como si eso fuese poco, Los Lobos debieron tocar ante un público escaso y predominantemente blusero, que salvo contadas excepciones de fanáticos “lobistas” ignoró por completo su exquisita música: el show, que había empezado con las delicadísimas canciones de Kiko, terminó con exagerados solos de guitarra, de Hidalgo y especialmente de Rosas, tan sorprendidos de estar allí arriba como el público blusero por escuchar desde ese escenario algo que no fuera blues. “Si bien somos amigos de Jimmy Vaughan, nos resultó un tanto difícil estar ahí arriba. Era su show, y no sabíamos muy bien qué hacíamos allí. Eso sí: me gustaría volver, pero para tocar ante nuestro público. Espero que alguna vez podamos hacerlo.” Antes de terminar la charla, es inevitable preguntar tanto a Hidalgo como a Rosas qué opinan ellos del creciente fenómeno del rock latino en Los Angeles. Dice Hidalgo: “De todas las bandas que he escuchado, la única que realmente me gusta es Ozomatli. Igualmente, toda esta nueva escena es tan energética, que mi visión es medio pueblerina. Nosotros somos sólo una banda más del barrio Este de Los Angeles. Y lo que ellos están haciendo es mucho más urbano. Tiene más que ver con su estilo de vida que con el nuestro”. Y agrega Rosas: “No he tenido mucho tiempo de escuchar realmente lo que hacen, pero mi opinión es que aún no ha aparecido una banda que venga con algo nuevo y que tenga onda. Sigo esperándola”. ¿Y qué opinan de un grupo argentino que tocó con El Flaco Jiménez, llamado Los Fabulosos Cadillacs? “Claro que los conozco. Son grandes por allá, ¿no es cierto? Creo que deberíamos hacer un tour juntos: Lobos y Cadillacs por las pampas. Sería genial, ¿no?”, dice Rosas, y larga una de esas carcajadas que funcionan como el mejor punto final.