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Yo me pregunto

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Creced y multiplicaos

El sábado pasado, el diario La Nación sorprendió a sus lectores con el lanzamiento de “Familia y valores”. El suplemento está dedicado, según el editorial con el que se presentó, a “fortalecer a la familia” y acercarle “el pensamiento y la creatividad intelectual de quienes comparten el ideal de ayudar a construir una civilización mejor”. Lo asombroso para muchos fue encontrar, bajo la foto y el nombre de quienes escribían en el suplemento, una breve ficha en la que se detallaba ocupación, estado civil y cantidad de hijos. Así, por ejemplo, se leía: “Daniel E. Diez, casado, 11 hijos, es decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Austral”. El señor Diez se ubicaba con su prole a la cabeza de una lista de quince personas que, además de tener tiempo de escribir para La Nación, crían entre 4 y 11 hijos cada uno, arrojando un total de 68 hijos y 4 nietos entre todos. Claro que el promedio de casi cinco hijos por columnista no parece tanto, pero bien vale considerar que la proeza estadística está a su vez enaltecida por la presencia de un presbítero que no tiene hijos, de una docente que, si bien todavía no ha traído niños al mundo, es como una segunda madre para todos sus alumnos, y de un joven soltero (que, aunque sin hijos, parece prometer, ya que según la ficha es “el mayor de ocho hermanos”). Pero no todo es cuestión de cantidad, como bien aclara la ficha de Raúl Medina Fernández, en la que después de “casado y con 7 hijos”, se agrega con asombroso orgullo: “todos varones”. Para los que no podían creer lo que estaban leyendo, el diario se tomó el trabajo de aclarar en la tapa de “Familia y valores”: “Este suplemento integra la edición de La Nación”.


El negocio de la muerte

Cuando las tapas de la semana parecían estar signadas por el pico de stress que padece Natalia Oreiro, el martes a la mañana murió Daniel Tinayre (hijo) y los kioscos se tapizaron con las fotos de Mirtha Legrand. El título de la revista Gente fue: “La trágica muerte del hijo de Mirtha”. Hasta ahí, nada muy distinto a las otras revistas abocadas al tema. Pero hete aquí que en la foto de tapa podía verse a la señora Legrand llorando de manera desconsolada junto a, oh sorpresa, el también desconsolado Daniel hijo (algo por demás extraño, considerando que, según la tapa, Mirtha está llorando por su muerte). Necesitados de una Legrand afligida, Gente no tuvo mejor idea que recurrir a una foto de hace un par de años de Mirtha junto a su hijo en el entierro de su marido. Pero el bochorno no termina ahí. Porque para disimular la aparición con vida del fallecido Tinayre, la revista de Atlántida parece obviar de manera flagrante la muerte del hijo de Mirtha a lo largo de toda la nota que dedica a la complicada relación entre madre e hijo. Ahí, se leen verdaderas gaffes temporales: “Ya instalado en su nuevo y austero departamento de Palermo (el mismo en el que todavía vive)”; y: “Poco antes de morir, Daniel padre le regaló a su hijo una camioneta Land Rover que todavía tiene”. ¿Será que Gente quería tanto al hijo de Mirtha Legrand que se niega a aceptar su muerte?